Capitulo20:Recuerdos.

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Entonces, después de quedarse un largo rato presenciando  el gran paisaje, nuevamente surgió la reacción de ambos.

—¡Joder, estamos desnudos! —inició Cristina.

—¡Mierda, tienes razón! —respondió Eduardo.

Se regresaron adentró de la casa, se pusieron nuevamente la ropa, (en este caso Eduardo la misma ropa),  y Cristina decidió ponerse una lencería diferente, unos jeans apretados sandalias de color rosa, y una blusa delgada muy delgada del mismo color que las sandalias.

Ella con el pelo corto y con su ropa lista le hace la siguiente pregunta a Eduardo:

—Vamos por ese hijo de puta, ¿te parece? —Dijo Cristina de manera alegre y despreocupada de la situación.

—¡Joder, pues claro que vamos a por ese hijo de puta! —dijo de entusiasmado Eduardo.

Al salir nuevamente de la casa de Cristina, por la puerta principal, Eduardo notó con una actitud completamente nostálgica  de incredibilidad  al no poder entender de que como era posible de que su auto estuviese ahí estacionado en la acera, (o lo que quedaba de ella). Cristina  con su actitud juguetona como si no hubiese pasado nada fuera de lo normal preguntó.

—¿Vamos a subir?, ¿o a quién estas esperando?—preguntó Cristina.

—A nadie, pues subamos ya —terminó Eduardo.

Eduardo no sabe cómo subir a su auto pues este al dar unos cuantos pasos se percató de que su maravilloso coche tenía los seguros puestos y no disponía de la llave original y  ni mucho menos el de una copia para poder acceder al vehículo. Pero también por obra de magia buscó ( consciente) en uno de sus bolsillos de su pantalón y encontró las llaves y aparentemente las originales; sin darle mas rodeos  a sus ideas tan incrédulas abrió la puerta de su auto se metió en el y le abrió la puerta a su querida y sexy acompañante.

Una vez dentro del coche, este procedió a incrustar la llave y giró esta para poder escuchar el ronroneo del Pontiac.

Este procedió a acceder al movimiento del cerrojo del auto y quitó el freno de mano, y presionó levemente el acelerador del coche  y pasó a primera en la palanca.  Y este pasó a dar una vuelta de lo más natural con su sexy acompañante. <<Recordando los viejos tiempos>>, se dijo a sí mismo mientras ahora pasaba a segunda en la palanca de velocidades y nada más a simple vista se veía como pasaban rápidamente de manera espontánea las casas en las que se encontraba Eduardo y Cristina.

—¿Bueno en qué es lo que estas pensando? —preguntó Cristina.

—Bueno.... En viejos recuerdos, ya sabes tu y yo nada mas —respondió Eduardo.

—Ohhh joder, ni me lo recuerdes o al menos que me quieras incitar al sexo en tu coche —dijo de manera burlona esta Cristina.

—-¡Ja!, puede que tengas algo de razón, pero este no es el momento para follar en mi auto, ¿sabes? —dijo en forma sarcástica Eduardo, mientras iba con mucha concentración al volante.

—Pues claro joder,  sigue manejando —terminó Cristina.

Eduardo decidió de manera un poco más apresurada pisar mas a fondo el acelerador y pasó directamente ha tercera y después de un par de minutos en los que pasa casas, casas, y mas casas paso directamente hacia cuarta, y entonces el carro iba más rápido. En lo que él Pontiac Trans am de Eduardo aceleraba , el pensaba levemente en  cómo  conoció a Cristina.

Todo fue muy casual en un 20  de Febrero, justo cuando Eduardo estaba con su grupo en el acto cívico  para poder nada mas escuchar a la banda de guerra hacer lo suyo que es usar los instrumentos, como los tambores, y trompetas a todo trapo hasta que te revienten los tímpanos, y por pura ¨casualidad ¨, se fijó en una chica de estatura 1.58, delgada con pelo largo y castaño y de ojos del mismo color que su pelo con sus pechos (no al aire), pero si muy visuales en el uniforme que portaba en aquel entonces.

3:33Donde viven las historias. Descúbrelo ahora