Ash IV: Entrenamiento

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Capítulo IV

«Pov Ash»

~Entrenamiento~

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La veía ahí colgada, sostenida por sus axilas, de una larga rama de un roble de los campos del profesor Oak con una sonrisa. Ella trataba de todas sus fuerzas de aguantar los quince minutos que habíamos apostado para reforzar su equilibrio para el manejo de la motocicleta, pero a su vez, usaba su fuerza para enviarme uno que otro insulto por los tres pequeños Caterpie que la esperaban en el suelo, si es que decidía bajar de la rama antes de tiempo.

Su mirada furiosa no me intimidaba, al contrario, me daba energías. De esas por las que rogaba la noche anterior para poder decirle adiós sin arrepentirme de nada. Quería darle todo mi apoyo, darle toda la disciplina que había aprendido como Hombre G-Pokémon para que ella pudiera sobrevivir el resto de su vida, sin problemas.

De eso me había convencido, y gracias a la ayuda de Tracey que me informó que Misty estaba en los campos ayudándolo con los Pokémon, decidí llevar a cabo mi plan ese mismo día.

Tenía un mes, y le iba a dedicar cada segundo de esos días a ella.

—¡Vamos Misty! —la alenté— Solo te quedan cinco minutos y quitaré los Caterpie.

—Deja que te agarre cuando baje —gruñó entre dientes, observando como los Caterpie la miraban con curiosidad. Quizás esperando que la pobre mujer les hiciera un cariño en sus pegajosas cabezas verdosas.

—Sabes que no te tengo miedo —le dije sonriendo, y solo pude ver como se enfurecía aún más. Sin dudas, es mejor estar así con ella que de la forma incomoda del día anterior—. Además, el equilibrio es importante para el manejo de la motocicleta, no es lo mismo que una bicicleta, ahí tú regulas la velocidad por tus pies, en una motocicleta es el motor el que debes contener para no salir volando.

—Ya lo sé —bufó moviendo parte de su flequillo anaranjado—, ya lo sé. Sigamos con lo de las reglas mejor —ante eso, volví a abrir el libro que tenía en la mano y busqué la página que estábamos leyendo—. Estábamos en lo de la mirada siempre en un punto adelante, para no perder la estabilidad y manejar con confianza.

—Bien, creo que ya pasamos por las cosas más importantes, deberíamos practicar ahora las normas viales —le aconsejé pero ella chasqueó la lengua por lo que la observé con la ceja derecha en alto.

—Eso es fácil —lucía pensante así que me crucé de brazos—, me las estudié hace tiempo, antes de empezar a viajar contigo, ¿recuerdas? Andaba en una bicicleta, debía conocer más o menos las señales de tránsito para no causar un accidente.

—Wow —exclamé con exagerada fascinación—, tú siempre me sorprendes...

—¡Ja! —protestó— ¡Ve la hora! Ya pasé mis quince minutos colgada de este lugar haciendo equilibrio, ahora quita esos Caterpie.

No le dije nada, solo me acerque a los pequeños gusanitos inofensivos y los acaricié pidiéndoles por favor que se fueran de ahí.

Una vez que se retiraron, la chica cayó con gran agilidad al piso, pero no la suficiente para acertar el golpe que trató de darme.

—¡¡¿Por qué me esquivas?!! —protestó tratando de darme una patada, pero solo giré un poco sobre mis pies para esquivarla— ¡Quédate quieto!

—Ni loco, ahora que puedo esquivarte no volverás a golpearme —me burlé, sacándole la lengua. Se enojó y trató de volver a golpearme pero nuevamente la esquivé, esta vez tomándola del brazo para colocárselo en la espalda e inmovilizarla con el brazo derecho por sobre su pecho.

Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora