Día 13: Canción

132 18 0
                                    


Pareja: AoKaga

.

Aomine era una persona bastante tranquila, solía ser difícil sacarlo de sus casillas debido a que tenía una paciencia que se podía caracterizar hasta pasota. 

Era un obsesivo del básket, de los pechos grandes y las revistas de su amada Mai-chan, adoraba hacer el vago y dormirse en cualquier lugar y en cuanto podía, pero ahora en su mente también tenía otra obsesión más: el prominente trasero de Kagami. 

Desde hacía un año se habían hecho pareja, después de tener cierta rivalidad, de llegar a retarse sin parar en un one on one y hasta a veces el punto de llegar a pelearse por cualquier cosa, pero se podía ver que no podían pasar el uno sin el otro. 

Hasta ahí todo era felicidad, pero desde que se enteró que a Taiga le gustaba que su pareja fuera detallista, quería demostrar que él podía serlo y demostrarle que lo quería y era importante para él, por eso, para su primer aniversario, quería regalarle algo especial. 

En seguida descartó las flores, cenas románticas o bombones, ya que los veía demasiado poco originales hasta para él, así que decidió escribirle de su puño y letra y desde su corazón, una letra de canción. 

Y ahí estaba Kise ayudándole a escribirla. 

—¡Mooh, Aominecchi! Ya te he dicho que no puedes poner eso en la canción —exclamó Ryouta al moreno. 

—¿Y eso por qué? Es mi canción, puedo poner lo que se me pegue la gana. 

—Pero es que ¿cómo diablos vas a poner "y te daré duro contra el muro"? ¡Eso no es romántico! 

—¿Por qué no? Si es lo que siento, en cuanto lo vea voy a darle tan duro que no se podrá levantar en una semana —dijo sin ningún tipo de tacto. 

—¡Aominecchi! 

—No te hagas el santo, rubia, que tú bien que le das a tu senpai —el de ojos dorados se sonrojó. 

—Pero no lo expreso así —se defendió—. Por favor, eres muy poco romántico. Tienes que ponerle algo como... —pensó por unos instantes—... como por ejemplo que adoras el tacto de su piel, que como él no hay otro, y que cuando te sonríe, ilumina tu mundo. 

—Eso es cursi hasta para ti, rubia oxigenada. Además, eso no rima, lo que yo he dicho sí rimaba. 

—¡Pero se ve vulgar! 

—Que me dejes en paz, es mi canción, no una poesía de esas que para declarar amor no sabes ni lo que de verdad dice —refunfuñó volviendo a reescribir lo que antes había tachado el de Kaijo. 

—Mira, haz lo que quieras, no sé para qué me pides ayuda si pasas de mí —hizo un puchero de disgusto el rubio—. Si a Kagamicchi no le gusta y te patea, luego no me vengas llorando. 

—Aquí el único que lloriquea eres tú. Ya verás cómo le gusta, tú no conoces a Kagami. 

.

El día de la celebración del aniversario, Aomine no sólo le mostró la canción que le había escrito, sino que también se la había cantado y, para sorpresa después de Kise, a Taiga le gustó toda la canción, hasta ese fragmento vulgar y para nada romántico. 

Efectivamente, el rubio pudo corroborar cómo al pelirrojo le costaba moverse y caminar con normalidad en una semana. 





Un Fictober Con Mucha Tinta (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora