CAPÍTULO 29: AL LÍMITE DE LA REALIDAD

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—Es una locura Edward, ella no está bien— era la voz de Carlisle me despertó pero no abrí los ojos para no delatarme.


—Yo la voy a cuidar no quiero que se queda aquí papá— le contestó su hijo con clara preocupación en la voz.

—Quizas ella esté delirando, no lo sé, tal vez su enfermedad le esté afectando su precepción de la realidad— ¿Carlisle cree que estoy loca?

— ¡Bella está bien!— gritó Edward.

—No sé se que pensar. Tanya dijo que Bella la acusa de haberla envenenado— madre santísima, la rubia le fue con el cuento. Ahora pensarán que yo deliro.

—Pues no le creo a Tanya— me defendió Edward. Vaya, ahora si estaba de parte mía

—Edward, debemos preguntarle a Bella porque cree que ha sido envenenada a lo mejor es alguna idea recurrente que tiene o algún mal recuerdo, le pediré a Sioban que converse con ella— Carlisle hablaba como si en verdad no me creyera.

—No necesita un psiquiatra para responder tus preguntas— ¡Ay no! Querían mandarme con un loquero.

—Hijo entiende mi posición. Bella evidentemente está enferma pero según los resultados no padece ninguna enfermedad, he descartado todo.

—Pues le preguntaré cuando despierte si lo que dijo Tanya es cierto. Yo lo dudo. Pero aquí no se queda— se oía ofuscado, Edward casi nunca se molestaba.

—Al paso que va su deterioro pronto vamos a tener que alimentarla por sonda— amenazó Carlisle. Me asusté mucho. ¿Sonda? No sonaba nada bien.

Dormí un poco más, a pesar de la tristeza que me embargó aquella noticia, me despertó un insistente pitillo, creí que era alguna de las máquinas a las que estaba conectada, pero no, mi celular sonaba de manera fastidiosa. Me estiré para alcanzarlo.

—Señorita Isabellla— era la voz de Jenks, se oía muy lejano, como si estuviese a mil kilómetros de distancia.

—Jenks ¿Por qué no me ha llamado antes?— pregunté furiosa con el investigador que hacía dias no se comunicaba conmigo. 

—Lo lamento señorita, salí del país, estoy en Haiti, siguiendo una pista de James, el sujeto que me trajo a investigar— no entendía de lo que me hablaba, si me había dicho antes que James era canadiense.

— ¿James está en Haiti?— pregunté aliviada por tener al demente ese tan lejos.

—No. Es su esposa la que vivía aquí.

—Pero eso que tiene que ver con que James trate de matarme— otra vez el miedo regresó. Ese loco podía estar aquí en el hospital y Jenks paseando en Haiti.

—Es complicado, sólo puedo decirle que averigüé que James mató a su esposa hace menos de un mes y está prófugo. Voy a pedir la orden de captura para llevarla conmigo a Jacksonville y entregarla a las autoridades. ¿Cómo está usted?— preguntó, algo insólito en él.

—Estoy hospitalizada— le contesté secamente.

—Estaré allí pronto señorita, no tardaré, tenía que decirle algo más importante…— su voz se hizo más lejana, apenas podía oirlo.

— ¿Qué? ¿Jenks?— casi grité, dentro de lo que las fuerzas me permitían.

—… no estoy seguro… debo probarlo… si es así…— apenas pude descifras algunas palabras antes que la comunicación se cortara pero no entendí lo que trataba de decirme de modo tan vehemente. 

Será cuando regrese que me diga lo que era tan importante. Ahora necesitaba ver a alguien que sabía que podría serme de gran ayuda. Llamé por el timbre a la enfermera. A los segundos abrieron la puerta, era Edward.

— ¿Amor te pasa algo?— parecía tan preocupado, debía verme peor que ayer. Y no sabía que hacer para mejorar.

—Sé que te puede parecer una locura y que tal vez no te agrade lo que voy a pedirte— le advertí.

—Lo que necesites, sólo pídelo— se acercó a mí.

—Necesito hablar con Jacob— se me había ocurrido algo y sólo mi amigo lobito podía ayudarme.

— ¿Black?— sólo hizo un gesto de afirmación lo cual demostraba que no le agradaba mi pedido pero no se quejó. “Ay amor, no es lo que tu crees, yo sólo quiero probar que Tanya tiene conexión con James” pensé. Pero no se lo dije, ya era suficietne con que Carlisle creyera que necesito un psiquiatra. —Iré a traerlo. ¿Te sientes mejor?— preguntó acariciando mis mejillas.

—Sí, me siento mejor ¿Nos iremos a casa pronto?

—En cuanto te den de alta te llevaré conmigo. Voy por Black, no tardo— sonrió tristemente. 

Ay mi pobre amor, con lo celocillo que es. No creas que necesito ver a Jake porque lo extraño… es sólo para desenmascarara a Tanya, sólo eso.

Dormí, o al menos lo intenté varias veces. Extrañamente la garganta me volvió a doler. Llamé a una enfermera para que me diera algo para el dolor. Pero no hizo efecto, parecía que me hubiese tragado una piedra. Casi no podía respirar, el aire apenas pasaba. Tragar mi propia saliva me costaba tanto y dolía como si hubiera una gran herida abierta. No quería llamar a Carlisle, tenía miedo que me envie a un loquero porque tal vez pensaba que mi enfermedad era mental. ¿Cómo podía imaginar tales dolores? Lo que tenía era tan real como yo.

Escuché la puerta abrirse, salté del susto. Afortunadamente era Edward y detrás de él Jake. Les sonreí pero ninguno me devolvió la sonrisa. ¿Tan mal me vería?

—Regreso mi amor— Edward depositó un suave beso en mi cabeza y salió. 

