CAPITULO 4: Sara y el hombre extraño de la gabardina negra:

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Un día tranquilo, (cuando Sara se quedó sola por las mañanas sin su marido), decidió hacer el trabajo de la limpieza por toda la casa. limpiando, trapeando, y haciendo la hora de la comida. Primero pasó por toda el  área de la cocina, lavando los trastes.(Lo que quedaban de ellos).

Una  vez acabada esa tarea, se dirigió a la parte de la sala, acomodando los platos limpios y relucientes. Que si se acercaran  queridos lectores se darían cuenta de que podían ver su propio reflejo. Acomodó uno a uno los platos, dos vasos , y un par

de cubiertos. Una vez terminó acomodado todo, empezó a trapear desde la cocina, hasta recorrer poco a poco la sala, comedor , limpiar los muebles, con repelentes que había comprado en soriana la semana pasada (antes de casarse) que fue con su prometido a comprar todo de lo que era de ¨la lista de compras¨, en los sábados por la mañana antes de la hora de la comida. ( por que si mis lectores Sara y Eduardo ya estaban juntos antes del matrimonio). Subió a la recamara en donde por primera vez hizo el amor con su cariñoso y atractivo esposo.

Le dió un buena limpieza a todos los muebles, y terminó de acomodar las colchas de la cama en donde  dormían actualmente Sara y su esposo.
Después, le dió una buena vista  al  mueble, que estaba  enfrente de la cama. Y se encontró  con varias fotografías, (nuevas y antiguas fotografías). En ellas se podía apreciar que había una en donde se ilustraba el día de boda. Por que evidentemente Sara ya se había traído todas sus cosas entre ellas sus retratos mis queridos lectores.
En otra fotografía se podía ilustrar claramente que se veían los suegros de Eduardo, el siempre le comentaba  a su  mujer lo maravillosos que eran, que eran un ejemplo ha seguir y toda esa clase de cosas que eran muy típicas, en cada relación amorosa. En la tercera imagen se ilustraba los suegros de Sara, se veían algo....

<<¡Hermosos!>> —Pensó dulcemente Sara.

En la cuarta y ultima imagen se podía ilustrar claramente su familia y sus suegros juntos, y sonrientes. Como la típica familia  reunida con una peculiar y alegre sonrisa. Tierna y acogedora a la vista, como si fuesen todos compañeros de primer grado de secundaria reunidos y felices. En fin no le dió ningún tipo de vuelta extraña. Sara fue con mucho cuidado a la cocina, sacó de la mesa de piedra en la parte de abajo un pañuelo y el spray, para limpiar los objetos y recipientes —por que notó desde un principio que estaban levemente polvorientas, y a ella le gusta que todo este mas que reluciente—.

Volvió a subir y, (evidente que también con mucho cuidado), empezó a dar un buen click al contenedor de limpieza, apuntando directamente en el pañuelo con él. limpió todos los muebles de manera rápida antes de la hora de comer .

Apretó con fuerza y salió un liquido de espuma de color blanco más blanco que la misma luna llena en una noche más hermosa. Que  a cualquier ser humano puede contemplar con sus ojos. Y poco a poco limpió el primer cuadro, luego el segundo, y luego la  tercera, y por ultimo la cuarta y así por arte de magia quedaron los cuatro  cuadros completamente relucientes. Y  Sara se dirigió rápidamente por la parte de atrás  directamente hacía el patio, en donde al momento de salir se podía apreciar que se veía toda la tierra desgarrada,  y sin ningún tipo de vida de color. Verde como comúnmente se ven en las películas románticas (o libros). Como lo describe el escritor Carlos Sanchez. En sus obras literarias. Empezó primero a quitar todos los arbustos muy mal cuidados  y sin vida alguna.

—De todos modos, ¡para qué los quiero en mi casa! —dijo Sara.

Entonces prosiguió  con limpiar y barrer poco a poco cada lugar, cada esquina de lo que era el patio.

—¡Está en completó desorden esta mierda!—Dijo Sara.

Y sin lugar a dudas, el patio estaba lleno de agujeros. Y un árbol que se encontraba del lado izquierdo del patio de su misma casa, se encontraba en muy mal estado, incluso a Sara le empezó a

preocupar de que ocurriera algún tipo de accidente con ese maldito árbol, primero empezó por el piso junto con una escoba y un recogedor muy antiquísimo, (era de su tarara abuela). Y empezó poco a poco con su respectivo tiempo que le dedicaba al acto, en la parte trasera de la casa, fue recogiendo las hojas del mismo árbol, que caían sin cesar, como si fuesen un rayo de trueno del mismísimo Thor.

—¡Todo el día, no parasen de caer las malditas hojas de mierda!,  ¡y contando los fines de semana que se aproximan! —Dijo totalmente enfurecida Sara.

Una  vez que ya terminó la tarea de andar recogiendo las hojas y el chiquero del piso y la tierra levantada. se dirigió a la puerta principal, donde estaba el otro árbol en donde todos los días se encontraba en la misma ubicación. Se encaminó a la puerta principal junto con una gran y enorme bolsa negra toda llena de ese mismo chiquero que había limpiado en el patio. Al abrir la puerta principal con las llaves de copia de la puerta principal, al hacer el movimiento de la puerta, se encontró con una cosa fuera de lo normal al encaminarse con la naturaleza del barrio de Valle Bravo. Se encontró en la casa de enfrente de color rosa fuerte en  el lado derecho de la esquina de esa misma casa. Se encontró un extraño señor que vestía una gabardina de color negro. Y un sombrero de la época de los ochenta, y se estaba aproximando a la casa de Sara y de su marido. El tipo aparentaba de unos setenta y dos años de edad, algo ya mayor y acabado como para que esté rondado por estas mismas calles sin motivo alguno. (o al menos eso es lo que piensan los jóvenes).

Al  momento que  el hombre  extraño de la gabardina negra se iba aproximando poco a poco  hacía Sara. Esta empezó ha tener un escalofrío  muy extraño que le recorrió por el cuerpo, pero Sara pensó muy rápidamente y sabía perfectamente que no era nada bueno, al menos para sus propia salud.

En lo que Sara no dejaba de pensar de pensar y de pensar, el extraño hombre de la gabardina negra se acercó completamente hacía donde ella se encontraba ubicada en su misma casa, desde ese momento ya no sabía qué hacer a  su favor. Sara le  dió una buena mirada  y sé percató que era un completo monstruo, tenía la cara quemada del lado derecho y de color completamente café.  Como si fuese completamente de silicona, el hombre no hace ningún gesto de algo malo que  le vaya a hacer a Sara. Se acercó a Sara y le dijo en un tono tranquilamente e inquietante en forma de pregunta.

—¿Podemos conversar señorita?.

A lo que contesto Sara balbuceando.

—si-si-cl-cla-ro, señor, pase, y hablaremos en el comedor —respondió Sara.

—¡Me parece magnifico!, muy bien señorita Sara, por qué vaya que si hay muchas cosas de qué hablar, vaya que si — terminó el hombre extraño de la gabardina. Sara no sabía que era lo que estaba pasando ni por qué le dejó que este pasara al comedor, todo era completamente extraño sin sentido, pero.... ¿Realmente sería ella la que le dió permiso? O ¿otra conciencia que la controla por completo?.

3:33Donde viven las historias. Descúbrelo ahora