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Cap. 22: Secuestrada

- Su excelencia… tenemos un problema en las cocinas, la señora Kaede me pidió llamarla…

- Un momento – le dijo al lacayo – Sango vengo un momento, señoras si me disculpan - ¿qué fue lo que pasó? – le preguntó al lacayo mientras caminaban por el pasillo que guiaba a las cocinas.

- Su excelencia… - la saludaron los guardias.

- Caballeros… - contestó.

- ¿Y bien?... – preguntó al lacayo mientras se acercaban.

- Algo sobre el champan – dijo el hombre caminando tras ella.

- No creo que Kaede me mandará a llamar por eso… - se giró a mirar al lacayo, justo cuando este le rodeó el cuello con el brazo y puso un pañuelo en su rostro.

Un aroma le picó la nariz, mientras trataba de soltarse del fuerte agarre, pateó, forcejeó, pero no lo consiguió, luego todo se volvió negro para ella.

Eso era lo último que recordaba, en ese momento no sabía dónde estaba, sabía que en un carruaje, porque sentía el traqueteo de las ruedas sobre el asfalto. Tenías las manos y pies atados y estaba amordazada. Hacia un buen rato que había despertado, pero no se había movido ni un milímetro, nadie la acompañaba dentro. Por las ventanas veía edificios, todavía estaba en Londres y también veía a alguien conduciendo el coche.

No se preguntaba quién la había secuestrado, porque era bastante claro quién había orquestado todo ese asunto. Ahora en lo que tenía que pensar era en cómo salir de ahí. Inuyasha ya debía saber que había desaparecido, toda la noche había estado pendiente de ella.

- ¿Cuándo comenzarás a forcejear contra las ataduras? – Escuchó la voz del conductor, sabia de quien era la vos de acento francés – Uh, lo siento, la mordaza no te deja hablar… Tampoco es necesario…

Kagome decidió que era tonto fingir que no estaba despierta, con cierta dificultad logró sentarse en el suelo del coche. Las amarras estaban muy bien atadas a sus manos y tobillos. El movimiento del coche desde el suelo del mismo se sentía diferente, tanto que comenzó a marearse y sintió una arcada que logró controlar.

- Ya casi llegamos a nuestro destino… - Kagome miró por la ventana y seguía viendo puntas de edificios, pero no conocía muy bien Londres aún, siempre salía con Inuyasha, Izayoi o Sango… Y se limitaban a las mismas zonas.

Quince minutos después el coche se detuvo. Kagome se irguió y esperó a que la puerta se abriera. Cuando lo hizo, no tuvo tiempo ni de mirar a su atacante; un bolsa negra cubrió su cabeza.

- Bien… llegamos – dijo el francés, mientras la subía a su hombro y comenzaba a andar – Aún no luchas, debo decir que me sorprendes demasiado, espero que sigas así de dócil.

-.-.-.-.-.-

Para las dos de la madrugada no pudieron seguir reteniendo a las personas. Las dejaron marchar una a una, revisando sus carruajes y demás. Para cuando todos se fueron, solo quedaron Inuyasha, Miroku, Kouga y Wellington en su estudio.

- Ningún invitado faltaba, los carruajes estaban vacíos, entrevistamos al personal y nadie dijo haber visto al lacayo que describiste – dijo Miroku – A excepción de los guardias, pero ellos no trabajan dentro de la mansión así que no conocen al personal…

- Sé a quién vi… Alguien tuvo que verlo, llevaba la librea de los Lancaster – masculló Inuyasha enfadado, estaba demasiado irritable.

- Es obvio quién se la llevó – intervino Kouga después de unos segundos de silencio – Pero no pudo entrar solo, alguien tuvo que ayudarlo…

𝑬𝑵𝑮𝑨Ñ𝑨𝑹 𝑨𝑳 𝑫𝑼𝑸𝑼𝑬  ✨  𝔦𝔫𝔲𝔶𝔞𝔰𝔥𝔞✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora