VII. Bosque maldito

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Mis alas cortan las opacas y grises nubes al avanzar con rapidez. Desde aquí arriba puedo ver el gran océano azul, no tenía unas vistas así desde que visité la playa de Elres con...

Agito la cabeza, ¿qué fue lo que dijo Edric antes? Caleb va a tener un hijo con su mujer. Trago saliva con dificultad, esta situación me tiene bastante contrariada. Siento cómo mi corazón se resquebraja cada vez que pienso en él. Me tuvo en su bolsillo durante años hasta que dejé de serle útil. Mientras él me desvelaba su cruel plan yo llevaba dentro aquello que iba a unirnos para siempre. Si mi cuerpo lo hubiese aceptado, ¿qué vida tendría ahora? Imagino que el bebé tendría unos dos años, probablemente jamás podría decirle quién es su padre. Una lágrima acaricia mi mejilla y desaparece en el aire. No está bien que tenga este tipo de pensamientos. No está bien que eche de menos a la persona que mató a mis padres, no está bien que me duela el corazón cuando me lo mencionan. Debo estar más dañada de lo que creía, este es otro tipo de pozo sin fondo, uno más siniestro y espeluznante que los que he visitado antes.

Es él quien está al mando de nuestros dobles, el falso Edric me confirmó que está bajo sus órdenes. Sé que también es él quien ha organizado los ataques, pero, ¿por qué? ¿Qué saca de todo esto?

Miro abajo, veo la orilla de una de las playas de Aegrian, el país de Ilya y, además, el que delimita con Ethea. Mi atención se desvía hacia el agua, veo extraños objetos flotando por todas partes. Me detengo y me acerco al infinito charco. Son bolsas, botellas, latas y basura en general. El océano está sucio, cubierto de desperdicios y una capa verde de porquería. Estas vistas me ponen enferma, hace tiempo que a los humanos dejó de importarles su hogar.

Tendré que encargarme de arreglar esto más tarde, no puedo permitirme perder ni un segundo cuando es posible que Ilya nos necesite.

Alzo el vuelo y cruzo el país casi sin parpadear, mis alas son fuertes, veloces y ágiles. Me protegen y me llevan donde quiero con suma diligencia.

―¡Lilith, por aquí! ―La voz de Ava centellea a mi alrededor.

Las nubes se abren y guían mi camino.

―He visto el estado en el que se encuentra el océano ―comento mientras vuelo.

―Parece que cada vez que limpio es trabajo en vano ―suspira Ava en algún lugar entre los nubarrones ―. Últimamente he estado sintiéndome muy enferma y débil, creo que la suciedad que hay en el agua tiene algo que ver.

Aprieto los dientes, la historia se repite, parece que no aprendimos nada de la Devastadora.

Bajo mí se extiende un frondoso bosque. Era de esperar que el país del heredero de la Tierra fuese así. Varios pájaros vuelan a mi lado, acompañándome hasta que diviso una extraña formación en el terreno. Un alto y grueso muro de espesos árboles cercan una pequeña casita en medio del bosque. Me aproximo más y empiezo a ver cómo cientos de personas rodean la artificial creación. Debe ser cosa de Ilya. A medida que me acerco puedo oír gritos violentos y disgustados. Muchos de ellos llevan pistolas, hachas y antorchas. Intentan destruir el muro, pero no tienen demasiado éxito.

Desciendo vertiginosamente, colándome entre las ramas y hojas. Lo que desde arriba parecía una casa, es más bien una encantadora cabaña de madera, cuya fachada está decorada con preciosos y exquisitos grabados, Ilya es un artista, de eso no hay duda. Hay muchos tipos diferentes de flores y arbustos bien cuidados alrededor de la cabañuela.

Desde dentro del muro de árboles no se oyen a las personas de fuera. El momento en el que mis pies tocan la tierra, las alas desaparecen. La gruesa puerta de la cabaña se abre justo antes de que mis nudillos la rocen.

Lilith: desolación [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora