La sala ha explosionado.
Los engranajes se han convertido en chispas ardientes que lo han prendido todo.
Yo he observado la escena desde el suelo.
Las paredes se han desvanecido y ya no queda nada. Todo es oscuridad.
De pronto, una presión en mí hombro provoca que me levante de un salto.
Se trata de la mano de una chica con un largo pelo plateado.
- Llegamos tarde, ¿qué haces aquí todavía? ¡Ya son las doce!
No respondo. Simplemente no puedo articular palabra. No quiero irme de aquí.
La figura enfrente de mí no cesa de revisar un reloj de bolsillo a cada segundo visiblemente nerviosa.
- ¿Es qué no vas a moverte? ¡Venga!
Sín esperar respuesta alguna, me toma de la mano y empieza a correr. Yo no opongo resistencia y simplemente me limito a seguirla.
Nos dirijamos hacia la luz, que a cada nuevo paso va agrandando su tamaño hasta adquirir el de una amplia puerta.
Es en este trayecto, qué me percato que la chica que me guía lleva un colgante con la forma de ese número que ahora pesa en mí consciencia.
Por fín llegamos a la luz.
- Un poco tarde, pero valdrá. -La chica de pelo plateado guarda el reloj, me mira a los ojos y sonrie-. Por cierto, feliz cumpleaños.
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Ansiedad
PoesíaEs de raíz que las palabras existen para poner nombre a las cosas y organizar el mundo. Está bien cuándo adquieres algunas y te identificas con ellas. Nadie no sonríe cuándo le llaman "valiente" o "inteligente"... La cosa se complica cuándo te sient...