—Sí, sí te ubico —le dijo Camila mientras se ponía, con una pizca de coquetería, el cabello detrás de la oreja—. Eres el niño del pelotazo en el hocico.
De acuerdo. La charla no sucedió el mismo lunes, como Cristóbal lo imaginó. Tampoco el martes ni el miércoles: fue el jueves. En los días anteriores al casi viernes nuestro «héroe del pelotazo» no hizo otra cosa más que eludir cualquier tipo de proximidad con la niña que ya consideraba su gran amor; no obstante, eso no impidió que en los recreos la mirara a distancia como un embelesado. Es más, Paulo ya había perdido la cuenta de los «cachamales» que llegó a propinarle para sacarlo del embobamiento que lo mantenía habitando en la luna. Y es que a Cris le temblaban las piernas tan solo pensar lo ridículo que se vería al lado de Camila. Ella, que de lo larga parecía una avispa reina; y él, que todavía no daba el primer estirón, terminarían formando una pareja súper dispareja.
Fue entonces en ese jueves que parecía dar el inicio al otoño, cuando a la mitad del recreo esperaba que la tía del kiosco terminara de prepararle el sandwich de jamón de pavo, que las palabras por fin le nacieron. Paulo, ya cansado de verlo acobardarse, fue quien le dio el empujón necesario para hacerlo chocar con Camila que se encontraba a un metro de distancia, sin la compañía de sus amigas. Ella aguadaba su turno para comprar un jugo natural de manzana. En eso, sintió cómo la nuca de Cris se estrellaba contra su hombro izquierdo. No se enfadó ni le exigió tener más cuidado. Mucho menos exageró. El «accidente», para fortuna del chico, se lo había tomado con humor.
Cristóbal le clavó a Paulo una mirada furiosa, aun cuando en su interior se lo agradecía a gritos. Luego dio media vuelta, pidió las debidas disculpas con cierta torpeza y se presentó.
No tuvo tiempo para pensar si había actuado bien o mal. Tal vez en otro momento se habría juzgado a sí mismo de la peor manera, por su ineptitud. ¿Pero qué importaba, si la respuesta de Camila le sonó como a un coro de ángeles? «Sí, sí te ubico». De un momento a otro la vida se le tornó primavera, los pajaritos entonaron una melodía a los dioses y el sol, resplandeciente, volvió a calentar para ser el de siempre, el grandioso, el que suele aparecer en marzo y se mofa de los estudiantes que aún desean vacaciones. ¡Adiós con los chicos mayores y populares! ¡Jugando al fútbol Cris se había ganado la atención de la hermosa Camila! Pero dos segundos después, algo extraño y desmotivador se volvió más importante: «eres el niño del pelotazo... en el hocico». Sin duda que algo olía mal.
—Fue en la mejilla —aclaró Cristóbal, un tanto confundido.
—¿Estás bien?, ¿te dolió mucho? —la dulzura con la que preguntó fue tal, que poco faltó para que extendiera su mano y le acariciara la cara.
—Sí. ¡No, no! O sea, a mí eso no me duele, po' —y adquirió un poco más de seguridad—. Ya sabrás que en este deporte hay accidentes peores. Lo del viernes no fue nada.
—Se vio fuerte el golpe. Hasta a mí me dolió.
—Pero tú... —frunció el ceño— no estabas mirando.
Camila tomó un respiro y, viendo que sus palabras dolerían siete veces más que el pelotazo en la mejilla, contestó:
—Un niño de tercero medio te grabó en su celular. Ayer subieron el video a Internet como «Pelotazo en el hocico». Lo siento.
Si Cristóbal hubiese sido un avestruz de seguro ya tendría su cabeza bajo tierra. Admiraba a todos los animales que contaban con la capacidad de esconderse, camuflarse o enterrarse en las profundidades de este mundo cruel, mas ahora los envidiaba. Sí que los envidiaba, y desde las entrañas porque tampoco se veía ofreciéndole puñetes al responsable del video, por mucho que lo deseaba. Contra un chico más grande nada podría hacer. Se sentía como un chimpancé, como el hazmerreír del colegio y prontamente como el tonto de la ciudad de San Romeo.
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DICCIONARIO CHILENO
- Cachamal: golpe dado con la mano abierta en la parte posterior de la cabeza de otra persona.
- Tío/tía: se ocupa para reemplazar el "usted". No significa que exista un parentesco de consanguinidad. Los niños y los jóvenes suelen usarlo para dirigirse a los padres de los amigos.
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Jerónimo sin cabeza [COMPLETA]
Teen FictionEn la ciudad de San Romeo nadie es tan valiente como para ingresar en el bosque. La leyenda local cuenta que allí habita una bruja que decapita a todo humano que osa adentrarse en la espesura de los árboles. Además de los supuestos avistamientos del...