Tu confesión son garras alrededor de mi cuello. Me asfixia, me hiere desgarra mi cuello. Las horas pasan, aprietas más fuerte.
Sobre mi pecho has colocado tu filosa rodilla. Me oprime, me corta el aliento, me sofoca.
Tus palabras cierran mis pulmones. Me convulsiono tratando de tomar aire. No logro respirar.
Y por dentro mis entrañas se retuercen de culpa. El tiempo galopa en esta pesadilla nocturna.
Huye de mi ansiedad, de mí estrés, de mi culpa.
Mi mente me tortura: "¡Prometiste ayudarle!". Lloro desconsolada porque ya es demasiado tarde.
Mis palabras pudieron antaño salvarte, pero se paralizaron, se congelaron, mi incompetencia me volvió muda.
No hay palabra que describa la inmensa culpa que siento.
No fui suficiente. Y me disculpo por eso.