Episodio 10

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El cuerpo de la rubia estaba cubierto de plantas, como si fuera vestida de esa forma, yacía sobre el lago su cabello no estaba enmarañado si no que fue puesta con sumo cuidado.

Esa escena ocurrió el 3 de octubre, nadie sabía nada de ella la última vez que se le vió fue cerca de una carretera o eso dicen varios testigos. En la mayoría de los amores hay uno que juega y uno que deja que jueguen con él; amor es, ante todo, un pequeño director de teatro.

Este director de teatro puede ser letal, ahora, las personas que habían conocido a la rubia estaban lamentando su perdida. Todos vestidos de negro pero una persona en especial lloraba descontroladamente como si ella hubiera sido su hija, no gritaba, solo lloraba en silenció.

-Bien, aquí estamos para despedir a la señorita Shirley...

Prestaban atención a las palabras del padre Murdock, excepto Zeale, analizaba una y otra vez como es que le pasó eso a la enfermera que le ayudó con su madre. Sentía tristeza y un pequeño dolor punzante en su pecho, sintiendo culpabilidad, aunque no recuerde lo sucedido siente que algo fue su culpa.

¿Habremos discutido? ¿La corrí? ¿qué le pasó a la pequeña Shirley?

Se preguntaba una y otra vez en su propia cabeza, su madre no le decía nada no era seguro que el hubiera hecho eso siendo que en ningún momento se escuchó el crujir del tercer escalón en adelante de las escaleras. Todos sentimos el dolor, pero no la ausencia de dolor; sentimos el cuidado, pero no la falta de cuidados, el temor, pero no la seguridad.

Pobre deseo y el anhelo, que es destructivo hacia las personas a su alrededor, Zeale Mitchell un hombre de complexión delgada y cabellos oscuros ha quitado del camino a una pequeña fresia, la fresia que el diente de león había agradado su presencia sintiendo cariño por aquella fresia...

Anteriormente una pequeña violeta, había entrado en el corazón del diente de león al igual que había entrado al del lobo con disfraz de ovejita, ahora esa violeta está en recuperación no sabe, no comprende, no recuerda quién le habría echo tal atrocidad. A la pequeña violeta, le tenía un cuadro especial repleto de ropa pequeña como si fuera una muñeca era la única flor que la trato de esa forma pero una vez por un arranqué de irá la pequeña violeta no respondía más, después de varios días recobró la conciencia en un hospital.

La cara de la pequeña violeta tenía cicatrices, la sed que tiene este hombre es de tener un pequeño jardín propio derivando a las mujeres, las elije sabiamente dependiendo de su aroma, textura y color. Su paleta de colores comenzó con una chica morena, que tenía toques de ser albina por su cabello le llamó....

Cala*.-susurro el pelinegro

—Zeale.- habló su madre, levantando la vista hacia él, Zeale solo se limitó a observarla de una manera de que no le interrumpiera, Nadzeya sintió un escalofrío.—No dirás nada?.- dijo pasando por su naríz un pañuelo, su voz sonaba quebrada.

Zeale se limitó a bajar la cabeza mirando hacia la que va a hacer la tumba de la chica, negó con la cabeza. El padre asintió con la cabeza para que los encargados del entierro prosiguieran con lo demás, una vez que terminaron todos los presentes se acercaban a dejarle unas rosas blancas para que vieran que tan buena fue en vida.

Unos cabellos rojizos se notaron acercándose poco a poco, un velo negro cubría su cara, en su cabeza tiene un pequeño sombrero. Quedaban pocas personas en el lugar y Zeale se sorprendió de ver a su florecilla, su madre solo miró a la mujer después miró a su hijo sus ojos comenzaban a aguadarse nuevamente ya no quería que más chicas tuvieran el mismo destino que a las que llegó a conocer en lo largo de su vida.

—Rosé.- mencionó el pelinegro, la mujer lo miró y sonrió un poco.—¿Se.. conocían?.- preguntó curioso.

—Oh, Mitchell.- dejo las flores que le llevó.—Eramos amigas pero eso no me limitaba a venir a despedirla y usted, de dónde la conoce?

El pelinegro hace una mueca mostrando algo de tristeza.—Era enfermera de mi madre.- dice tocándole el hombro a su madre.—Amm, me disculpas?.- pregunta señalando la tumba de la chica.

La pelirroja asiente viendo como se alejaba, le había dejado un pequeño ramo de flores amarillas y esas eran las fresias, el apodo que le dió.

—Pude evitarlo.- susurra la madre del pelinegro llevándose su mano derecha al pecho, estaba empuñando un broche que le había dado la rubia. Rosé la escuchó pero prefirió no preguntar de qué hablaba, todos en esta situación quisieran cambiar algunas cosas de la vida pero cuando llega al final no hay vuelta atrás.

—Se parece un poco a usted.- sonríe la pelirroja tratando de animar a la mujer que tenía a su lado en silla de ruedas. Nadzeya la miró con tristeza negando su afirmación.—Tiene sus ojos, son, perdone mi imprudencia pero son bonitos.

Nadzeya bajo la vista, tenía razón en ello pero no consideraba que Zeale los usaría para algo más. Cuando iba a decir algo el pelinegro aparece, le pareció extraño que su florecilla estuviera con su madre creía que se iría pero no lo hizo.

—Oh, señor Mitchell.- de su bolso pequeño le daba un trapo con las iniciales de Zeale.—Tome, es el que me dió anteriormente.

Zeale lo iba a tomar , no lo hizo.—Es suyo ahora, tómelo como un regalo por ser una cliente maravillosa.-sonríe, Rosé vió como el color de sus ojos se ablandaban.

La pelirroja le devolvió la sonrisa y Nadzeya sentía un vacío no podía evitar lo que le pasaría. Una polilla cerca de una lámpara de las antiguas, la flama le es atrayente y cálida, tiene pena de acercarse más y que la flama sea apagada. Así se siente Rosé, esos ojos azules que parecen casi blancos son llamativos, parece que cada vez que los ve siente que le llaman.

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Cala:

⟨• La cala es una flor hermosa y elegante utilizada para adornar tanto nuestros jardines, de color blanco •⟩

Thysanura © [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora