El sonido de unas aves le despertaron.
Louis abrió levemente los ojos. Por un segundo, no recordó nada. Por un segundo, estuvo en ese sendero, entre el sueño y la realidad, donde recuerdas tus sueños y tu vida en la realidad parece irrelevante. Y en ese, en ese preciso segundo, fue completamente feliz.
Pero un segundo es efímero.
Cuando el segundo terminó, se sintió invadido por dos fuertes dolores. Y no sabía descifrar cuál de los dos era más fuerte.
Uno, era un dolor que sentía en todo su cuerpo. Le dolía la cabeza y todo su abdomen, sus brazos, sus piernas, sentía como si en cualquier momento pudiera romperse.
El segundo, era un dolor emocional. Sentía un dolor en el pecho, sentía el corazón roto cuando se suponía que éste sólo era un órgano que bombeaba sangre. Pero así era, el dolor estaba allí. Latente. Y no parecía querer irse. No quería que las palabras de su padre le dolieran, porque parecían venir de una persona que no valía la pena, y eran palabras que no valían la pena. Pero dolían, vaya que sí lo hacían. Dolían y él no podía hacer nada para que no fuera así. Su padre, su madre, eran personas que se suponía deberían amarlo primero. Deberían amarlo por todo lo que era, por todo lo que no era y por lo que nunca sería. Deberían amarlo con todo y errores, con todo y «defectos».
¿Si sus padres no lo amaban, quién le quedaba?
¿El mismo? ¿De verdad quedaba esa alternativa?
Los comentarios de su padre, los comentarios que había recibido de todas las personas le habían llevado a sentir asco de sí mismo, de lo que era.
Y se odiaba por eso. Se odiaba por tomarle importancia a personas y a comentarios que no deberían tenerla.
Si tan sólo tuviera a alguien, alguien que le hiciera volver a amarse…
Se sentía hipócrita al decirle a Harry que debía ser él mismo, sin importar los demás, cuándo ni él mismo se sentía feliz con ello.
Lentamente, y con sumo cuidado, Louis se levantó su cama. Ni si quiera sabía cómo había llegado ahí, ni si quiera sabía de dónde salió la venda alrededor de su torso y las curitas en algunas partes de su rostro. Lo único que recordaba era los gritos de su padre y el llanto de su madre, y un dolor que era lo único que sentía en ese momento. Y unos ojos esmeraldas. Los ojos esmeraldas nunca dejaban sus pensamientos.
Tratando de ignorar el dolor que sentía en todo su cuerpo, se dirigió a la ventana, a escuchar las aves que lo habían despertado. Se recargó en el alfeizar y abrió la ventana. El dulce canto de las aves se escuchó más cerca, y, con esa hermosa música de fondo, Louis se dedicó a apreciar el hermoso espectáculo que era el amanecer. El cielo estaba teñido de un morado y azul, combinado con naranja. Una paleta de colores que le transmitía calma, serenidad. Una paleta de colores que le demostraba que todavía había algo hermoso en este mundo. Aún había cosas hermosas, no todo estaba perdido. Aun había algo por lo que seguir luchando.
Dicen que después de la tormenta, viene la calma, y sale el arcoíris. Pero Louis no estaba tan seguro de que la vida fuera así. Una tormenta al principio es lenta. Arrasa con pocas cosas, cosas que quizás no valgan nada. Después, la tormenta se acrecienta, arrasa con árboles, con animales, pero no es tan devastadora. Pero al final, la tormenta arrasa con todo lo que tenga a su paso. Viviendas, personas, animales, arboles…Y es totalmente devastadora.
La tormenta nunca fue más fuerte, simplemente fue constante. Y el dolor, por más insignificante que sea, día con día, va abriendo una cicatriz más. Y al final, arrasa con todo.
Así era la tormenta que vivía Louis día con día. Cada día acababa más con él, cada día era más devastadora. Y lo único que necesitaba era un arcoíris. Pero, ¿y si nunca salía...?
Louis se sentía tan mal por dentro y por fuera que pensaba que necesitaba una medicina. Necesitaba una medicina que le hiciera sacar todos los males del interior. Pero no una medicina cualquiera que te da el doctor, si no, una medicina que le quitaba todos sus males. Que le hacía olvidar todo ese dolor.
Una carta.
Agarro un bolígrafo, y con ayuda del canto de las aves y el viento soplando su cabello, se dejó llevar en un mar de palabras, de frases, de sentimientos.
Noviembre 09, 2013.
Querido Harry:
Espero que de verdad estés leyéndome, porque o si no me sentiría peor de lo que me siento ahora.
Guardo la esperanza de que por lo menos no ignores estas cartas. Aunque finjas que lo que escribo acá todos los días no es cierto, o aunque quizás yo esté en un error, espero que mis palabras te sirvan de algo.
¿Recuerdas que en la primera carta que te escribí, te dije que mi vida se basaba en estar en una jaula? Pues ahora esta se hace más estrecha para mí. No hay aire, ni luz, y siento que me estoy hundiendo cada vez más ¿Sabes qué hacer cuando todo comienza a tornarse mal en tu cabeza?
¿Sabes qué hacer cuando los pensamientos que tienes no son los correctos? Siento que me pierdo en el camino hacia lo que pensé que era mi felicidad.
Ni siquiera sé porque te estoy contando esto.
Creo que lo hago ahora porque siento que esto que hay entre nosotros ha crecido. Y es estúpido de mi parte porque siento que crece algo que ni siquiera sé si existe
¿Estarás leyéndome?
Mi vida es un completo desastre. Te quiero y tú no me quieres a mí, quiero ser feliz pero papá y mamá no están felices con eso y la persona que creí que si me quería ver feliz me ha traicionado de una manera que ni tú te puedes imaginar. He sido la persona perfecta para el mundo pero nadie parece verlo.
¿Está mal querer ser feliz? Yo no lo creo. Yo realmente merezco ser feliz ¡Tu mereces ser feliz! ¡Tú mereces ser tú mismo y que nadie te haga sentir mal por ello!
¿Por qué todos están encasillados en eso de que no puedes ser diferente? Mamá solía decirme que fuera quien yo fuera ella me amaría, ahora veo que no es así. Papá solía decirme que ser diferente estaba bien, pero en manera en la que yo soy “diferente” para él está mal.
Harry, voy a pedirte algo…Sonríe para mí.
Sonríe aunque no pueda verte, sonríe porque eres y serás libre pronto. Sonríe porque quizás así estarías abierto un poco mi jaula.
Espero no haberte aburrido. Ni siquiera sé porque escribí este montón de basura.
Y como siempre, espero que tengas un bonito día.
Anónimo.
PD: ¿Si sonreíste?
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Smile for me - Larry Stylinson
FanfictionDicen que cuando estás a punto de morir, tu vida pasa frente a tus ojos como una película...