Kitty's Bra (Parte II) - Albalia

Capítulo 24

Escucha la música en su momento y quizás canta conmigo todas las melodías pacíficas. Es tu derecho divino ser amada. -I'm Yours, Jason Mraz 

Alba

La voz de Natalia era casi como una burla, un eco muy lejano recordándome cuan estúpida era por avanzar en cosas donde mi dominio era escaso.

No debí beber tanto, pero una vez que Camila me retó con esa botella de tequila e hizo un comentario sobre lo inocente que debía ser, me tomé muy personal. Ese era mi último recuerdo antes de despertar al otro día, enredada entre las sabanas y las piernas de Natalia.

Miré muy bien en el enredo para saber cómo escapar y poder ir al baño porque solo quería vomitar, pero me distraje fácilmente cuando ella movió su cabeza un poco y el cabello salió de su rostro. Se veía tan linda como siempre, pero me mataba pensar en qué habíamos hecho en la noche, en especial si no lo recordaba. Natalia no hubiera sido capaz conmigo en ese estado. Claro que no.

Separé lentamente mis piernas de las suyas y dejé la sabana sobre sus piernas. Intenté no hacer ningún sonido, pero si di un leve grito al darme cuenta de que estaba desnuda y ella también.

-Tranquila, rubia. Ni siquiera te había metido la lengua y estabas roncando. -cerré los ojos con fuerza antes de mirarla a mis espaldas despertando. -Buenos días.

-Buenos días, amor. -sonrió y se cubrió los ojos con una mano y con la otra me indicó que volviera a la cama. Le hice caso. - ¿Qué tan desastrosa estuve anoche?

-No quieres saber en verdad. -ambas reímos y me acomodé en su cuello. -Las chicas fueron unas perras, ellas jamás se van a embriagar; bebemos desde los catorce años.

- ¡Dios, con razón se reían tanto! -reí y ella se acomodó sobre mí y me miró mientras reía. Debía quedar algo de alcohol en mi cuerpo porque verla mirándome me daba aún más risa. - ¿Qué?

-Debemos irnos. -de inmediato mi humor acabó y me sentí mal. Amaba estar con ella en el departamento, pero en esa casona me sentía mucho mejor. Estaba rodeada de gente y niños; era lo que quería. No ese lugar lleno de malo recuerdos. -No me mires así, Alba.

-Tu abuela dice que podemos pasar el fin de semana aquí. -puso los ojos en blanco y se levantó de la cama. Solo le di una mirada a su figura por detrás y seguí con mis intentos de convencerla. -Por favor, solo dos días.

-Te traía por un helado y me pusiste esa cara para quedarte la noche, luego te embriagaste y me pusiste la misma cara y dormimos aquí y ahora ¿Quieres dos días?

Se giró a mirarme y abrí la boca sin saber que responder. No tenía la concentración suficiente.

- ¿Podrías vestirte?

-No. -le levanté una ceja y ella rio antes de quitar su largo cabello de sus pechos dejándolos a la vista. - ¿Y?

-Olvidé de qué habla. Seguramente tenía que ver con follar.

- ¡Esa boca! -le saqué la lengua cuando comenzó a vestirse lentamente, sin ninguna prisa de acabar con mi agridulce tortura. -Te decía que no me quedaré aquí otra hora más, por nada del mundo...