Capitulo 31: ¨El trato¨.

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Entonces en ese momento el hombre misterioso disponía en comerse su apetecible y agonizante presa, pero Cristina lo sorprendió a sus espaldas clavándole el un cuchillo de cocina afilado. El monstruo cayó de manera chistosa e insignificante, mientras que de forma sanguinaria, Cristina con el cuchillo  en su mano izquierda le clavo uno, dos,  tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once veces el cuchillo en el craneo hasta que logró visualizar que había sangre por todas partes, en su hermoso cuerpo desnudo, en el casi cadaver de Eduardo; absolutamente en todas partes a como de lugar y eso que no estaban grabando en un set cinematográfico queridos lectores y lectoras.

Eduardo con las pocas fuerzas que le quedaban, solo pudo ver  la cabeza del monstruo sin rostro a tornarse una cara: primero era la del padre Carlos, después la del hombre misterioso de la gabardina, después la de Cristina, y por ultimo la de su querida esposa Sara.  Y con el cuchillo clavado notó como sus ojos no tenían vida. y se había llevado a su mujer, para siempre.

Después Eduardo buscaba a Cristina para poder brindarle sus últimos suspiros. Pero cuando vio hacía enfrente vio que la casa estaba en llamas y de repente empezó a escuchar a lo lejos una ambulancia en ayuda y  otra  que era una patrulla. Aparecieron varias personas y Eduardo sintió varias manos que manoseaban de manera consoladora en su cuello y sin duda era Cristian en ayuda. Eduardo escuchó que Cristina estaba hablando con uno de los paramédicos y solo escuchó algo que nadie quiere escuchar mis queridos lectores...

—¡Joder este tipo no creo que se recupere tan pronto! — Dijo el paramédico.

Mientras se fueron rápidamente  al hospital general de Valle Bravo. Al llegar a la sala de urgencias, un medico visualizo el estado de Eduardo, al ver lo que estaba presente; el medico no usó sus buenas vibras ante el paciente así que le dijo a Cristina:

—¡Vaya despidiéndose de el de una buena vez! —Dijo el medico

—¡Por lo menos haga algo al respecto carbón! —contestó Cristina, sollozando en un gran mar de lagrimas, completamente saladas. El medico se puso en marcha con nuestro querido paciente, en ese momento Eduardo no sentía nada absolutamente nada, solo manos de un lugar a otro, utensilios médicos pasar de unas manos a otras por doquier sin cesar como si fuese intercambio del día de gracias; en lo que sentía las manos milagrosas haciendo su magia solo abrió y cerro los ojos. De repente llegaron  unas manos disfrazadas con guantes de látex, le  pusieron una mascarilla con aire en la nariz  de Eduardo. Eduardo pudo ver como esas mismas personas trasladaron a nuestro protagonista a un cuarto privado del mismo hospital.

Pasaron varias horas interminables (para Cristina) hasta que el medico terminó con su labor y por obviedad salvó la vida de nuestro querido protagonista. Cristina se encontraba detrás del espejo en el cuarto de Eduardo. Estaba más tranquila; por lo menos lo suficientemente tranquila para poder hablar con el medico sobre el estado de Eduardo.

—¿Cómo esta? —inició Cristina.

—No voy a mentirle señorita, pero su estado es muy difícil que se recupere, tardara por lo menos unos 6 meses. Y después ya puede estar en su casa cómodamente a seguir con su tratamiento indicado — Contestó el medico.

Cristina al ver la reacción  del medico, esta se quedó mas tranquila de lo normal y entró al cuarto de Eduardo. Se sentó en una de las sillas al lado de la cama, el cuarto era hermoso completamente blanco con aire acondicionado; Cristina se imagino de repente que sería una escena completamente perfecta para una escena pornografica pero su imaginación no pudo indagar mas por que los ojos de Eduardo se abrieron por completo con mucha simpatía y energía como nunca los haya visto jamas en su vida.

—No te preocupes, todo va a estar bien hermoso, pronto tendrás tu sorpresa —inició dulcemente Cristina.

—¡Joder! ¡Después de todo el plan funciono! —contestó débilmente Eduardo pero a la vez de manera bobalicona como de costumbre.

3:33Donde viven las historias. Descúbrelo ahora