Capitulo 27: Ultimo dia.

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—¡Qué hermoso día joder! —dijo con alevosía Eduardo, mientras miraba hacía la puerta principal de su horrenda casa como es que el sol hacía su magia. Nuevamente miró a Cristina y ella estaba completamente aterrada por lo que había visto, por lo que había presenciado. Por todo. Eduardo fue encaminado en su ayuda mientras que esta miraba hacía todas partes como una cigüeña. Cuando llegó, esta le dijo lo siguiente.

—¡Eduardo hazme caso ya hay que matar ha ese hijo de puta!

—¡Pero, pe.....! , ¡Cómo! — contestó Eduardo.

—No lo sé, pero al carajo al carajo tú también aquí tengo un arma podemos utilizarla para poder joderlo.

—Eso no funcionara ya lo he intentado, De hecho esa es mi arma.

—Joderr no me importa ve al patio y consigue algo de utilidad maldita sea —Ordenó Cristina.

—¿Como qué? —Preguntó Eduardo.

—No se coño lo que sea pero hoy es el ultimo día, su ultimo día para ese desgraciado, y más vale que lo aproveche por que también será su ultima noche.

—Entendido señorita.

Y entonces este Eduardo rápidamente se dirigió hacía el patio de la casa para poder tomar un arma por lo menos que le ayudase a defenderse, y ustedes se preguntaran, ¿que clase de arma?, no lo sabemos tendremos que seguir leyendo estos renglones para poder seguir con la magia, ¿no creen?

Entró en el área del patio y empezó a recorrerlo como todo un arqueólogo, y al a vez como un turista que acaba de perder a su hijo en pleno paseo, buscando por todas partes con el corazón en la garganta, hasta que logró visualizar a larga distancia un machete desgastado arrinconado en la esquina de la entrada del sótano. Lo tomó y de manera apresurada corto unos zacates para determinar si el filo estaba en su punto perfecto en el que Eduardo pensaba. Y adivinen que mis queridos lectores, el machete a muy apenas podía cortar, no mucho pero sí lo suficiente como para poder hacer daño a esa monstruo que los acechaba constantemente.

Entonces con una pizca de arena en un frasco que se llama seguridad; se dirigió de manera rápida nuevamente hacía donde se encontraba Cristina ya preparada con el arma de fuego.

—Bien.. ¿Ahora qué hacemos? Preguntó Eduardo.

—Esperar —Contesto Cristina.

Era más que obvio que a Eduardo no le quedaba de otra. Había algo que no quedaba, algo mas que esperar su realidad, su oscura y terrible realidad en lo que su acompañante estaba reposando por la herida que tenía, Eduardo empezó a cocinar, algo que en su puñetera vida había hecho jamas.

Al fin y al cabo hizo lo mejor que pudo- como lo hizo en su luna de miel con su mujer-, entonces empezó a sacar cuatro huevos del refrigerador, y un kilo de tortillas, sacó dos sartenes de los gabinetes y los colocó en la estufa, prendió esta misma y hecho las dos yemas en el primer sartén y con una espátula también sacada de unos de los cajones. Empezó a revolverlos lo mejor que pudo en lo que estos sonaban constantemente y burbujeaban y luego a Eduardo se le olvido hacer algo pero su querida acompañante se lo recordó con un fluido y leve grito.

—¡Te falto el aceite!.

—¡JODER!

Nuevamente empezó a buscar entre los gabinetes para haber si había comprado su mujer el aceite y mas para estas mismas ocaciones; al ver que no encontró nada procedió a buscar por encima de la estufa a ver si había algo pero sin éxito alguno. Después siguió indagando en los cajones y por suerte logró ver el aceite, lo destapó de manera rápida y puso cierto nivel de liquido en este mismo. Y escuchó como el mismo huevo que estaba en el sartén cobró mas ruido al introducir el aceite. Y entonces por primera vez nuestro protagonista estaba cocinando de verdad. Pero le invadió una tristeza inmensa tan inmensa como si estuviese masturbando a una puta y esta se viniese con mucha locura. Qué estaba cocinando para esa <<Zorra>> y no para su amada que Eduardo ya la había dado << y seguirá dando>> por muerta.

Después de cierto tiempo revolviendo la yema que estaba en el sartén por fin metió unos buenos pedazos de tortilla, partidos de muchos pedazos, parecía un rompecabezas mal hecho, pero era comida a fin de cuentas. Entonces empezó nuevamente hacer el mismo proceso, revolver, revolver, y revolver.

