Día 20: Rojo

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Pareja: AoKaga

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Él siempre se había caracterizado por el color azul debido a su peculiar cabello y al tono zafiro de sus ojos. También porque entre las tonalidades de su vestimenta, estaba el azul junto con los grises y negros. 

Desde pequeño, todo tenía que tener el color azul, los dibujos que hacía en el preescolar eran de color azul, sus zapatillas de básket favoritas, su mochila y su coche de juguete favorito. 

Pero desde que ese niño americano vino de intercambio en su preescolar, ya no le llamaba la atención ni le gustaba el color azul. Ahora, su color favorito era el rojo. 

Y es que, ese niño por nombre Kagami Taiga, tenía unos orbes rojos tan brillantes y llamativos como el precioso rubí, que lo hipnotizaba perdiéndose en ellos cada vez que hablaba con él. 

En apenas sus cortos cinco años de vida, ya se había enamorado, o eso es lo que decía a sus padres y Kuroko-sensei, y decía que Taiga era su enamorado y sería su esposa cuando fueran grandes. 

Aomine, todos los días le regalaba una flor que cortaba del jardín del preescolar junto con un piropo y le decía nuevamente que no esperaba ser adulto para casarse con él, y el pequeño Kagami se sonrojaba y decía y aceptaba que, cuando fuera mayor, sería la esposa del moreno. 

—¡Daiki, mira lo que te traje! —exclamó con emoción Taiga al verlo en la puerta del preescolar. En sus manos, traía una bufanda de color roja, que a simple vista parecía tejida a mano. 

—¿Es para mí? —los orbes zafiro se abrieron de sorpresa y, después del asentimiento del pelirrojo, tomó dicho regalo y se lo colocó alrededor e su cuello. 

—¡Sí! Le dije a mi mamá que me enseñara a tejer pero... —jugueteó con sus dedidos, algo avergonzado—... me dijo que las agujas de punto eran peligrosas y que era algo difícil para un niño tejer, por lo que, me porté muy bien en casa, ayudé a mamá y papá y cada vez que les ayudaba me daban una moneda y junté para poder comprártela, ya que tanto decías que te gustaba el color rojo... 

—¡Taiga-chan! —se colgó de su cuello llorando emocionado—. ¡Eres el más dulce, encantador, precioso y bueno que existe! ¡Muchas gracias, lo atesoraré como el mejor regalo del mundo! —Kagami se sonrojó. 

—Me alegro que te guste mi regalo, es por todas las flores que siempre me regalas tú. 

—¿Cómo no me va a gustar? Si es un regalo tuyo para mí —la tomó y miró sonriendo—. Cuando sea mas grande, te daré todos los regalos del mundo, mi amado Taiga-chan. 

Y, es que cómo no amar el color rojo, si su amado tenía el cabello y los ojos más hermosos del mundo de ese mismo color. Y que conste, que Taiga sería su esposa en el futuro, porque, aunque le gustaba el rojo, más le gustaba Kagami. 

Un Fictober Con Mucha Tinta (KnB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora