Mistake

4.2K 495 119
                                    

Joaquín limpiaba las mesas con tanta fuerza que incluso llegó a derrumbar una. Estaba asustado, ido, confundido y sobre todo avergonzado por lo que dejó pasar ayer por la noche. Besar a Emilio por segunda vez había sido mágico, pero al mismo tiempo le causó un increíble temor. Cuando su mejor amigo lo tomó de esa manera, no imaginó sentir mariposas revolotear como locas dentro de su estómago por tanto tiempo. Tampoco llegó a pensar en la posibilidad de que compartirían un momento como aquel, tan íntimo. Su mente viajaba una y otra vez a las mismas escenas y su corazón continuaba latiendo a la misma velocidad que un auto de carreras. Qué no daría por vivir un momento igual, pero esta vez estar conscientes para así saber que en realidad sí, ambos lo habían disfrutado tanto como se imaginaba.

— ¿Estás bien? — preguntó Alejandra con el celo fruncido gracias a todas la acciones que el menor desarrollaba. Se notaba algo preocupada mientras ayudaba a acomodar las sillas del lugar.

— No. — negó. Era la primera vez que pensaba en abrirse con alguien, así que tenía miedo, pero no podía seguir aguantando todo eso después de tanto tiempo. Necesitaba darse un respiro y escuchar qué tenían los demás para decirle al respecto.

— ¿Qué sucede? — se acercó arreglando su delantal con sus manos. — Puedes confiar en mi. — sonrió confiable y Joaquín exhaló de inmediato sintiéndose abrumado de repente.

— Besé a mi mejor amigo. — confesó rápidamente. — Y estoy enamorado de él. — prosiguió. — Desde hace más de diez años. — agregó, posando sus palmas sobre una de las mesas.

Quería llorar y quitar todo ese sentimiento que hacía sentir a su corazón como un pedazo de papel siendo arrugado para después ser tirado a la basura.

Alejandra lo notó en segundos. Estaba destrozado y podía sentir el mismo dolor en su pecho. Descubrió que era una persona que sufría muchísimo, pero no recibía ningún tipo de afecto de regreso. Lo único que logró hacer en ese momento fue abrazarlo lo más fuerte y cálido que pudo. Joaquín comenzó a sollozar. Estaba dejando de lado ese acumulo de emociones afuera por fin. La morena entendía lo que era estar enamorado por tanto tiempo sin ser correspondido, así que sabía a qué el menor se estaba enfrentando. Podía ponerse en los zapatos de Joaquín porque ella lo había vivido en carne propia. Lo entendía a la perfección.

— Sea quien sea ese tu amigo, no merece ni una de tus lágrimas. — dijo pasando sus manos por las espalda del menor intentando reconfortarlo.

Joaquín negó y se separó mientras limpiaba las lágrimas que habían caído con tanta facilidad después de haberse sentido querido por segunda vez frente a la muchacha. 

— Olvida lo que te dije, por favor.  — negó y rió sin ganas.

El pequeño tenía muy desarrollada la habilidad de ocultar sus sentimientos en milisegundos.

Se sintió avergonzado una vez más.

La morena entrecerró los ojos y sonrió comprensiva. Sabía lo que el menor estaba haciendo, pero sólo por esta vez lo dejaría pasar. Tenía que respetar sus momentos.

— ¿De qué hablas? — cuestionó luciendo en verdad confundida y se marchó hasta la barra de cafés lista para atender a las personas que se aproximaran a la cafetería.

Joaquín le agradeció internamente y se encaminó hasta el sector de panadería para mandar las masitas dulces hasta el mostrador.

Emilio ingresó a la cafetería minutos después luciendo en verdad muy cansado. Estaba usando gafas de sol que le quedaban realmente bien para cubrir sus ojeras.

¿Qué estaba haciendo ahí?

Las mejillas de Joaquín se sonrojaron en exceso ya que no estaba listo para mirarlo a la cara después de lo que había ocurrido la noche anterior.

— ¿Podrías por favor llamar a Joaquín? — preguntó y relamió sus labio rápidamente gracias a que estaban resecos.

Alejandra volteó a ver al pequeño disimuladamente y este estaba ocultándose detras de uno de los hornos mientra le hacía señas a la morena para que le dijera que no estaba ahí.

— Aquí no hay ningún Joaquín. — contestó segura, titubeante, pero segura de lo que decía.

— Lo puedo ver desde aquí. — aseguró quitándose las gafas de sol. — Sal de ahí ya, ven aquí por favor. — pidió con un puchero suplicante.

La morena rió y fue ahí cuando entendió por qué el pequeño estaba tan enamorado de aquel chico. Su mejor amigo era demasiado guapo y, para ser honesta, harían la pareja más adorablemente perfecta que haya visto. Aunque por cómo vió al pequeño a tempranas horas del día, podría confirmar que era todo un heterosexual curioso que se terminaría enamorando de su mejor amigo.

El menor se aproximó hasta donde el rizado estaba y se lo llevó con él hasta una de las mesas para poder conversar mejor. No entendía que hacía ahí, tampoco estaba listo para hablar con él.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó mientras apoyaba sus codos sobre la mesa.

— Vine a que me recomendaras un café que me quite este increíble dolor de cabeza. — susurró sintiendo un extremo dolor en la nuca. Sentía que todos a su alrededor estaban en contra de él gritándole cosas porque sí.

El menor relamió sus labios y comenzó a jugar con sus dedos.

— Supongo que uno bien cargado y sin azúcar. — se encogió de hombros e hizo el ademán de levantarse para traérselo pero inmediatamente el rizado lo tomó del antebrazo.

— Recuerdo a la perfección lo que sucedió ayer. — dijo con la mirada fíjamente en los ojos del contrario.— Y déjame decirte que estaba demasiado ebrio como para saber qué era lo que estaba haciendo. — continuó, pero el menor deseó con todas sus fuerzas que no hubiera sido así. — Todo fue un error, ¿no? Ninguno de los dos sabía que lo estaba pasando, es decir, estaba ebrio. — sonrió creyendo que al pequeño sí le causaría gracia. — Lo lamento. — finalizó.

Joaquín asintió y se alejó sin decir absolutamente nada.

Quería traer ese jodido café hasta el rizado y dejarlo solo.

Cuando estuvo de regreso con el café en una badeja, lo depositó sobre la mesa con rapidez.

— Lo siento, debo seguir trabajando. — dijo casi en un susurro y con una sonrisa ladina en sus labios.

Emilio era el único cliente ahí.

Those straight people with cliché vibes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora