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Frank se encontraba leyendo los apuntes de su cuaderno de biología, mientras que Gerard sólo estaba recostado sobre toda la mesa de trabajo que compartían.

—Para ser hiperactivo, eres bastante perezoso— dijo Frank viéndolo de reojo—.

—Frank, pasé la mayor parte de mi vida estando drogado por las pastillas que me daban— dijo Gerard con un bostezo de por medio— ¿Que esperabas? Algún efecto secundario tenía que haber.

—¿Cómo se sentía cuando ingerías esas pastillas?

—Pues... De repente me daba mucho sueño— empezó a explicar Gerard— Era como si todo mi cuerpo y cerebro de repente actuaran en cámara lenta.

—¿Cómo que algo no coordinaba?

—Exacto, como que algo no estaba bien dentro de mí, de repente mi cerebro se apagaba pero no completamente— siguió diciendo Gerard— Un día drogate y sabrás lo que se siente.

—Me gustaría llegar a tomar una de esas pastillas— confesó Frank— Porque drogarme no es la solución.

—Mala suerte, ya no tengo— dijo Gerard encogiéndose de hombros— Además, no creo que haga mucho efecto en ti, a lo mucho te daría un enorme sueño o fatiga, más que nada porque todos los estimulantes se encargan de nivelar los neurotransmisores que se encuentran desequilibrados para poder optimizar y encontrar el punto neutral del funcionamiento del cerebro.

Frank lo observaba un tanto maravillado por su explicación, probablemente porque nunca imaginó llegar a hablar así con Gerard.
No podía apartar su mirada, es que... Con tan sólo haberlo escuchado hablar de esa manera eran tan... ¡Increíble!

Frank suspiró profundamente, mientras se formaba una sonrisa de enamorado en sus labios.

—Creo que si soy gay— dijo Frank mientras seguía sonriendo—.

Gerard rió levemente mientras asentía y se levantaba para unir sus labios con los de Frank, quien lo aceptó gustoso.

Para Gerard, aquél beso se sentía único; un beso que sólo Frank podía proporcionarle y hacerlo sentir tranquilo, haciéndole sentir que todo estaba bien.

Mientras que para Frank, todas aquellas emociones que experimentaba, eran nuevas.

Jamás se había atrevido a tener una novia o novio, más bien, ni siquiera lo había intentado; siempre había estado concentrado en estudiar, superarse y llevar al límite su capacidad cerebral, para él, el amor en una persona ajena, no era relevante en su vida.  ¿Pero por qué todo era diferente con Gerard?

—¡Wow, wow, wow!— dijo un chico entrando al salón de clases— Los salones no son para hacer sus cosas privadas.

—No seas envidioso— dijo Gerard separándose de Frank— ¿Acaso tienes celos?

—No— respondió el chico— Más bien, trataría de cuidarme de que nadie más me vea besándome con el chico de la facultad de artes.

Gerard presionó ligeramente su quijada, dando a entender que estaba un poco harto de aquél comentario tan ridículo, si tan sólo supieran...

—El chico de la facultad de artes, se llama Gerard— dijo Frank—.

—¿En serio, Iero?— preguntó el chico con una sonrisa burlona— Que bajo caíste.

—Saborío, petimetre, no pedí tu opinión— dijo Frank con el ceño fruncido—.

Frank se levantó con la barbilla en alto y tratando de intimidar un poco al chico que se había atrevido a molestarlos.

I.Q. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora