La Cesta.

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Llego el sábado y como habíamos previsto Adan apareció en la puerta de mi casa a las siete, en un coche negro y muy elegante, pero ¿quien conduce? él aún no tiene la edad para conducir, en todo caso me iba ha enterar enseguida. Yo me había puesto medio elegante pero siempre en mi linea, pantalones oscuros ajustados con una camisa estilo de seda y mi chaqueta vaquera, un toque informal nunca viene mal, y mis botas de tacón, ya empezaba a resfrescar. Me había tirado la tarde hablando con Elo, estaba muy nerviosa pero en el momento que salí por la puerta de mi casa y lo vi allí apoyado en el coches esperándome con esa maldita sonrisa, que solo hace que me vuelva aún más tonta, se me pasaron los nervios, sentí que debía de ser yo misma para poder conocerlo mejor. Me acerco a él y le doy un beso en la mejilla.

- ¿Nunca dejas de estar guapa?- esbozo

- No me has visto por las mañanas, ¡doy pánico!- exclamé irónicamente mientras me reía.

- No me cabe ninguna duda- respondió sin creérselo y riendo.

Me abrió la puerta del coche y había alguien al volante. Entonces en cuanto Adan entro al coche le susurré:

- ¿Quien es el hombre que conduce?

- Ah claro! Te presento, Ana, él es Mario el chofer de mi padre, Mario ella es Ana una amiga muy especial.- dijo sin poder quitar la mirada de mis ojos.

Me encanto que no pudiera quitar la mirada de mis ojos, pero espera un momento, ¿un chofer?, ¿su padre no conduce o  le es más cómodo que le lleven y le traigan? Y ¿porque él había venido con el chofer de su padre? ¿No lo necesitaría su padre?, Ana para y empieza a preguntar, habéis quedado para eso, para conoceros mejor. Pero no todo el mundo tiene chofer, eso me intriga bastante.

- ¿Donde vamos?- pregunte intrigada.

- Bueno es una sorpresa ya lo verás.- me dijo sin más.

Pasamos todo el camino hablando un poco de todo lo típico su color favorito, el blanco, no lo entiendo ese color en si no es un color, pero él se río de mí cuando le dije que me gustaba el naranja, pero no cualquier naranja me gusta el naranja del atardecer ese que hace que te sientas en la transición entre la tarde y la noche, no sé, tampoco es tan extraño. La comida favorita, la pizza que simple, aunque a mí me gusta también pero como unos buenos raviolis no hay nada, él camino se me paso rapidísimo y de repente me dijo:

-Hemos llegado.

Cuando mire por la ventana me quede alucinada estábamos en el mirador más alto de la ciudad y se podía contemplar toda la ciudad, entonces le miré y solo me salió un simple:

- Gracias!

- ¿Te gusta el sitio?- me dijo emocionado.

- Me encanta- le respondí. Sin poder quitar la mirada de las vistas

- Bajemos del coche entonces. Me dijo mientras abría la puerta.

Estaba tan emocionada que abrí la puerta y salí y me acerqué corriendo al borde del mirador. Me di cuenta que sacaba algo del maletero, era una cesta, cuando se acercó a mí lo pude ver mejor había traído algo para picar.

- Te parece que nos tomemos algo aquí, conozco un sitio donde ponen buena comida.- me dijo mientras levanta la cesta un poco.

- Me apetece mucho ese plan.- le conteste.

En el cielo estaba ese naranja que me gusta y estaba con Adan, en la transición de la tarde a la noche y no podía estar más a gusto.

- Creo que ya entiendo porque te gusta este naranja.- me afirmó mientras miraba el cielo.

- Es increíble, La Paz que me puede llegar a transmitir.- le confié.

Pero ya no podía esperar más, es cierto que por el camino habíamos hablado de muchas cosas pero no podía parar de darle vueltas a lo del chofer.

- Perdona por ser tan curiosa, pero, ¿como que tienes chofer?, bueno tú padre- pregunte un tanto intrigada.

- No pidas perdón, te dije que me gustaría que nos conociéramos mejor y esto es parte de mi. Mi padre es uno de los mejores abogados de la ciudad y normalmente suele ir muy apretado de tiempo y prefiere que le lleven, así puede ir repasando los casos en el coche también. Se tira el día trabajando, sin dedicarnos mucho tiempo a nosotros.- me confesó.

-¿A vosotros?- le pregunté.

- Si, a mis dos hermanas y a mi.- me dijo.

- ¿Asi que tienes dos hermanas?- continúe curiosa.

- Si tengo una hermana mayor que yo, ella tiene siete años más que yo, y luego está la enana de la familia, le saco nueve años.- continuó diciendo.

- Hay mucha diferencia de edad ¿no?- asi era yo curiosa de más.

Se río.

- Si la verdad es que si, mis padres dejaban bastante tiempo de descanso entre uno y otro, y así han llegado a ser unos padres un tonto mayores.- explicó- y tu que ¿tu familia?

- Bueno pues tengo un hermano mayor que yo, y mis padres no son tan mayores aunque tampoco son muy jóvenes, y la verdad es que son bastante permisibles y se adaptan mucho a nuestras necesidades, son increíbles.- le confesé.

- Bueno mi padre es un tanto duro y solemos estar constantemente peleándonos, cree que porque soy el varón de sus hijos tengo que ser perfecto en todo y hacer las cosas tal y como dice, es un tanto agobiante, pero bueno por otro lado está mi madre que siempre me intenta calmar y hacer que entre en razón.

La cosa fue fluyendo de tal manera que cuando nos quisimos dar cuenta de la hora se nos había hecho tardísimo, eran las doce y media y aún tenía que llegar a casa, en mi móvil había varias llamadas perdidas de mis padres.

- ¡Madre mia! Me tengo que ir, mis padres me matan.- dije mientras me ponía de pie y recogía un poco.

- No te preocupes estaremos en nada en tu casa.- dijo recogiendo.

De vuelta se me había olvidado lo tarde que era y volvíamos hablar Adan y yo. Lo estaba pasando tan bien que no quería que se acabara la noche solo quería pasarla con el.

Cuando llegamos a mi casa, bajo del coche y me abrió la puerta.

Me besó. Le besé.

- ¿Entonces esto puede ser real?- insinúe

-  Claro que puede ser real.

Esa maldita sonrisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora