Seis.

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Narra Jorge.

El taxista paró en seco, al parecer se había asustado por mí repentino grito.

Una vez frenó me volteó a ver.

—Eh, lo siento, yo me bajo aquí, ¿Cuánto es? —pregunté.

Le pagué al conductor y me bajé, observé cómo se iba.

Entonces volví mi mirada a aquel lugar y el carro de Miguel.

Comprobé que fueran las placas y en efecto, era de él.

Pero, ¿Qué hacía en un motel?

Había visto y leído muchas historias en donde pasaba algo similar, me temía lo que iba a pasar, lentamente me invadía una ansiedad.

De alguna manera estaba preparado mentalmente, entonces...

Lo miré.

Saliendo de ese lugar.

Sentía que estaba bien hasta que inevitablemente posé mi mirada a quien lo acompañaba; un ciervo de aproximadamente mi altura.

Lentamente comencé a enlazar los sucesos:

•Miguel no llegaba a casa.
•Ya no tenía el mismo interés o amor en mi.
•Ahora lo veía saliendo de un motel con otra fursona.

Él me había estado engañando, me había cambiado, no tenía la certeza desde cuando, pero no quería pensar.

Los veía tomados de la mano, Miguel lo miraba con esa mirada que antes me había dado a mí.

Esto sin duda fue lo que acabó conmigo.

Por algún motivo Miguel logró verme y su expresión cambió de una feliz a una de sorpresa.

Comencé a llorar, me dí la vuelta y corrí.

Corrí lo más rápido que pude, no quería hablar, no quería nada con él.

Corrí y corrí sin destino aparente y hasta donde me pudieron los pies.

Llegué a cierto lugar de la ciudad, yo lo conocía muy bien a pesar de que había pasado muy pocas veces por ahí.

Me metí a un callejón, lentamente me posicioné en una pared y fuí cayendo hasta que quedé sentado en el suelo.

Cubriendo mi cara con mis brazos me solté a llorar.

...

«¿Qué hice mal?»

...

«¿En qué momento me equivoqué?»

...

«¿Por qué me cambió?»

...

Abrí los ojos, al parecer me había quedado dormido por el cansancio y el hecho de estar triste.

Miré que seguía en aquel callejón, me alegró el hecho de que no me hubieran descubierto, o algún curioso me hubiera visto.

Me levanté con dificultad, aún me dolían las piernas, y salí del callejón.

Ya estaba oscuro, sabía el camino de regreso a casa pero no iba a regresar, al menos hoy no, quería descansar y probablemente seguir llorando.

Caminé unas cuantas cuadras, la iluminación del lugar era buena, por lo que no tuve tanta inseguridad de andar por ahí.

Saqué mi celular, tenía muchas llamadas de Miguel y mensajes.

Los ignoré rotundamente y seguí caminando.

It's Time (Furry/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora