Preparándonos para el primer baile

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- Bueno, me voy a tomar al techo algo de brandy- acabó Martín antes de irse.

Blas lo siguió en busca de un trago. Parecía unas personas tan seguras de si mismas y tan guays.

- Yo también me voy-   continuó Nick- Quedé con Damián para dar una vuelta antes de cenar. Nos llevamos muy bien.-

-Que suerte- coreamos Bruno y yo.

A ninguno de los dos nos apetecía volver con nuestros compañeros de cuarto una dos o tres horas hasta la hora de cenar, así que decidimos coger una cancha de baloncesto y practicar unos tiros libres. Lo que más me gustaba de Bruno es que parecía guay, uno de los nuestros, pero era buena persona y muy transparente. Si tenía que enfrentarse a Martín oa cualquier otro para opinar pues lo hacía, y si tenía que confesar algo aunque tuviese vergüenza lo confesaba sin miedo. Era muy amigable y estaba a gusto con él.

En una de estas que celebramos y reímos porque metimos un triple en equipo apareció Valentina la cancha cargada con una carpeta y unos papeles. Valentina y yo no nos hablamos mucho que digamos, pero nos llevamos bien. Se acercó y nosotros paramos de jugar. Nos entrego a cada uno un folleto del baile del viernes por la noche, el que siempre se celebraba para comenzar las clases.

- Estamos a miércoles y es el viernes, yo que ustedes buscaba una buena ropa cuanto antes.- dijo ella.

Luego se fue y nosotros nos miramos sonrientes. Sabíamos que iríamos. Seguimos una hora más jugando y sentándonos cuando nos cansábamos, así hasta que subimos en nuestra habitación a ducharnos y prepararnos para la cena. 

Subí y me duche.  Poco después llegaba Zoe.  ^Qué raro que haya salido^,  pensé. Le pregunté si iría a la fiesta del viernes por la noche y me dijo:

- ¿Quién no va y más siendo la primera, de bienvenida?-

Y es cierto. Todos asistían a esa y siempre solían quedarse hasta tarde en ella. Lo bueno es que se me pasó por la cabeza que podría ser una buena jugada para Zoe en ella. Cené y subí a descansar. Zoe se había dormido nada más tocar la cama como si hubiese hecho deporte. Tenía los tenis allí así que no me extrañaba. Descansaba de nuevo en quieta y eso llamaba mucho mi atención. Estuve un rato escuchando música y chateando con la pandilla hasta que me dormí.

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Me levante con la maldita alarma de Zoe, a la cual ya le he dicho todo tipo de maldiciones y tacos. Ella río casi imperceptiblemente para que yo no le dije nada. La verdad es que mis escenas  insultando el despertador de los últimos 3 días a un cómico espectáculo para cualquiera que lo viese. Para calmarme un poco abrir la pequeña ventana de la habitación. Entró un aire helado que me recorrió el cuerpo en un escalofrío. Al parecer Zoe también se había acercado a la ventana temblando.

- Bueno, así refrescamos el cuarto- dijo ella.

- Y el frío por poner tu, maldecido por mi, despertador- concluí.

Ella río de nuevo ante aquellas palabras y afirmó. Los dos nos preparamos y salimos a la vez de la habitación. Zoe se asomó a la barandilla del pasillo que dejaba ver el patio entero. Estábamos en la tercera planta y eran las mejores vistas. Yo también me acerqué a asomarme. El día nos pintaba un  cielo soleado pero un viento frío constante. Los campos se veían verdes y llenos de flores, con los caminos de piedras brillantes y algunos árboles y arbustos. A lo lejos los edificios de la escuela y más allá de las canchas seguidas el curioso techo con el que iba a subirme con mi pandilla. El día estaba dejando una clara y preciosa imagen de aquella escuela y aquel hogar. Zoe sonrío enormemente. A aquella cuatro ojos adolescentes le encantan los días así y le llenaban por dentro de una sorprendente vitalidad.

- Bueno yo bajo a desayunar- me dijo- es una pena dejar esta maravillosa vista pero tengo hambre.-

- Que raro- dije cortante.

- Además hoy hay más fruta y van a poner huevos fritos, churros y hasta tortitas. Todo porque esta noche es el baile. ¡Tengo tantas ganas de probarlo!- dijo Zoe haciéndosele la boca agua.

- No te olvides de las tostadas con mermelada- dije fingiendo molestia.

- ¡Ah! ¡Es cierto! Entonces también dejar el hueco para probar una de esas. - me dijo alegre.

- Eres realmente una glotona- le dije burlándome.

Ella se encogió de hombros por lo que le dije y no volvió a hablar en todo el camino. ¡Por fin! Más paz y tranquilidad.

Pronto llegamos a la cafetería para desayunar. Me reuní con la pandilla y la mesa habitual que todos los días cogíamos. Después de saludar y hablar un rato nos levantamos a coger la comida. Visualicé a Zoe en su mesa de siempre con sus amigos y una bandeja con tortitas, fruta, un yogur y una tostadas con mermelada. Se cuida muy bien, al contrario que nosotros, que acabamos como una bandeja con una sola fruta y llena de grasa como bacon, huevos fritos, tostadas, etcétera. La verdad parecíamos un poco cerdos comiendo a toda velocidad y haciendo cosas extrañas para reírnos.

- ya es viernes y esta noche es el baile de comienzo de curso - nos recordó Bruno.

- Es cierto. Me imagino como será.- soltó martín.

-  primero debemos pensar en la ropa que llevaremos- dije.

- Zac tiene razón. No vas a ir desnudo ¿No Martín? - dijo Nick riendo.

- Viniendo  de mí todo es posible- rió él.

Y de cierta forma era verdad. Él no se humillaría de esa forma, pero después del paseo en calzoncillos de los primeros días nada sorprendería en Martín. Todos a veces nos hemos preguntado qué se le pasa por la cabeza para hacer esas cosas, incluido los profesores, que no dan crédito muchas veces en las intervenciones de este adolescentes hacia la escuela.

Estos últimos darían especialmente hoy 3 horas para salir a buscar nuestros atuendos y demás para la fiesta.
El horario para los alumnos que no lo organizabámos, o sea casi todos, era de 4 a 7 de la tarde. En el desayuno quedé con la pandilla para vernos todos a las 4 en la entrada del insti house, como yo llamo a nuestro hogar instituto.

Las clases transcurrieron detenidamente y aburridas, muy aburridas. Sobre todo destaco biología. Parece que la profesora tiene algún objeto mágico capaz de parar el tiempo a hacer que esté pase más lentamente, porque cada vez que miro el reloj tarda una eternidad la varilla moverse y sus clases -UF...- resoplo. Yo creo que eternas es poco decir. Se gana en el premio de aburridas y lentas entre todas. Encima hoy toca a última hora, justo cuando menos paciencia tenía ya tque cuando tocase el timbre no volveríamos hasta el lunes. Pero todo alguna vez llegaba, así acabo por fin mi tortura diaria, con el magnífico sonido del timbre.

De Plasta , A Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora