Smile for me. - Capítulo 10

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Las cosas iban de mal en peor en su vida.

Las cosas en casa no habían mejorado, y ahora ya no tenía a nadie. Ni a sus padres, ni a Pilar, e incluso se había perdido a sí mismo. Toda la felicidad que alguna vez pudo existir dentro de él se había esfumado, la esperanza se había ido, y la idea de morir era muy agradable.

Louis se encontraba en una línea muy delgada entre la vida y la muerte. Tenía dos opciones delante de él. Una, le decía que las cosas siempre podían mejorar, que sólo debía de seguir intentando. Mientras que la otra, le susurraba que la muerte calmaría su dolor, y curaría sus heridas.

Louis no quería morir, pero tampoco parecía seguir viviendo. Era como un fantasma. Nadie sabía si estaba ahí, nadie parecía ni si quiera notarlo. A nadie parecía importarle.

El lunes por la mañana, parecía ser otro día normal en su aburrida y motona vida. Las cosas comenzaron a ir peor desde que entró al instituto.

Se encontró con Pilar, quién insistía en hablar con él, pero Louis simplemente pasaba de ella.

Pilar sabía que debía hacer algo.

Ella no quería dejar las cosas así, dejar que Louis se fuera enojado, dejar que él viviera su vida sin haber hecho las paces, guardándole un rencor, por algo que ella veía, no era gran cosa.

Pero para Louis sí que era gran cosa.

Pilar ni si quiera sabía qué tan grande era su sufrimiento, ni si quiera se podía imaginar…

Algo que le había comenzado a molestar acerca de su ex amiga en estos últimos días, es que ella creía que sus problemas eran los peores del planeta, creía que nadie sufría más que ella, que nadie podía sentir como se quemaba en su propio infierno. Lo cierto era, que los problemas de Pilar no eran nada comparados con los de Louis, y eso era algo que ella no veía. Pero, el hecho de que los problemas de los demás sean peores, eso no hace que tus problemas no sean un problema, ¿no?

Louis trató de seguir escabulléndose de Pilar, pero ella, eventualmente, lo acorraló.

—Tenemos que hablar. —sentenció Pilar.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

Las palabras de Louis eran tan frías, tan duras. Como su alma en esos precisos momentos.

—Boo, por favor, no seas así. —suplicó ella.

Louis sabía que no se debía de doblegar, porque si se doblegaba significaba que le importaba, y cuando las cosas te importan nada termina bien, siempre terminan lastimándote. Y lo que menos quería Louis en ese momento era salir lastimado.

La ojiverde lo miraba fijamente, y Louis por un momento reaccionó, y se dio cuenta de que estaba siendo inmaduro y estúpido al seguir con el orgullo.

Pero no tuvo tiempo de decir palabra, porque junto en ese momento la manzana de la discordia apareció en escena.

Harry llegó con su sonría encantadora, enmarcada por los hoyuelos en las mejillas. Los ojos verdes se encontraron con los azules por una milésima de segundo, pero para Louis fue suficiente, suficiente para recordarle la razón por la cual seguía luchando, recordándole cuál era su única luz dónde sólo veía oscuridad.

Pero Harry pareció no importarle la presencia de Louis, pues en ese momento se giró hacia Pilar.

—Tenemos que hablar. —dijo simplemente.

Pilar hizo una mueca.

—Ahora no, Harry.

—No, ahora sí, no después.

Harry miraba a Pilar, y cada que veía sus ojos estaba más seguro de la razón por la cuál iba a decir las palabras que alguna vez consideró cursilerías. La presencia de Louis parecía no importarle en absoluto.

—Harry, este no es el mejor momento. —Pilar le lanzó una Mirada a Louis, quién parecía incómodo. Pero por alguna razón, no se movía, aún sabiendo que se arrepentiría de haberse quedado.

