VI - Arrow

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La travesía que pensaban llevar a cabo era extremadamente complicada y riesgosa. Estuvieron toda aquella tarde hablando y discutiendo las distintas cuestiones que implicaba el asunto: las rutas, lugares, armas, provisiones, descansos, los tiempos de viaje y por sobre todo lo que harían una vez que llegasen a la misteriosa Tierra Oscura. La parte del mapa correspondiente a dicho lugar era un completo misterio por lo que era poco o nada lo que podían planificar a partir de ahí y mucho lo que especular. El mago era el único que contaba con algunos detalles para hallar a su maestro, pero él tampoco había estado allí antes, lo que reducía todo a simples teorías y conjeturas que mantuvo una escabrosa incertidumbre entre los presentes y fue motivo de largas discusiones durante la reunión. Sin embargo, al finalizar el día el asunto estuvo más que zanjado, la ruta quedó trazada, los roles de cada integrante asignados y las ansias de partir en su punto más álgido. Naturalmente Eguaz, como erudito, representante de los reyes y único miembro que dominaba el arte de la magia, sería el líder y la persona a la que obedecerían en todo momento; los demás, se turnarían rotativamente para mantener la seguridad, tomar descansos y vigilar las horas de sueño cada noche. Ereas, por su parte, permanecería junto al mago en todo momento, quien se encargaría de protegerlo e instruirlo durante el viaje hasta su regreso, requerirían de un verdadero hijo de Thal para tener éxito en la empresa, requerían de un legítimo gorgo... y aunque sabían que Ereas aún no estaba preparado, él se encargaría de guiarlo adecuadamente hasta su destino, era su más importante misión, no fallaría.

El viaje comenzó dos horas antes del alba del siguiente día; parecía precipitado, pero pretendían abarcar la mayor distancia en el menor tiempo posible y a esa hora de la noche la ciudad dormía, por lo que saldrían de Tormena de forma expedita y casi imperceptible, una adecuada precaución fijada por el mago: "No sabemos cuándo, donde, como o qué posibles formas podrían llegar a adoptar las Sombras para detenernos si llegasen a enterarse de nuestro cometido " había dicho, todos concordaron. Por otra parte, el rey Sentos se había encargado de antemano en destinar a los criados de mayor confianza a preparar minuciosamente los caballos, armas y provisiones para el viaje, por lo que sólo restó esperar la hora señalada.

Lo primero que pretendían hacer era viajar a Antímez, el reino de los elfos, custodiando a la hija del rey Sentos. Volundir, el rey elfo, se había comprometido a mantener la seguridad de Sophía durante aquellos días calamitosos, a lo que Sentos algo reacio, había finalmente aceptado al ver el enorme beneficio que aquello prometía traerle a su hija, a su reino y a su pueblo, pues Volundir deseaba ardientemente instruir a la princesa en la cultura y educación élfica, barajando la posibilidad de enlazar por primera vez en la historia su reino con el de Tormena... y es que hasta ese entonces los elfos habían mantenido un marcado desprecio hacia los humanos; eran poco agraciados, de vidas cortas comparados con ellos y en su mayoría eran también toscos e incultos, sin embargo, y bajo las recientes circunstancias en que se encontraba la Tierra Conocida se habían visto forzados a unir fuerzas, por lo que por primera vez en mucho tiempo los elfos y humanos se habían vuelto a reunir logrado cambiar aparentemente algunos de aquellos prejuicios. El mismo rey Volundir había elogiado entusiasta la admirable gracia y belleza de Sophía, y así también su primogénito, un hermoso y galante elfo que había mostrado un creciente interés por la muchacha, cosa que había resultado buena a los ojos de Sentos. Sentos no había engendrado varones, por lo que necesitaba un digno heredero que protegiera su reino y su hija... y al parecer el príncipe elfo era el candidato perfecto para cumplir dicho rol.

Para llegar al reino de los elfos pretendían tomar la ruta más corta y rápida, lo que significaría hacer frente al famoso Paso de Lahar, un lugar temido y altamente peligroso plagado de acantilados, pasajes oscuros, desconcertantes cuevas y enrevesados senderos que llevaban a ninguna parte. Era famoso por anidar a ladrones y asesinos que llegaban a sus laberinticos senderos escapando de la justicia. Había que ser un verdadero conocedor del lugar para no perderse, sin embargo, era el único paso a través de las montañas de Anagram en millas, por lo que quien quisiese arribar con urgencia al reino de los elfos debía obligatoriamente tantear su suerte y aventurarse por aquellos arriesgados parajes. De lo contrario se debía hacer un largo y tortuoso rodeo entre las montañas y las orillas del bosque de los Héroes Perdidos, pero aquello significaba perder un número significativo de días.

El Viaje De EreasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora