Día 3: Senderismo

201 22 2
                                    

Pareja: AoKaga

.

Parecía algo imposible, pero así se habían quedado justo cuando se encontraron en el sitio menos posible; de senderismo. Tanto la preparatoria Seirin como la Academia Too, habían coincidido en mitad del bosque de senderismo.

Rojo y azul hicieron contacto. Nadie sabía que entre ellos había algo más que una sana rivalidad, por lo que delante de la gente, actuaban con normalidad, en esa pequeña convivencia improvisada que se le habían ocurrido a los profesores.

Cada preparatoria tenía sus actividades, y mientras se relacionaban, tanto Kagami como Aomine no dejaban de mirarse, cosa que no pasó desapercibida por parte de Kuroko, que se fijó como el pelirrojo no paraba de mirar su móvil a cada momento.

—Si no terminas de limpiar no podrás irte con Aomine-kun —Taiga se sobresaltó y guardó con rapidez su aparato en el bolsillo.

—¿Quién te dice a ti que voy a ir con él?

—Porque veo que no paras de mirar tu móvil, y seguro que te dijo de quedar en algún sitio.

—No digas tonterías, sólo miraba el tiempo, esto de tener que limpiar los platos de la cena de nuestro grupo no me gusta nada —refunfuñó.

—No te quejes, Kagami-kun, nos ha tocado y hay que hacerlo —lo dicho por el de cabellos celestes fue secundado por Nigou, que sobresaltó al diez de Seirin que, después de unos cuantos quejidos más, terminó el trabajo pendiente.

Con rapidez, se despidió de su sombra que le recordó el toque de queda que los profesores habían puesto para la hora de dormir.

—Pensé que no venías, me estaba ya cansado de tanto esperarte, Bakagami —protestó el moreno incorporándose de haber estado apoyado sobre el tronco de un árbol.

—No fue mi culpa, me tuvo que tocar la limpieza —hizo un puchero. Aomine empezó a caminar—. ¿A dónde vas?

—A caminar, ¿no vinimos de senderismo?

—Sí, pero ahora es de noche, y es peligroso.

—Si vamos con cuidado no pasa nada, venga, ¿no me digas que tienes miedo? —cuestionó, sabiendo que eso picaría al otro y aceptaría.

—Yo no tengo miedo, idiota —respondió siguiéndolo.

—Según este mapa... —habló sacando el trozo de papel, tratando de orientarse—... por allí hay un lago, ¿vamos? —los orbes zafiro buscaron los rubíes con complicidad, y ambos sonriendo, fueron en busca de ese lago que, aunque quedaba un poco lejos, ellos habían ido para hacer senderismo, ¿no? 


Un Fictober Con Mucha Tinta (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora