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Cap. 8: Enfrentamiento

No sabía que se había apoderado de él, no tenía ni idea como había terminado entre los arbustos, besándose con la hermana de su esposa. De lo único que estaba seguro, era de haber salido a la terraza a tomar aire; quería despejar la cabeza de todo el cúmulo de sensaciones que venía sintiendo. Deseaba con demasía a Kagome, tan solo verla le provocaba una punzada directa a su entrepierna y cuando la tocaba y bailaba con ella, no hacía más que imaginársela desnuda, lista y dispuesta para él. Ese era el motivo por el que había salido, pero una vez saliera al jardín la hermana de su esposa lo siguió.

Conocía a Kikyo, se la habían presentado durante su debut en sociedad y desde ese momento ella le había coqueteado y después de que se casara lo había hecho aún más; tanto que había llegado a tener una pequeña aventura con ella, algo que terminó tan rápido como empezó, Kikyo se había vuelto posesiva e Inuyasha decidió dar todo por terminado.

Y era con esa serie de acontecimientos del pasado él justificaba los sucedido. Kikyo lo había seguido y él estaba bastante frustrado por el deseo que Kagome estaba encendiendo en él y a eso había que sumarle que Kikyo se parecía bastante a ella, y cuando lo había besado se había dejado llevar, hasta arrastrarla al laberinto de rosales de su madre y dejarse atrapar por su esposa y la hermana de Kikyo. Era un maldito idiota de eso no le cabían dudas.

Y ahora estaba él en su estudio, después de haber despedido a sus invitados y de disculparse por la ausencia de su esposa, quien había sufrido una "jaqueca" y había ido a descansar.

Estaba allí enfadado con la hermana de ella por provocarlo, con él por aceptar y con Kagome por encontrarlos y para calmar la ira decidió beber una buena dosis de whisky, ya en la mañana se las apañaría con la resaca.

-.-.-.-.-

El amanecer recibió a Inuyasha peor de lo que esperaba. La luz del sol atravesó las ventanas, que eran abiertas una tras otra, dándole directamente en el rostro; por suerte no había dolor de cabeza, pero si tenía una sed y un sueño infernal. Enfadado, abrió sus ojos para sermonear al que fuera que abriera las ventanas; para su desconcierto, ese alguien, era su madre.

- Mamá, ¿qué haces aquí? – se sentó en el sofá de inmediato y pasó una mano por sus cabellos.

- ¿Qué sucedió anoche? – Omitió su pregunta e hizo la propia – Kagome estaba perfectamente bien minutos antes y luego simplemente le dio una jaqueca…

- Me dijo que se sentía mal, le dije que fuera a descansar…

- Sí, ¿y eso fue todo?

- Claro… - odiaba mentir a su madre, pero no podía decirle la verdad.

- ¿Entonces la viste antes de que se fuera a su cuarto?

- Sí – afirmó Inuyasha.

- Pues le dije que en cuanto te viera, te pidiera que fueras a verme, nunca llegaste… - Inuyasha maldijo para sus adentros, eso no lo sabía.

- Lo olvidé, ¿qué era? – preguntó tranquilo mientras se quitaba el chaleco con que se había quedado dormido.

- No lo olvidaste, algo pasó y exijo saber que fue…

- Madre no sucedió nada…

- ¿No?, ¿seguro? – preguntó Izayoi con ironía.

- Sí madre.

- Entonces por qué Kagome se levantó esta mañana, metió tres vestidos en una bolsa y diciendo que se marchaba.

- ¿Qué?, ¿la dejaste ir? – se levantó como un resorte del sofá y esperó por la respuesta.

𝑬𝑵𝑮𝑨Ñ𝑨𝑹 𝑨𝑳 𝑫𝑼𝑸𝑼𝑬  ✨  𝔦𝔫𝔲𝔶𝔞𝔰𝔥𝔞✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora