Día 27: Árbol

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Pareja: KagaAo personajes animales.
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Taiga salió indignado de su clan, que como futuro líder le tuvieran que imponer un omega que le eligieran sus padres, era algo que no estaba dispuesto a aceptar. ¿Por qué a Tatsuya le dejaron elegir a su propio omega y a él no? No era justo. 

Transformado en su forma animal, corrió y corrió adentrándose todo lo que pudo en el bosque, con tal de desquitar su rabia con cualquier animalillo que se le cruzara o mismamente contra un árbol o cualquier cosa que le sirviera. 

Tan molesto estaba, que cuando divisó un gran árbol robusto, se fue hasta él para golpearlo con su cuerpo y arañarlo con sus garras hasta que sintiera que su rabia disminuyera. Tan ensimismado estaba, que no se percató de algo. 

—¡Eh, tú! ¿Qué demonios se supone qué haces? —una voz ronca resonó por el lugar, e hizo que mirara hacia los lados buscando de dónde se provenía, hasta que levantó su vista—. Has interrumpido mi tan amada siesta, ¿a qué se debe? 

Una pantera con un pelaje negro con tonos azulados oscuros estaba posada sobre una de las ramas del árbol que acaba de servirle como desquite, despertándola en el proceso, notándose molesta. 

—Te he hecho una pregunta, tigre idiota, ¿por qué me has despertado de mi siesta? 

—No sabía que te encontrabas ahí, sólo me sentía molesto y quise desquitarme con lo primero que me cruzara —respondió el tigre—. ¡Oye, y no me digas idiota! 

—Es lo que eres, podrás ser un alfa, pero tienes pinta de ser idiota. ¿A qué se debe tu enfado, minino? 

—Tú también eres un minino —frunció el ceño molesto—. Y eso a ti no te importa. 

—Tienes razón —bostezó—, no me importa en absoluto —se esperezó y se dispuso a dormir tranquilamente nuevamente al sol sobre esa rama. 

—Qué bocazas eres desde ahí arriba, ¿no? Por tu olor puedo saber que eres un omega, y sin marcar.

—¿Y qué si lo soy? Puedo contigo de sobra —lo picó. 

—¿Quieres comprobar cómo puedo contigo en un abrir y cerrar de ojos? 

—¿Qué quieres apostarte? —entró a su propio juego, y de un salto bajó de la rama del árbol. Una vez que pantera y tigre estaban uno enfrente del otro, es que el animal de pelaje rojizo habló. 

—Si te gano, serás mi pareja. 

—¿Ah? ¿Y quién te dice a ti que yo quiero ser tu pareja? 

—Fíjate que no quería que me obligaran a tener una pareja, pero al verte he sentido un flechazo que tú eres mi pareja destinada —obviamente la pantera también sintió lo mismo que el tigre, pero al sentirse avergonzada, no lo mostró tan abiertamente. 

—La llevas clara si crees que voy a aceptar ser tu pareja —y tal cual se había bajado de la rama, se volvió a subir, dejando al felino a los pies del majestuoso árbol, ya que no era hábil para subirse como lo hizo la pantera. 

—¡Hey, no me ignores! —protestó desde abajo. 

—El día que consigas subir a esta rama, entonces aceptaré ser tu pareja —el felino no se dio por vencido, por más que sus grandes garras resbalaban sobre la corteza del árbol y se caía una y otra vez al suelo por no tener la habilidad de trepar a los árboles ya que nunca lo había hecho, es que lo consiguió, sorprendiendo a la pantera. 

—Por fin lo conseguí —dijo victorioso, después de cinco horas y el sol ocultándose—. Tienes que aceptar ser mi pareja, panterita —sonrió—. ¿Ahora dejarás de ir de digno y me dirás tu nombre? Yo soy Taiga. 

—Daiki —respondió, ocultando su rostro entre sus patas delanteras—, y está bien, seré tu pareja, tigre idiota. 

Sí, le había costado subir a ese árbol, y nunca confesaría que le dolían las garras y las patas traseras de tanto intentar saltar, pero valió la pena por tal de conseguir que esa linda pantera fuera su pareja. 

Ahora iría a su casa a decir que sí aceptaba tener una pareja, pero dejando bien claro que él ya había elegido a una pantera un poco prepotente y perezosa. 

Un Fictober Con Mucha Tinta (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora