Día 23: Pañuelo

115 15 0
                                    


Pareja: AoKaga.
.

Daiki llegó a su casa después de un candado y duro día de trabajo, aparte de molesto.

Le había molestado que le tocará trabajar en su día de descanso, pero no solamente por eso, ya que no se trataba de un simple día de descanso, se trataba del día de su aniversario.

Y obvio que le sentó mal, ya que tenía preparada una reserva en el restaurante favorito de Taiga para una cena romántica, con un regalo espectacular de un viaje únicamente para los dos (ya era hora que descansarán de los niños) dónde además de de relajarse y disfrutar de la compañía del otro, también habría mucho sexo.

Pero por culpa del idiota cara de zorro de Imayoshi es que tuvo que hacerse cargo de un caso, y se le fastidió el aniversario con su pareja.

El día señalado ya había pasado (debido que era de madrugada), la reservación era para la noche, por lo que ya no habría cena, pero al menos el regalo se lo podría dar.

Aunque ya no sería lo mismo y además, se sentía mal y culpable porque seguro que Taiga también tendría algo para él y se le fastidió seguro.

Al entrar, todas las luces de la casa se encontraban apagadas, era normal porque era de madrugada y su amado pelirrojo estaría seguramente dormido.

Al menos se sintió menos culpable al ver que no había rastros ni en la sala, cocina, refrigerados o hasta en la misma basura, de una posible cena de aniversario sorpresa.

Fue hasta su habitación, que lo que más le sorprendió fue que se encontrará completamente vacía. Se alarmó porque pensó que le podría haber pasado algo a su pareja o a sus hijos y que Kagami no le haya avisado por encontrarse trabajando.

De pronto, su vista fue cubierta por una fina tela que no supo reconocer en ese momento, sus esposas quitadas de la cintura de su uniforme y tirado con fuerza hacia la gran cama matrimonial, a la vez que sentía un peso sobre su cadera y era esposado a la cama.

Si fuera un ladrón o asesino, había bajado la guardia como si fuera un principiante agente de policía, y estaría a la merced de su atacador.

-No creas pensar en descansar, Daiki -la voz ronca y el dulce aroma de su Omega resonó en sus oídos.

-Taiga, ¿a qué se debe esto? -cuestionó con una sonrisa.

-Me has tenido todo el día solo, ahora es momento que me las pagues -notaba algo de molestia en su voz, pero a la vez sonaba melosa-. Era nuestro aniversario y me has tenido abandonado.

-Eh, tigre, no era mi intención, lo prometo, a mí me sentó igual o más que a ti que Imayoshi me haya puesto ese caso para hoy, justo cuando sabía que era nuestro aniversario.

-A ese zorro demoníaco ya le daré su merecido, pero ahora te toca a ti, y créeme que pienso castigarte mucho pero mucho.

-Uhm... Estoy deseando ver ese castigo... -el pelirrojo no volvió a hablar de momento, sólo sintió la húmeda y juguetona lengua de su esposo recorrer su torso ya desnudo debido a su uniforme abierto.

Las lamidas, besos y chupetones fueron bajando de zona, hasta llegar a su erección, completamente dura debido a la excitación de encontrarse esposado, con los ojos cerrados y a merced de su sensual Omega encima de él.

-Taiga, voy a... -Kagami acató la orden, y, con un movimiento rápido, le quitó la venda que cubría sus ojos, que se trataba de un fino pañuelo de color rojo, y se lo ató alrededor de su miembro, evitando así que se corriera.

-Aún no, todavía es pronto para eso y apenas está entrando la madrugada. Te pienso dejar seco -en el rostro de Aomine se dibujó una sonrisa, su esposo era muy pervertido y goloso.

La tortura empezó cuando engulló su miembro a un ritmo primero lento y después rápido. Y lo peor es que no podía ni tocar a Taiga, ni besar ni aliviarse. Cómo deseaba correrse, y por culpa de ese pañuelo no podía...

Kagami se relamió los labios después de dejar su juguete, y esperó unos minutos para esperar que las ganas de correrse de Daiki se bajaran, mientras miraba al moreno de forma lasciva.

-¿Me vas a dejar de torturar? Me estás volviendo loco, Taiga -suplicó ya desesperado, necesitaba tocar a su Omega, besarlo, acariciarlo, amarlo, hacele el amor y correrse dentro de él.

-Has sido buen niño, así que te voy a permitir que entres en mí -los orbes azules brillaron con lujuria al sentir cómo la presión alrededor de su erección era quitada y cómo el pelirrojo se subía nuevamente a horcajadas sobre su cadera, enterrando su miembro en ese válido y estrecho lugar que tanto deseaba-. Pero... Te voy a volver a cubrir los ojos, ya verás cómo te excita más.

Y joder sí que lo excitó, sentir esa calidez y estrechez, a su tigre cabalgándolo, desear tocarlo y ver ese rostro lascivo y provocador y no poder hacerlo...

Solamente con diez embestidas, se corrió. Oh sí, había durado muy poco, cuando él siempre tardaba en saciarse, y Taiga aún ni se había corrido.

-Delicioso -volvió a relamerse los labios-. Pero no me digas que esto es lo único que aguantas, ¿verdad, Daiki?

-¿Acaso no me conoces? Ésto es solo el precalentamiento. Dios, Taiga, me has puesto mucho -el pañuelo volvió a destapar sus ojos.

-Ya lo veo... Siento cómo acabas de ponerte duro nuevamente.

-Para no ponerme -sus manos también fueron liberadas-. Y ahora prepárate, no te voy a dejar dormir en toda la noche.

-La noche es joven -sonrió, envolviendo con sus brazos el cuello moreno.

-Y tan joven -repitió el moreno con una sonrisa pervertida.

Sí, la noche era joven y la tenían entera para ellos, incluso el siguiente día, que lo tenían de vacaciones.

Pero lo que tenía claro Daiki, es que quería nuevamente el juego con el pañuelo para todos sus encuentros sexuales con su sensual y lascivo pelirrojo.

Y Taiga ya tenía en mente, más juegos preliminares para sus próximos encuentros sexuales con su fogoso moreno.

.
.
Ehhh con muchos días de retrasó, pero aquí una compensa de lemon de estos dos candentes bombones. 

Un Fictober Con Mucha Tinta (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora