|Capítulo • 018|

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—Madelaine - jadee con total sorpresa, mientras Martin aún seguía riendo.

Mire a Dua, quien parecía estar en shock y yo estaba igual o peor.

No podía creer que Mads, mi Mads, también estuviera detrás de esto.

A paso lento, ella se puso en cuclillas y me miro fijamente a los ojos, trato de acariciar mi mejilla pero gire el rostro, evitando contacto con ella y provocando que su mandíbula se tensara.

—Ya tendremos tiempo tu y yo. - dijo enderezandose y guiñandome un ojo.

La pelirroja y Garrix salieron del cuarto, mientras tanto, solo podía pensar en qué pasaría ahora, estaba asustada, eso era más que evidente.

—Todo va a estar bien, yo las protegeré. - sentí los cálidos brazos de Dua rodearme, sabía que también tenía miedo, pero no iba a demostrarlo.

—¡Separense! - exigió con molestía Petsch ingresando nuevamente a la putrefacta habitación, y detrás de ella venían esos hombres y Martin.

—¡Llevense a esa perra a la habitación de al lado! - demandó el chico y los tipos se acercaron y me tomaron con brusquedad por los hombros.

—¡_____! - grito Dua tratando de que me no llevarán, pero a cambio, solo consiguió un golpe seco por parte de uno de esos gorilas.

—¡No la toquen! - pedí y sentí como nuevamente mis lágrimas se hacían presentes y lo último que vi antes de salir, fue a la chica que tiempo atrás había amado. Mirándome con impotencia y terror.

Fue lo único que vi, para que luego de eso, transcurrieran unos cuatro o cinco días, encerrada en una habitación aún más descompuesta. Sin saber nada de mi pequeña Charlotte, de Dua, o del mundo exterior.

Me sentía débil, solo comía y bebía algo una vez al día, estaba aún aterrada y cansada, puesto que no había podido dormir bien estos dias, debido a que cuando el sueño era más fuerte que todas mis preocupaciones y estaba a punto de cerrar los ojos y dormir un poco, los tipos entraban y me daban las palizas de mi vida.

A este punto, tenía un horrendo dolor en todo el cuerpo, y estaba segura de que mi piel estaba totalmente cubierta por hematomas y sentía líquido resbalar por algunas partes de mi cuerpo, estaba sangrando.

Quería ver a mi hija y saber que estaba bien, quería ver a la chica de cabello corto y saber que igualmente estaban bien, no me importaba llevarme la peor parte de todo esto, siempre y cuando ellas estuvieran a salvo.

Todo este tiempo desde que habíamos llegado a este lugar, no había parado de llorar, ni mucho menos de rogar e implorar que todos estuvieran a salvo y que mis amigos hayan dado aviso a las autoridades y nos encontrarán lo más rápido posible.

Me pesaban los ojos, quería cerrarlos por lo menos unos cuantos minutos, estaba perdiendo la cabeza aquí, pero antes de si quiera pestañear, estos tipos ya estaban de vuelta, listos para golpearme.

—Todo es culpa de Dua. - dijo uno, mismo que me lanzo el primer golpe.

Sabía que ellos querían que la odiara diciéndome todo eso y tal vez comenzaba a hacerlo, sin embargo, tenía en mente que los únicos culpables aquí, eran los psicópatas de Martin y Madelaine.

—Por Dua estás aquí. - dijo otro y sentí como pateaba mi estómago, sacándome por completo el aire.

—Por Dua, tu hija está sufriendo. - otra voz y otro golpe directo a mi cara, el cuál, me dejó casi noqueada, pero aún así logrando comprender lo que dijo y haciendo que me diera un terrible dolor en el pecho.

—Por favor, no con mi pequeña. - me hice bolita en el suelo, derramando más lágrimas.

—Todo esto es culpa de  Dua. - quería que se detuvieran, pero por más que les rogara, sabía que no lo harían.

Un golpe, dos, tres, cuatro, y luego de esos perdí la cuenta, y mis ojos se iban cerrando poco a poco, hasta finalmente caer en la oscuridad.

Me desperté de golpe al sentir agua helada en mi cuerpo, no fría, realmente helada.

Me enderece y me senté en el suelo, sintiendo aún más adolorido mi cuerpo, segundos después, empecé a tiritar.

—Buen día, mi amorcito. - saludo Madelaine y encendió las luces de la habitación, que hasta este punto, creí que no tenía, pues en el tiempo que llevaba aquí, no la habían encendido y siempre estaba a oscuras. Pero poder ver a aquella pelirroja, me hizo temblar más y junto a ella, el maldito Garrix, quién solo me miro burlón unos segundos para luego marcharse, no sin antes mencionar que saldría y volvería en unas horas.

No reconocía a la pelirroja, ya no tenía idea de quién era ella. Tenía miedo de ella.






🥀

Feliz Navidad, jsjsjsks.

¿Qué opinan? :v

Tal vez compense mi ausencia en este fic, con otro capítulo.  xD

🐻

RUIN | Dua Lipa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora