Ash III: Misión

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Capitulo III

«Pov Ash»

~Misión~

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Estar con Misty siempre es cómodo, todo se vuelve simple. Es posible olvidar hasta el más pequeño de los problemas con solo escucharla protestar o algo, si puede que suene muy extraño pero es verdad... Es increíble cómo puede parecerme tierno verla enojada...

Tal vez si me había puesto algo masoquista con el tiempo o es que la extrañé más de lo que quería reconocer...

Ella iba caminando como si nada a mi lado, hasta que mencionó lo de la bicicleta y tuve que detener mi andar...

—¡Pero si tú ya tienes tu bicicleta! —protesté y coloqué las manos en mi cintura—. ¡Yo no te debo nada!

—Si me la debes, que Joy me la reparara no indicaba que te libraras de la deuda conmigo... y con los intereses de tantos años, ya tendría para comprarme una moto.

—Bueno —la verdad, sentía que le debía más que una bicicleta... la miré y la vi sonreír y lo siguiente lo dije decidido—. ¿Y si te compro una moto? —sonreí de lado, encantado por su reacción. ¡La había sorprendido!

—¿Lo dices en serio?

—Claro... —la alcancé y con las manos en la nuca, la pasé— cuando cumplas veintiuno.

—¡Aahh! —protestó detrás de mí— ¡Sabía que te traías algo entre manos!

—¡Claro! —volteé y busqué en mis bolsillos mi teléfono celular. Le quité el bloqueo y se lo extendí.

—¿Qué?

—Mira el teléfono —le pedí y miró el celular sorprendida.

—¿Mañana es mi cumpleaños? ¿De verdad? —negué con la cabeza mientras volvía a guardar mi teléfono— Creo que desde el terremoto ya no sé ni en qué día vivo.

—¡Vaya! —exclamé volviéndome a poner camino a casa pero volteé a verla con una sonrisa—. Dicen que las mujeres pasan quitándose los años, pero esto es muy precoz

—¿Entonces? —lo siguiente de Misty me dejó sumamente confundido, y sentí mis mejillas arden por aquel simple contacto que provocó cuando se sujetó de mi brazo— ¿Qué haremos mañana?

—Bueno... —dije dubitativo tratando de recuperarme, había sobrevivido a misiones extremas no podía ponerme así por una chica, tomé aire y continué—, podemos ir a ciudad Verde y ver que hacemos. ¿Qué te parece?

—Claro —afirmó emocionada apegándose más a mi brazo— ¡salgamos nomás!

La observé de reojo y una sonrisa se curvó en mis labios sin quererlo. Mañana tenía que hacer en ciudad Verde y con esta salida tenía una buena excusa para poder ir a hablar con Lance.

El tono de voz de Lance había sido tan serio que me daba un mal presagio.

Se notó que estaba tan metido en mis pensamientos que no reaccioné hasta que escuché a mi madre soltar un gran grito. Estábamos en casa sin dudas.

—¿Se puede saber dónde estaban? —preguntó señalando el reloj en la pared— Son más de las nueve jovencitos.

—¡Este... señora Delia... —vi a Misty ponerse nerviosa por el tono de voz de mi madre, por lo que decidí interrumpirla ingresando en la casa.

Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora