Park Dark Ho, el Ceo mas reconocido de Corea del Sur tiene un odio extremo hacía los gays y cada Sábado organiza una reunión para hablar de lo muy hombre que es su hijo Park Jimin.
Pero lo que este no sabe es que uno de sus socios, el hombre al que...
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Una oscuridad fúnebre cubría toda la habitación, lo único que se podía escuchar ahí era la respiración pesada de una persona, pero no era una respiración cualquiera, porque aquella venia cargada con mucha ira, los ojos de aquel muchacho se encontraban inyectados en sangre, las venas de sus manos se marcaban con fuerza mientras sostenía aquel inservible aparato.
—Juro que acabaré contigo Min Yoongi —escupió con rabia —Jamás debiste poner tus manos en algo que me pertenecía, te lo advertí y no escuchaste..... —soltó una risa macabra mientras digitaba algo en el ordenador —Pero ahora llegó el momento de que sufras a mi manera, tan lenta y tortuosamente —aquella macabra sonrisa no se quitaba de su rostro, y sonrió aun más grande cuando divisó que aquel video donde estaba su querido niño teniendo sexo con el pelinegro había sido correctamente enviado a Park DarHo.
Yoongi no había querido escuchar sus amenazas, y ahora sería el momento de que sufra por aquello, porque jamás debió haber fijado sus ojos en alguien tan prohibido como Jimin, y el solo hecho de que alguien más haya tocado lo que era suyo hacía que todo su cuerpo ardiera de impotencia y sed de sangre.
Puede que nadie sospechara de el por la poca cercanía que tenía con el peli rosa, pero no tuve que obtener mucho de él, porque con aquella única noche había quedado claro que haría todo para que Jimin fuera solo suyo, no importaba si tenía que mantenerse en las sombras, pero jamás dejaría que alguien le quitara a su niño, nadie más podía descubrir lo delicioso y magnifico que era aquel chico, porque tan solo con Yoongi ya había tenido demasiado, el pelinegro había cruzado la línea y por ello iba a pagar muy caro, lo haría arrepentirse de cada momento en el que se atrevió a poner una mano sobre Jimin, y por el infierno que disfrutaría acabar tan lentamente con la vida de aquel imbécil, pero eso si antes de eso debía llevar muy bien acabo su elaborado plan.
—Mi precioso Jimin, te prometo que el día de tu cumpleaños lo disfrutaré como nunca lo había hecho —su voz era gélida y escalofriante, pero que se podía esperar de alguien como él.
