CAPÍTULO 27: ¿DIOS MÍO QUE TENGO?

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¡Embarazo! Pensé en uno de mis delirios. Pero mi suegrito se encargó de sacarme de mis dudas. No venía un nuevo Cullen en camino. Ni estaba enferma. 


Según los resultados de los análisis no tenía ninguna enfermedad o anomalía ni mis hormonas estaban incrementadas. Pero la sensación de asco nada me la podía quitar. Tampoco podía comer, salvo agua y jugos, toda la comida era devuelta. Le pedí a Edward que llamara a Esme y a Alice, las extrañaba mucho...

Esme vino a verme muy temprano, me trajo revistas, según ella tal vez debía ocupar mi mente en cosas que de veras me interesen. Alice por su parte me trajo ropa y una invitación para una tarde de compras. Acepté las dos propuestas. Trabajar otra vez con Esme, desde la casa, diseñando una nueva revista y regresaría al trabajo apenas me repusiera. Y una tarde de compras con Alice. Eso me mantendría ocupada y lejos de esos miedos. Ya que al parecer mi enfermedad era mental y no física.

No podía olvidar la advertencia de Mike, le daba vueltas al asunto, se estaba convirtiendo en un círculo vicioso. Jessica era muy capaz de mandar a que me liquiden. Tal vez debía saber dónde andaba James ahora. Es mejor estar en guardia a que te tomen por sorpresa, al menos eso decía el abuelo Charlie.

¿Pero dónde buscarlo? Edward me facilitó el contrato de trabajo que le hizo a James. No podía creer que contrató a alguien con tan pocas referencias. Y todas ellas mentían. No conocían a James en ninguno de los lugares a los que llamé.

Esto se ponía color hormiga. Un loco quería matarme y yo no podía saber nada de él. Así que a grandes males, grandes remedios. Le pedí a Edward que me contactara con el investigador que contrató para buscarme. Si pudo dar conmigo, podría dar con ese tipo.

— ¿Estás segura Bella? – preguntó cuando le pedí su número.

—Muy segura, no voy a seguir teniendo miedo, necesito ubicar a James.

—Está bien, yo mismo le llamo y le pido una cita. ¿Si? Iremos juntos— me aseguró. Acepté y nos citó para el siguiente día. Era extraño que Edward no conociera la dirección. Esto me olía mal. Dimos muchas vueltas antes de dar con la oficina del señor Jenks. 

— ¿No lo conoces personalmente?— pregunté cuando estábamos a punto de entrar.

—No, todo el trato que tuve con él fue vía telefónica— se disculpó.

Pasamos a la oficina del tal Jenks. Apenas me senté el estómago me dio vueltas nuevamente. No quería que otra arcada me sorprendiera aquí, tragué rápidamente dos de mis pastillas masticables para alejar las nauseas. Carlisle me había dado unas con sabor a limón.

—Buen día soy Edward Cullen, hemos trabajando antes— se presentó mi novio.

—Sí, sí, señor Cullen, es un gusto conocerlo personalmente. ¿A que debo este honor? Viene con la señorita Swan, que alegría que se reunieran— el tipo parecía un raton. Sus ojos pequeños y sus bigotes daban risa. Sí, fue el mismo que me tomó esa foto con Riley en Forks. Lo miré con desconfianza, podía ser bueno en su trabajo pero nada me aseguraba que también él era bueno como persona.

—Necesitamos enconrtar a alguien y esa es su especialidad— le alcancé el curriculum de James.

— ¿Es un empleado? ¿Amigo? ¿Enemigo?— preguntó poniéndose unos anteojos desproporcionadamente grandes para sus minúsculos ojitos de ratón.

—Era un empleado— dijo Edward muy tranquilo. Cómo a él no lo querían matar.

—Y me anda buscando, quiere…— Edward puso una mano sobre las mías para tranquilizarme.

—A mi novia Bella le dijeron que este hombre había sido contratado para matarla— me desesperaba que Edward fuese tan tranquilo para algunas cosas y tan colérico para otras. Si decía “tu prima es una mujerzuela” seguro montaría en cólera pero ah no “a Bella quieren matarla” y a él ni se le mueve un cabello. 

No me digan nada. ¡Si! Estoy paranoica. A ver como les sentaría a ustedes que les dijeran que las quieren matar y un tipo tan feo y demente como ese James.

—Y de seguro estas referencias son falsas— dijo aquel hombrecito—ratón mirando el resto del curriculum.

—Todas y cada una. Nadie lo conoce. Mike Newton mi ex esposo, que está enfermo me lo advirtió— dije antes que Edward quisiera calmarme nuevamente.

—Bien. Investigaré— nos dijo cruzándose de brazos. ¿Nada más? ¿Eso era todo?

—Entonces, esperamos su informe— dijo mi novio levantándose.