—El mejor momento es ahora, Pilar. Las palabras han estado una semana dando vueltas en mi cabeza, todo lo que me dijiste, todo lo que me escribiste…eso me hizo darme cuenta de muchas cosas: de la mierda que estoy haciendo con mi vida, de lo triste que es mirándolo desde otra perspectiva. Y tienes razón, todo en mi vida está premeditado, todo es una fachada. Yo soy algo mucho mejor que eso y tú me hiciste darme cuenta de ello, Pilus.

Harry tomó las manos de Pilar entre las suyas, mirándola a los ojos, suplicante, expectante.

Mientras tanto, a no más de dos metros de ahí, se encontraba Louis, con el sueño fruncido y corazón a punto de romperse. Las palabras que Harry había dicho…todo le recordaba a…

—Sabes, yo igual estaba encerrado en una jaula. Era esclavo de las opiniones de los demás. Estoy encerrado, sin saber qué hacer o qué decir para que los demás estén felices conmigo. —Harry se acercó más, y con el dorso de su mano derecha acarició la mejilla de la chica, quién había olvidado por completo la presencia de Louis, quién estaba totalmente perdida en aquellos ojos esmeralda. —Y luego te conocí a ti. Mi querida anónima. Y tenías razón, tu carta no cambió el mundo, pero cambió mi mundo. Me hizo abrir los ojos, me hizo querer ser una mejor persona. Me hiciste sentir amado y me hiciste saber lo que era amar.

—¿Qué…qué quieres decir? —balbuceó la chica.

—Que te amo. Y quiero que seas mi novia.

Pilar sólo atinó a asentir levemente con la cabeza, antes de sentir unos labios suaves como terciopelo sobre los suyos.

Y Louis pudo sentir como su corazón terminaba de romperse…otra vez.

No sabía si estar feliz o triste.

Ahora sabía que Harry le leía, que a Harry de verdad le importaba, sabía que sus cartas habían tocado el corazón del inalcanzable Harry Styles. Le habían hecho sonreír, le habían hecho ser feliz, le habían hecho caer enamorado de la persona que las escribió.

Sólo que Harry estaba sonriendo a la persona equivocada.

Esas sonrisas deberían ser suyas; ese amor, debería estar dedicado a él; esos ojos, deberían mirarlo a él; esos labios, deberían besarlo a él…

¡Qué estúpido había sido!

Si tan sólo hubiera puesto su nombre desde un principio, Pilar no se hubiese llevado el crédito de sus palabras. Si se hubiese atrevido, probablemente podría decir orgulloso que era novio de Harry…si tan sólo…

Pero no, Harry se hubiese burlado de él. Harry lo hubiese tachado de acosador y rarito. Simplemente, Louis se dijo, era un estúpido. Lo suyo con Harry nunca hubiese funcionado, ni en un millón de años, ni en sus sueños más locos y surrealistas.

Por un momento, Louis llegó a pensar que Harry podía ser su alma gemela. Si tan sólo hubiese llegado a la parte del libro dónde decía que las almas gemelas no siempre están destinadas a estar juntas. Las almas gemelas existen, sólo que no siempre en forma romántica. Las almas gemelas son ciertas personas que conoces a lo largo de tu vida, con las que simplemente conectas, con las que tienes algo especial, algo que sabes que no tienes con nadie más. Las almas gemelas son piezas de rompecabezas. No son iguales, y sin embargo, encajan perfectamente. Porque, al fin y al cabo, los rompecabezas no se arman con piezas iguales.

Louis por un momento creyó que Harry podría ser su alma gemela. El problema es que ellos no siempre te corresponden. El problema era ese. Si tan sólo las personas a las que amamos nos correspondieran…tal vez entonces no hubiera tantos corazones solitarios.

Miró por última vez a su ex amiga y al amor de su vida, siendo felices. Y entonces supo que él no encajaba, que él nunca encajaría. Tal vez era la pieza extra del rompecabezas, una pieza que había llegado ahí por error. Un error trágico.

Dio media vuelta, se colocó la capucha, metió las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones y caminó, no importaba dónde, simplemente caminó lejos de las cosas que se encargaban de destruirlo.

Smile for me - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora