XIV: Marte

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Siento que no puedo más, que si intento respirar me ahogaré.

Siento que no controlo nada, ni mí destino ni las reglas y pruebas estúpidas que este ordena.

Ea como vivir en un torbellino constante. El vendaval te arrastra hacia dónde quiere y ya. Si por el camino te dañas, rompes por dentro  o necesitas parar para descansar; al torbellino no le importa. Él solo cumple su única y mísera función, que es girar, girar y girar hasta marearte o enviarte de golpe a Marte.

Distraer al torbellino no funciona. Dormir lo calma, pero esos 5 minutos de gloria tienen el alto precio de que cuándo despiertas, el aire te golpea en la mente el doble de fuerte. Dormir no sirve, dormir es una arma de doble filo.

El torbellino gira, y gira, y a ratos pienso que estoy loca, imaginando que alguien sopla en mí cara.

El torbellino gira y gira, te lleva de un lado a otro y te oprime la garganta obligandote a cerrar fuerte los ojos y contiener las ganas de soltarlo todo.

Contener las ganas de llorar para no estallar para que luego no te cueste el doble levantarte en medio del vendaval.

Juro que estoy haciendo todo lo posible para no estallar, para no mandarlo todo a la mierda y oblidarlo todo; borrarlo todo.

Juro que estoy haciendo todo lo posible para que eso no sueceda, para no estallar.

Por qué aunque lo odie, conozco a mí torbellino, y sé que la próxima vez que vuelva a estallar; voy a salir volando y no habrá vuelta atrás.

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