—¿Pesadilla, amigo? —preguntó Jerónimo— Imagino lo que debe ser para ti encontrarte en este bosque encantado y con un sinfín de horribles criaturas mitológicas. Tranquilo, también me asusté un poco al principio. Un tipo tan guapo como yo, entre tanta fealdad, es obvio que también tuve mis pesadillas. Ah, con Cuerpo prendimos esta fogata, te sacamos esa ropa mojada y la pusimos a secar. Él hizo un buen trabajo al formar el cordel de hojas. Técnicas de supervivencia.
Cristóbal se tocó el brazo derecho y después la panza, y en una brusca reacción intentó ponerse de pie al darse cuenta que era cierto: no llevaba la ropa puesta. Solamente una chaqueta de mezclilla que le colgaba desde el hombro izquierdo hasta los muslos.
—Calma, pequeño —Jerónimo lo detuvo—. Tienes mi chaqueta puesta, o la de Cuerpo. Como quieras verlo. En fin. Tuvimos que arroparte con eso. La cuestión es que, por ser un fantasma, no se nos moja. Y no, no es que sea a prueba de agua. En realidad es la que llevaba puesta cuando me convertí en ectoplasma. Supongo que la verdadera se fue en el ataúd. O tal vez ya la vendieron... Abrígate. Aprovecha que te queda grande y cúbrete lo más que puedas: debes mantener la temperatura. Además que ya son bien pasaditas las diez de la mañana, y con este sol tu ropa estará seca dentro de poco.
También nos tomamos la licencia de abrir tu mochila, sacar tus cuadernos para ponerlos a secar, y nos encontramos, aparte de unos lentes, con un pañuelo bastante grande. Espero que no te moleste que me lo pusiera en el cuello. Es que tenía que tapar el corte. No quería asustarte otra vez, así que por eso me ves aquí, sentado y completo. Aunque te recuerdo que... no lo estoy.
En efecto, Jerónimo le había dicho al cuerpo que se unieran por un momento para que Cristóbal no se llevara otro impacto al retornar. El pañuelo blanco, un tanto húmedo, lo ocupó como lo usan los vaqueros. Y demás está decir que el cuerpo gesticulaba más de la cuenta al tratar de ir acorde a las palabras de la cabeza, lo que se veía ridículo. Algo que a Cris, incluso, le sacó una tímida sonrisa.
—¿Usted me va a hacer daño? —preguntó Cristóbal aún temeroso.
—No —lanzó pausadamente.
—¿Me va a cortar la cabeza y se la va a colocar?
—...Nooo —lo alargó un poco más.
—¿Usted es malo?
—Nones —acortó.
—¿Usted es bueno?
—Sí —levantó las cejas y dibujó una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Y por qué?
—Porque no soy malo —cambió el rostro a uno ceñudo.
—¿Y por qué?
—Porque soy un fantasmita bueno —volvió a mostrar una sonrisa extendida.
—¿Y cómo?
—Caramba, amiguito... ¿Me sigues temiendo o no?
—No sé... supongo que un poco.
—¿Cuál es tu nombre?
—Yo... bueno... Cristóbal. Mi nombre es Cristóbal.
—Entonces, Cristóbal, para la otra ponle tus datos a los cuadernos porque tu libreta era la única que los tenía y se anduvieron borrando con el agua. Hasta este minuto suponía que te llamabas Cristián. Por cierto, mi nombre es Jerónimo —el cuerpo le extendió la mano—. Vamos, que el brazo no es el que está suelto (el niño escondió la suya un poco más). Está bien. Si no quieres no te presionaré.
![](https://img.wattpad.com/cover/202443676-288-k844253.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Jerónimo sin cabeza [COMPLETA]
Novela JuvenilEn la ciudad de San Romeo nadie es tan valiente como para ingresar en el bosque. La leyenda local cuenta que allí habita una bruja que decapita a todo humano que osa adentrarse en la espesura de los árboles. Además de los supuestos avistamientos del...