Hasta que dió terminado el resultado nuevamente se dirigió hacía los gabinetes y sacó dos platos y con la misma espátula empezó a sacar los huevos con tortilla calientes y muy bien hechos como si fuese por arte de magia, en lugar de dárselo a su amada puta este Eduardo decidió por parte del egoísmo comérselos en lugar de dárselo a la dama.

Entonces nuevamente empezó hacer el mismo proceso. Pasaron los minutos hasta que nuevamente sacó el mismo resultado y con el plato listo en mano y con la espátula empieza a transportar la comida hacía el plato y dárselo a su amada, con la cara medio enojada y un tanto callada. Ambos no pronunciaron palabra Eduardo terminó su comida mientras que Cristina estaba en proceso, entonces Eduardo fue hacía la cocina apagar la estufa y nuevamente estar enfrente de Cristina y volvió a pasar lo mismo nada de nada. Pero sin embargo Eduardo no era tan malo, después de todo en lo que Cristina estaba comiendo, Eduardo la esta vendando la herida o mejor dicho rasgada por culpa del arma de fuego. En lo que ella estaba probando bocado, Eduardo se fijó en el arma de fuego y se dió cuenta de que estaba cargada pero quien sabe cuantas oportunidades tenía para hacerla estallar.

—¿Entonces qué planes tenemos? —inició Eduardo.

—¡Cargarnos a ese hijo de la chingada de una puta vez! —Terminó furiosamente Cristina.

Entonces nuevamente el silencio estaba presente, no sabía Eduardo que decir solamente observaba como un conejillo de indias; pero había algo que no sabía Cristina y era el trato que el hombre misterioso le rogaba con mucha lujuria a Eduardo. Y Eduardo lo sabía pero no podía tomar la decisión todavía, habían muchos pensamientos en su cabeza y se le estaba acabando el tiempo.

<<¡Joder se que los dos lo queremos, pero..... Como joder cómo!>>.

Entonces siguieron platicando nuevamente. Eduardo le empezó a  Recordar de todas las travesuras que hacían cuando estaban en su instituto, y de las cuales ambos lo extrañaban y en verdad los dos se querían demasiado pero el único problema era de que Cristina solo quería divertirse de manera solterona, follarse hasta donde su cuerpo le permitiese mientras que Eduardo estaba ¨casado¨ y por la misma iglesia. Pero en fin cayó la noche y ambos ya estaban completamente preparados para la ocasión, Eduardo con su machete en mano y Cristina con su revolver.

Entonces empezaron los problemas todo empezó a tornarse oscuro ( por la culpa  del hombre misterioso que este apresuraba el tiempo de manera intrigante) y de repente pasó por todos lados. Cristina y Eduardo estaban atentos y eso que Cristina estaba herida todavía por su disparo que había recibido de su arma, entonces esperaban pero no sabían que era exactamente lo que estaban esperando; pero eso si sus cinco sentidos estaban preparados para lo peor, para el terror absoluto o podría ser que también para el ¿negocio absoluto entre Eduardo y el hombre misterioso de la gabardina?.

Entonces llegó el hombre misterioso caminando por las escaleras tranquilamente como si fuese el dueño de la casa lo cual era muy obvio mis queridos lectores y lectoras. Cristina y Eduardo con su vista al de un águila acechando a un conejo desde el aire Cristina no dudó en dispararle al pobre desgraciado y al ver que este recibió el disparo Cristina sonrió de quijada a quijada, pero al ver que el hombre misterioso volteo y toco su área (que era el hombro), notó que se regeneraba sin ningún problema y nuevamente empezaba a seguir bajando las escaleras con su mayor normalidad. Cristina nuevamente apretó el gatillo de su revolver y volvió a pasar lo mismo, nada.

—¿¡Qué carajos esperas?! —dijo Cristina sobresaltada de los nervios.

Mientras que el hombre misterioso de la gabardina se acercaba mas mas y mas, pero Eduardo estaba preparado con su machete desgastado pero completamente preparado para lo peor, esperaba como una fruta a que lo extrajeran de sus raíces, pero en este caso esperaba a que el monstruo diese su primer golpe y Eduardo daría entonces el segundo pero mas fuerte que esa cosa. Y entonces...

3:33Donde viven las historias. Descúbrelo ahora