XXI

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Frank estaba desesperado.

Había buscado de todo, había hecho cálculos, había utilizado todas las fórmulas existentes en la física, para poder resolver aquel problema filosófico e inútil, que Gerard se había tomado el tiempo de plantearle.

No podía dejar de pensar en el problema en el que se había metido, desde el momento en el que aceptó darle clases particulares a Gerard.

No se había podido concentrar en mecatrónica, no se había podido concentrar en matemática, y ahora no podía hacer su tarea de física cuántica.

Frank suspiró de nuevo mientras jalaba sus cabellos con un poco de desesperación, en ese momento, el timbre de la casa sonó.

Se levantó rápidamente del sillón y se dirigió a la puerta con gran prisa.

—¡Dime la respuesta del maldito acertijo!

—¿Por qué mejor no me ayudas con la bolsas, hijo?— preguntó Linda un tanto espantada por el grito de su hijo en su cara—.

—Madre, espero a alguien importante— dijo Frank rodando los ojos mientras cerraba la puerta—.

Linda abrió la boca, sorprendida de que su hijo se haya atrevido a cerrarle la puerta en la cara.

Estaba dispuesta a tocar de nuevo, para darle un buen regaño a su hijo, pero entonces, una cabellera rojiza llegó a su lado.

—Señora Iero, un placer verla de nuevo— dijo Gerard con una gran sonrisa— Déjeme ayudarle.

—Gracias querido, porque el irrespetuoso de mi hijo, me acaba de cerrar la puerta— dijo Linda con tono molesto—.

Gerard rio burlonamente, anotando eso en su lista mental para molestar a Frank en un futuro.

El chico de cabello rojo, se dignó a presionar el timbre una vez más, haciendo a Frank suspirar con fastidio.

—¡Mamá!— exclamó Frank molesto abriendo la puerta de nuevo— Te dije que...

—¿Que Gerard es fantástico y te encanta verlo?— preguntó Gerard de manera burlona— Hola Frankie.

—¡Tu, homo sapiens, mal evolucionado!— exclamó Frank tomando a Gerard por el cuello de su camisa— ¡Dime la jodida respuesta ahora!

—¡Frank!— exclamó Linda enojada— Vocabulario

—Madre, Gerard me propuso un nefasto y abominable problema filosófico.

—Y aún con todo eso, no has podido resolverlo— dijo Gerard sonriendo burlonamente—.

—¿Quieres pasar ya, y decirme la respuesta?— preguntó Frank molesto— Llevo toda la tarde buscando la respuesta y no puedo.

Gerard rio levemente mientras entraba a la casa y caminaba hacia la cocina, para poder dejar las bolsas que cargaba.

Frank caminó detrás de Gerard, esperando ansiosamente a que empezara a explicarle todo.

Lo cual no tardó en suceder.

—Bien— dijo Gerard dejando las bolsas sobre la mesa de la cocina— Sabemos que Aquiles corre más deprisa que la tortuga— Frank asintió un tanto ansioso— Si le da ventaja, en el momento en que Aquiles empiece a correr, la tortuga estará ya a cierta distancia, en el punto A. Cuando Aquiles llegue al punto A, la tortuga habrá avanzado hasta el punto B. Cuando Aquiles llegue a B, la tortuga estará ya en C. Y así sucesivamente, hasta el infinito.

—Nada de eso tiene sentido— replicó Frank— El hecho de que le de cierta distancia no quiere decir que todo eso continúe infinitamente, tiene un final, pues la velocidad de la tortuga está muy por debajo de la velocidad de Aquiles.

I.Q. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora