Mirabas ese cielo, amabas esas manchas, las tocabas con tus dedos, las disolvías con sus pestañas.
Bailabas entre las curvas, de un sublime paraíso; hasta en las zonas más oscuras, brincaban tus rizos.
Mirabas las estrellas, brillando en cada lugar, las mirabas, tan pequeñas, ellas no necesitan escapar.
Las observé anhelando, y me pregunto ¿cuál de esas eres?, te lo digo titubeando: ¿cuál de esas prefieres?
Contestaste tan ligera, como el viento matutino; con tu hermosa voz dijiste: "Tú, sin duda alguna".