Usualmente Jake era una campanilla para reír pero se veía asustado.

—Se saluda cuando llegas a un lugar— lo reprendí.

—Ah. Hola Bella— pero allí no había una sonrisa. 

— ¿Tan mal estoy?— pregunté. Él pareció recordar algo y sonrió.

—No, no, cómo crees. Es sólo que jamás pensé que Cullen vendría a mi trabajo a rogarme algo, estoy en shock todavía— soltó una carcajada fingida.

Tal vez sea mejor que me quede aquí y no regrese con Edward a su apartamento, si volvía a necesitar a Jake, no quería obligar a mi amor a ir por él y llevarlo a casa. Sé lo que le costaba. 

—Jake necesito un favor enorme— él pareció bastante interesado. —Quiero el celular, la agenda personal o el diario de Tanya. Lo que me puedas conseguir— pedí.

— ¿Tanya? ¿La loca prima de tu novio? Bella ya no salimos ni a la esquina, no me llama, no me ha vuelto a buscar— dijo algo aliviado. 

—Estoy segura que me quiere matar— le confesé.

— ¿En serio? ¿Estás bien Bella?— otro que no me creía. ¿Qué pensaba? ¿Qué estoy loca?

—Te lo voy a explicar para que entiendas ¿Si? Siéntate— pedí. Tomé aire, lo cual dolió como si tuviese una piedra más grande atracada en mi garganta. —Mike, mi ex esposo falleció pero antes de morir me dijo que dos rubias habían contratado a James un antiguo conserje, para que acabara conmigo. Una de las rubias es Jessica, la mujer que golpeé cuando me rescataste ¿Recuerdas? Y la otra estoy segura que es Tanya— le solté. Él no dijo nada. — ¿Me entendiste?— pregunté ante su falta de respuesta.

—Claro, no soy retrasado. Sé que Tanya es capaz de mandar matar al Papa si se interpusiera en su camino, lo supe el día que fui a casa de los Cullen— seguía pensativo.

— ¿Que pasó alla? Nosotros nos fuimos tan rápido— todavía podía recordar ese desayuno desastroso.

—Pues la señorita Denaly hizo un berrinche de dimensiones colosales. Me acusó de ser tu amigo, de estar de tu parte, de no ayudarla en nada. Prácticamente me echó de la casa de los Cullen. Pero… ella juró que pronto iba a hacer algo, no le entendí bien, tal vez sea lo que dices— me aseguró.

— ¿Lo ves? Ella está detrás de esto— casi me echo a llorar.

—Calma Bella, te voy a ayudar, calma— me abrazó o al menos intentó hacerlo.

—Jake, necesito que consigas algo que lo pruebe, sé que ella conoce a James o a Jessica de alguna parte. Contraté un investigador pero el muy tonto está fuera del país investigando una pista que no tiene nada que ver con lo que pasa acá— me quejé.

—Bien. Veré que hago, si la busco, la llamo, le invento que me muero sin ella… o simplemente trepo a su habitación como lo hice una vez hace años—sonrió.

—Gracias, en verdad te lo agradezco, no sé a quien más recurrir, Carlisle cree que estoy loca por decirle a Tanya que sospechaba que me envenenó— confesé.

—No te enfrentes a Tanya, te va a ganar. Yo aprendí con ella que lo mejor es darle por su lado y dejarla que ella misma me bote, a negarme a salir con ella y arriesgarme a sus locuras. Si le dijiste eso Bella, niégalo. La posibilidad de que ella te esté envenenando es remota, sobre todo si no la frecuentas. Van a creer que lo inventas o…— se interrumpió.

— ¿O qué?— pedí que terminara de hablar.

—Que tu enfermedad te está volviendo loca. Estás muy desmejorada, tanto que asustas, no te lo tomes a mal. Lo digo porque seguramente Cullen te va a decir que te ves bien y no es cierto— casi me echo a llorar pero me contuve. Es cierto, Edward siempre me decía que me veo bien. ¿Asustaba? ¿Tan mal me veía?

—Lo sé, será mejor que me quede en el hospital ¿Verdad?

— ¿Qué es lo que tienes?

—Nadie lo sabe, según los análisis no tengo nada. Mike murió también de una infección que no pudieron curar. No sé lo que tengo Jake, por eso pensé que me estaban envenenado— una lágrima se me escapó.

— ¿No sería posible que fuese Cullen?— preguntó.

— ¡Edward no me haría algo así!— grité.

—No intencionalmente. Qué tal si Tanya puso el veneno en donde ustedes viven— era una posibilidad. Pero no me lo podía creer.

—Edward también estaría igual, comemos lo mismo, bebemos lo mismo pero sólo yo estoy enferma— me quejé.

—Muy extraño. No me huele bien, voy a traerte lo que pides, así tenga que robarlo, volveré pronto— aseguró. 

Me despedí de él aún perturbada. Debía saber más de Tanya, de sus amistades. Mientras Jenks volvía para seguir investigando.

Traté de aclararme la garganta, sentí como si una fuerza extraña me cerrara el paso del aire. Algo me impedía respirar, me desesperé y caí de la cama trayéndome conmigo uno de los aparatos a los que estaba conectada. 

Se me nublaba la visión, poco a poco iba perdiendo la conciencia otra vez. “Bella” “Bella” escuché gemir a Edward, yo no podía quedarme con él, ya no tenía fuerza para seguir luchando. Me iban a arrancar de él, de su amor, de su vida. 

“Todo se puede destruir, todo. Una persona, una vida, un amor, nada es para siempre, nada hay demasiado fuerte que no se pueda echar abajo” me había dicho esta mañana Tanya. 

Tal vez era cierto. Quizás no tenía más alternativa que dejarme ir.

El Conserje -Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora