Pasaban el rato con una entretenida conversación, cuando Cristóbal salió disparado a abrazar a Jerónimo.
«Mi compadre», dijo el fantasma al estrecharlo. Traía una cara llena de paz y de dicha. De inmediato se acercaron al grupo que rodeaba a Tenanye.
—Chicos, se los presentó: él es Jerónimo —dijo Cris.
—Antes de darle mi mano, ¿ustedes son tan helados como se dice? —preguntó el Petiso Álvarez con una cuota de adrenalina.
—Soy un Gasparín distinto —Jerónimo le sonrió con afecto y le dio un cálido apretón de manos. Lo mismo hizo con Paulito que se mostró más seguro. Después se dirigió a Camila—: Oiga, es un gusto hablar con la señorita que embellece los sueños de mi amigo. Y déjeme decirle, con mucho respeto, que usted es una mini Audrey Hepburn —los chicos se miraron y rieron sin saber de quién hablaba—. ¿Dije algo malo? Ah, supongo que no la conocen. Desde hace mucho que no veo películas y ahora ella debe...
—No se preocupe —dijo Camila—. Mis papás, que son clásicos, siempre me dicen que me parezco a esa actriz.
—Jerónimo, te acaban de decir viejo —bromeó el Doctor Cupido.
—No importa —se lo tomó con humor—. Me lo dice alguien que a futuro tendrá una cara de princesa. ¡Caramba!, si esto es como un cliché de cuentos de hadas.
—¿Pasa algo malo con los cuentos de hadas? —Tenanye paró las antenas (una forma de decir porque las hadas no las tienen. Solo las sacan al convertirse en mariposas).
—No. Nada malo, mi amor.
Siguieron las risas, las bromas. Pero había algo que a Cristóbal lo entristecía.
—Será la última vez que nos vamos a ver. El Doctor dijo que sería para despedirnos. ¿Existe la posibilidad de cambiar los planes? —preguntó, logrando que el silencio se apoderara del lugar—. ¿Jerónimo?, ¿Tenanye?... ¿Doctor?
—Amigo, soy un fantasma, el alma de un hombre que no puede habitar por siempre en un mundo de seres elementales —contestó Jerónimo—. Tengo que ir a otro lugar, que es el cielo. De ahí es donde viene el Doctor.
—Yo también me iré —dijo Cupido—. Puedo hacer más desde allá que estar todo el tiempo recorriendo universos paralelos.
—Al bosque yo le debo demasiado, y más porque me perdonaron —expresó Tenanye—. Las cosas están volviendo a ser como siempre debieron ser. Titania es una reina maravillosa; y por mucho que ella me diga que puedo seguir habitando con mis hadas hermanas, algo me dice que quiero estar fuera... con Jerónimo. Podré visitar este lugar cada vez que lo desee, pero el Doctor ya habló de mí para que yo también pueda entrar al cielo. Sin penita, mi Cris.
—No, claro que no —contestó conmovido—. ¿Ahora vamos a tener de esos momentos en que ustedes se van hacia una luz brillante, con coros de ángeles que los esperan y... los que se quedan se despiden y lloran de emoción?
—Sé a lo que te refieres, y créeme que también evito toparme con aquellas escenas hechas pa'l lagrimeo —dijo Jerónimo—. Tengo una idea mejor. Resulta que el Doctor, de las variadas esponjas que atrajo con su genial, súper y cototo imán que, de hecho, nunca lo vi, también agarró balones que al parecer no fueron reclamados por nadie. Pues bien, a unos metros de distancia tenemos unos cuantos adentro de un saco. Cri, nos prometimos un partido, ¿te acuerdas? Una buena pichanga —los chicos celebraron con entusiasmo—. ¡Alto!, ¡esperen! En esto eligen siempre los mejores. De acuerdo, Paulito, me dijeron que tú eres la estrella. Un cachipún entre los dos para ver quién parte. Ca-chi-pún. Oh, lo siento: fuiste muy lento. Yo saqué piedra y tú nada, así que parto yo. Mmmm... me quedo con Cristóbal y Camila. ¡Oh! Lo siento de nuevo. Ya no te queda más por elegir. El Doctor es el árbitro, de modo que los tuyos son el Petiso y Tenanye. De acuerdo, equipo, ¡esto es Deportes San Romeo contra los malos pa' la pelota!
La alegría estuvo presente durante cada segundo del juego. Rieron a carcajadas con las locuras del fantasma, las pillerías del hada y las cincuenta tarjetas rojas que Cupido le mostró al idiota que, con o sin cuerpo, era de igual forma un mono chistoso. El partido acabó con un «último gol gana todo», anotado por Paulito que se sacó una tijera felina y de lujo, y que hizo que Jerónimo atrapara a Tenanye pero ni de cerca el balón.
Sobre la inevitable despedida, es obvio que fue una en donde las lágrimas se hicieron presentes; pero hablamos de lágrimas felices. Es más, el abrazo entre el fantasma y Cristóbal duró una eternidad. Y es que el pequeño nunca antes había sentido que alguien le transmitiera tanta paz y cariño. Fue una calidez envolvente, risueña. Un acontecimiento indeleble y a la vez tan indescriptible como lo señalan los relatos de aquellas personas que han vivido una experiencia cercana a la muerte. Esa tarde de mayo, antes del adiós definitivo, Jerónimo se encargó de regalarle a Cris la mejor de las pichangas. El chico nunca la olvidaría.
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DICCIONARIO CHILENO
- Cototo: notable. Que algo es bueno o extraordinario.
- Cachipún: clásico juego infantil de "piedra, papel o tijera".
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Jerónimo sin cabeza [COMPLETA]
Подростковая литератураEn la ciudad de San Romeo nadie es tan valiente como para ingresar en el bosque. La leyenda local cuenta que allí habita una bruja que decapita a todo humano que osa adentrarse en la espesura de los árboles. Además de los supuestos avistamientos del...