Park Dark Ho, el Ceo mas reconocido de Corea del Sur tiene un odio extremo hacía los gays y cada Sábado organiza una reunión para hablar de lo muy hombre que es su hijo Park Jimin.
Pero lo que este no sabe es que uno de sus socios, el hombre al que...
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ADVERTENCIA: gifs con contenido fuerte para algunos xd (Escuchar la canción)
Los chasquidos de sus besos resonaban en aquel estrecho lugar, sus cuerpos sudorosos por el calor y un aroma a excitación que los volvía locos. No sabían cuánto tiempo llevaban besándose, aunque lo único que les importaba en ese momento era sentir sus labios y sus cuerpos uniéndose como siempre lo hacían. Desde el momento en el que el ascensor quedó varado en algún piso del gran edificio los dos amantes se dedicaron a besarse y quitarse la ropa con una lentitud tortuosa para los dos, pero querían disfrutar el momento, joder que siempre querían disfrutar el momento.
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No sabían cuando terminaron Jimin recostado en el suelo y Yoongi encima de él restregándose sin pudor alguno, por un lado, él peli rosa se encontraba hecho un desastre, su cabello alborotado, labios hinchados y rojos, su polla dura y palpitante contra su estómago, y ni hablar de Yoongi, su espalda era un lienzo bañado en rasguños y algunas pequeñas líneas de sangre por la fuerza que había ejercido el peli rosa sobre ésta, sus venas marcadas y su gran polla palpitante esperando por adentrarse en el estrecho y cálido culo de Jimin.
—Date la vuelta cariño —gruñó Yoongi tratando de contener las ganas de follar a Jimin sin preparación alguna.
El menor obedeció rápidamente y quedó pecho tierra dándole una buena perspectiva de su gran trasero a Yoongi quien se lamio los labios al ver la lampiña entrada de éste. Sus manos venosas agarraron con fuerza las caderas de Jimin para levantarlas un poco más logrando que el ros otro de Jimin quede contra el suelo, sin esperar mucho empezó a besar las nalgas de éste dejando pequeñas mordidas a su paso que hacían suspirar a su menor. siguió con su camino de besos hasta que llegó a la rosadita entrada de Jimin, que pedía a gritos tener su lengua sobre ella, y así lo hizo. Lamio profundamente los alrededores de esta mientras apretaba con fuerza las nalgas de su ángel, como si fuera una paleta se dedicó a lamer y succionar aquel estrecho lugar, escuchando como el menor se derretía en gemidos y algunos gritos.
