Capitulo 26 Conclusiones.

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Entonces justo en ese momento era cuando Cristina se quedó atónita al presenciar cómo el hombre misterioso de la gabardina le succionaba con sus tentáculos la sangre de este Eduardo, desde el cuello. Ella entre lloriqueos y un mar de desesperación se empezó a manosear su cuerpo  de manera rápida como si fuese un cliente de alta clase que pagase sus mil pesos por manoseo a una chica hermosa y de largas curvaturas. Entonces encontró en su sostén el revolver de calibre veintidós, el mismo revolver que portó este Eduardo y entonces se quedó quieta como una reina en un tablero de ajedrez, hasta que apuntó de manera descarada hacía la frente de Eduardo, el hombre misterioso sonrió ruinmente en lo que esta se tomó su debido tiempo para dar practica su decisión o mejor dicho la decisión que va a tomar la bala al salir del arma de fuego. Al escuchar el estruendoso y justiciero ruido del arma.

Poco poco levantó el arma, sin ningún tipo de miedo ni de remordimiento, era obvio que lo hacía por supervivencia misma y no por salvar a su querido y apuesto caballero.

Entonces dió el primer disparo y luego el segundo y el vidrio se hizo añicos. Y así tan rápidamente ella misma se hizo daño por que las balas rebotaron contra estas mismas como si fuese un tipo de brincolín o algo así por el estilo. Cayó al suelo esta Cristina y el arma por obviedad también cayó al suelo, entonces se quedó ahí arrinconada como una niña asustada con la presión en el pecho en lo mas alto que se pudiese y entonces volteo hacía el vidrio y no lo podía creer; en lugar de ver a su querido y futuro ¨marido¨ se centró con ella misma arrinconada muerta, completamente muerta, era su propio reflejo. Y junto al lado de ella estaba el hombre misterioso flotando como un fantasma y abajo de su gabardina portaba unos tentáculos, estaba mirando fijamente el cuerpo de Cristina y esta herida se quedó atenta a la tragedia que estaba ocurriendo en ese preciso instante. No quitó su mirada, su horror detrás del otro lado de los espejos que impedían la entrada de ambos lados, de ambos lugares.

En este preciso instante todo cambió completamente, Cristina  se encontraba allí débil como una luciérnaga en busca de oscuridad durante la temporada primaveral. Eduardo consiente de lo que andaba sucediendo en este preciso instante, empezó a oír algo extraño pero  era completamente verdad de lo que había oido.

—¡Te daré una maldita oportunidad joder, solo tienes que hacer caso a mis indicaciones! —Inició el hombre misterioso.

—¡No-pued- de- ser! —Contestó Eduardo.

—¡si no lo haces entonces lo haré yo! —Puntualizó el hombre extraño de la gabardina.

—¡Joder esa puta no te quiere, joder, y nunca te va a querer tienes que pensarlo muy bien maldita sea, muy bien de lo que es lo que vas ha hacer! ¡Quítate la maldita venda de los ojos, solo esta jugando contigo! —Dijo el hombre misterioso de la gabardina.

Y En efecto, Eduardo lo sabía ahora lo sabía a la perfección que lo trataba de convencer de alguna forma, e inclusive no sabía por cuál era el motivo pero tenía que hacerlo.

Y en ese preciso instante se empezaron a romper todos los espejos en donde se encontraban y lodos estaban en el suelo completamente. Parecían tablas podridas, y en ese momento en un mar de debilidad empezó a renacer el resplandor del día y en efectivo mis lectores el ultimo día había iniciado.

3:33Donde viven las historias. Descúbrelo ahora