Salimos sin decir pío. Pero yo no estaba conforme, asi que decidí jugármela. Era mi cabeza la que peligraba. 

—Regreso en un minuto— le dije cuando salíamos del edificio de oficinas.

— ¿A dónde vas? ¡Bella!— llamó Edward pero yo no le hice caso. Subí nuevamente al segundo piso, el estómago me dio un vuelco, otra vez esa horrible sensación de asco, ese olor fétido a podredumbre. 

El hombrecito- ratón estaba en el pasillo, parecía que salía con prisa.

—Señor Jenks, por favor, quiero que me mantenga informada. Este es mi número— le alcancé una tarjeta dónde había escrito el número de mi nuevo celular. –Me llama si tiene algún dato, lo que sea. Yo sé que puede parecer paranóico…— él levantó una mano para callarme. 

—Nada es demasiado cuando se trata de la seguridad señorita. En el acto salgo a visitar a un contacto en el FBI, voy a encontrar a este hombre así se esconda debajo de una piedra. Le llamaré cuanto sepa algo— sonrió.

—Ay algo más. Jessica Stanley. Ella es la que lo contrató para matarme ¿Podría investigarla también? Y hay una tercera persona implicada pero no se quien es— dije al sentir pasos de Edward detrás de mi.

—Tranquila señorita Swan, le llamaré— me tranquilizó. 

—Bella, el señor Jenks es el mejor investigador, nos informará— Edward me abrazó. 

—Si, claro. Yo sólo venía a pedirle que llame— le sonreí. El hombrecillo entendió mi situación, hizo un saludo y siguió su camino.

Ya estaba mas tranquila, si James me buscaba o estaba cerca, lo sabría. Y quizás hasta descubra a la otra rubia implicada. Dios me persone si soy mal pensada pero yo estaba segura que era la prima de Edward, si esa niña era capaz de todo.

—Bella ¿no confías en mi?— Edward tomó mi barbilla para que lo mire.

—Si pero tengo miedo— me quejé. 

—Bella, estoy aquí, contigo todo el tiempo. No dejaré que nada te pase— me abrazó. ¿También podría protegerme de alguien a quien él quería? Debía decirle a Jenks que dudaba de Tanya. Cuando me llame se lo diré. 

Regresamos al departamento, apenas llegué a seguir vomitando. Sentía un nudo sobre mi estómago. Estaba segura de tener algo que no era mental pero los análisis decían lo contrario.

Día a día seguí empeorando, la molestia se trasladó ahora a mi garganta. Apenas podía pasar los líquidos, la sentía inflamada. Fui nuevamente a la clínica de mi suegrito para más pruebas. Me dijeron que sólo era algo viral, me recetaron antibióticos suaves porque había perdido peso. Estaba más delgada, si seguía así pronto parecería anoréxica. 

Jenks no llamaba, estaba a punto de hacerlo una mañana cuando mi celular sonó, era de un número restringido. Debía ser él.

— ¿Señorita Swan?— era el hombre ratón, hasta su voz sonaba a roedor.

—Señor Jenks ¿Tiene noticias para mí?— pregunté agitada.

—Lamento no poder darle esa tranquilidad, sigo investigando pero aquel hombre parece haber aparecido simplemente. No hay registros de él. Estoy buscando en otra base de datos. Le llamaba para otra cosa. Lamento darle la mala noticia de la muerte de su ex esposo, el señor Newton— la noticia me tomó por sorpresa.

— ¿Mike? Qué pena— dije triste. Qué lástima que muriera sólo y sufriendo.

—Ayer fui a visitarlo por si me podía brindar algún dato nuevo pero era tarde, me informaron en el hospital que la contactarían pues el señor Newton no tiene mas familiares— que raro que no me llamaran, será que tengo teléfono nuevo.

—Gracias— dije apenas.

—Tengo una duda. El señor Newton murió de una rara enfermedad tropical y según su registro migratorio no ha salido del país en años— ¿enfermedad tropical?

— ¿Mike no murió de cancer?— pregunté recordando la morfina.

—No. Tenía dolores terribles según sé pero no era cancer— mañana mismo iría a que me expliquen, tal vez me contagié cuando lo fui a ver. Ay no, cuántos problemas.

—Gracias señor Jenks, tengo algo que confesarle. Tengo sospechas que la otra persona de la que me advirtió Mike es Tanya Denali, familiar de mi esposo— dije sintiendo algo de culpa. ¿Y si Tanya no tenía nada que ver y la estaba calumniando?

— ¿La señorita Tanya?— preguntó.

— ¿La conoce?— me dio mala espina su comentario.

—Sí. Déjeme investigar, la llamaré hoy mismo, por la noche— colgó. 

Fui corriendo a buscar a Edward que estaba en la cocina licuándome una sopa, porque mi garganta no me permitía pasar comidas.

—Llamó Jenks, Edward, Mike murió ayer, dice que de una enfermedad tropical rara. ¿No crees que me pude contagiar? Tal vez cogí el virus allí en el hospital, voy a llamarle a tu papá para conversar al respecto, además voy a pasar por el hospital, Mike estaba solo ¿Quién lo va a enterrar? Pobrecito, morir solo y con dolores tan fuertes…— Edward se acercó y me besó. Sus labios suaves, sus manos acariciando mis mejillas. Qué sensación más divina.

—Tranquila, respira mi amor— dijo juntando nuestras frentes cuando el beso acabó. –No vas a llamar a nadie ni a salir de aquí sino te tomas la sopa, no quiero que empeores, apenas termines de comer iremos a hablar con mi papá y luego al hospital donde estuvo Mike— me sonrió. Me senté a tomarme mi sopa como niña buena. Me costó tragarla, cada día dolía más. Los antibióticos no ayudaron mucho.
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—Abre la boca Bella— esta no era lo que tenía planeado cuando quise venir a ver a Carlisle para contarle lo de la muerte extraña de Mike. Que remedio, era médico y yo estaba enferma. Abrí la boca todo lo que pude, me dolía mucho.

— ¿Cómo esta?— preguntó Edward.

—Igual que la última vez sino peor. No me gusta nada esa infección, no cede y no te puedo poner algo mas fuerte porque estás debil— me dijo preocupado.

—Carlisle, Mike, mi ex esposo, acaba de morir, según sé, de una enfermedad tropical que no saben que es. ¿Crees que es posible que yo me contagiara cuando lo fui a ver?— pregunté al borde de la desesperación. 

—Es poco probable Bella, de todas formas contáctame con el medico que lo artendio para corroborar datos, pero si es una enfermedad contagiosa es extraño que Edward no la haya contraído— buen punto, Edward debia estar enefermo tambien pero no lo parecía.

Salimos de la clínica de Carlise y fuimos al hospital. Me identifiqué como la ex esposa de Mike y me dejaron hacer los tramites para sepultarlo, nadie mas habia reclamado su cadaver. Me tomó horas hacer todo el papeleo y estaba muy cansada. Edward me ayudó, todo el tiempo estuvo a mi lado. 

Afortunadamente Mike tenía seguro y la funeraria se hizo cargo de la cremación de sus restos. No sin antes avisarles a los médicos para que enviaran muestras a la clínica de mi suegrito y siguieran estudiando la extraña enfermedad de la que murió Mike.

Nos fuimos al departamento, mañana llevaríamos a Mike a un lugar en el cementerio donde dejar sus cenizas. Qué lastima que alguien termine así, en un frasco, despues de haber muerto sufriendo, sin familia ni amigos. No se lo deseo a nadie.

Jenks llamó como prometió, casi a media noche.

—Señorita Bella, tengo noticias. No pude dar con James Sutherland porque ese no es su nombre verdadero es James Witherdale y es Canadiense, esta ilegalmente en el país. Estoy investigando con la embajada de Canadá, mañana le llamo para darle mas datos— me quedé mas tranquila, al menos Jenks había dado con él, empezaba a desentrañar este misterio. Rogaba porque fuera pronto.


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Las honras fúnebres de Mike fueron muy sencillas, esperaba que Jessica se presentara pero no llegó. Dejamos sus cenizas en el lugar que él había adquirido hace años, como siempre previsor, ya tenía un seguro para estos casos. Me sorprendí al recibir una notificación del juzgado en el cementerio. En ella se me sindicaba como Bella Newton todavía. Santa Madre. Ya vería eso en un par de días. No pude preguntar más al mensajero.

Me preocupaba que Jenks no se hubiera comunicando. No quise preocupar a Edward, ya tenía suficiente con cuidar de mí. 

Como ya se me estaba haciendo costumbre me pesé. ¡Maldición 9 kilos menos que hace un mes! Esta infección me consumía, me daba cuenta que poco a poco me iba debilitando, hasta caminar me agitaba. Ya no era la misma, lo sentía. Apenas dormía, tenía sueños terribles, se me hacía difícil respirar. Desde luego al verme así Edward se preocupaba por cuidarme y yo ya no teníamos nuestras noches hot. Dudo mucho que pudiera ahora darme esos gustitos. 

Me quité parte de la ropa y me vi al espejo, mi cuerpo parecía marchitarse, mis huesos saltaban a la vista, mi clavícula y mi cadera eran demasiado obvias. Se me llenaron los ojos de lágrimas. ¿Qué es lo que tenía? ¿Por qué ocurría esto cuando ya había logrado estar con Edward al fin? ¿Es que nunca íbamos a poder estar juntos y felices? Y afuera había un loco que buscaba llegar a mí para terminar con mis días. Eso, si esta enfermedad no se le adelantaba.

El Conserje -Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora