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El oficial Twedledee había sido el encargado de abrir la oficina esa mañana. La niebla se había apoderado de los sillones y por la ventana que había quedado abierta entraba brisa tatuando las gotas que traía consigo en toda superficie que se le atravesaba. Twedledee se agachó para buscar en los cajones algo con qué encender la chimenea, solo podía tantear ya que aquella mañana apenas lograba colarse algo de luz de aquel cielo tapizado de nubes.

Se sintió nervioso de repente. El escritorio acaparaba todo su campo visual pero casi estaba seguro de haber sentido algo rozar en la alfombra húmeda y no habían sido sus pies. Incluso creyó que su respiración no era la única en aquel sitio. Quiso disimular su temor pero la verdad es que le temblaban las manos y trataba de no moverse para no hacer ningún sonido. Eso lo hizo sentir estúpido y cobarde, así que decidiendo que no había nada qué temer cambió su actitud.

Dejó los cajones y se levantó para entender qué estaba sucediendo, pero lo que vio lo hizo dar un brinco hacia atrás y caer sobre el archivador con el corazón en un puño.

Entre las tinieblas frente a él, envuelta por una capa de neblina espesa, se distinguía la figura de un hombre de saco y sombrero.

—¡Hey! —El hombre se quitó el sombrero y corrió a ayudarlo apenas lo vio caer. Era la voz de Twedledum, su hermano gemelo—. ¿Qué te pasó? Pareciera que hubieses visto un espectro.

Twedledee lo empujó y se terminó de levantar por su cuenta.

—Es ese sombrero que traías, estúpido. Me ha parecido idéntico al que conseguimos en el caso de la niña en Casa Uno.

—¿Me estás diciendo que ese sombrero no lo has traído tú? —preguntó su gemelo.

—¿Me estás diciendo que lo que me tratas de decir es que no lo has traído tú tampoco?

—Por supuesto que te estoy diciendo que lo que te trato de decir es que no lo he traído yo. Lo encontré en tu escritorio.

Y así, el silencio se acomodó junto a los gemelos. La niebla parecían más densa, la ocuridad más impenetrable, y ahora ambos compartían la misma sensación de que algo no estaba bien, de que no estaban solos.

Motivo para matar [COMPLETA📚]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora