X - Othila, el Ocioso

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Con los primeros rayos del sol, Ereas y los demás guerreros se prepararon para partir rumbo a la Tierra Oscura, la mayoría de ellos había disfrutado ampliamente la generosa hospitalidad de los elfos. Habían comido, bebido y descansado, por lo que aquello era prácticamente como un nuevo comienzo, totalmente renovados. El rey Volundir junto a una gran comitiva de elfos los habían ido a despedir a la Puerta del Sol con pesar sobre sus corazones. Entre los presentes se hallaba Solari, Evitha y sus padres que andaban con la bebé, se habían ido a despedir emotivamente de Ereas, regalándole un sabroso pan dulce hecho por ellos mismos, junto con algunos frascos de mermelada y miel. Ereas los guardó cuidadosamente entre sus cosas mostrándose profundamente agradecido. Había esperado deseoso y con nerviosismo ver a Mina entre la muchedumbre, sin embargo y para sus decepción, la elfa no apareció, pero Sophía por alguna razón si lo hizo, Ereas se sintió avergonzado cuando notó su presencia, por lo que evitó dirigir su mirada hacia donde se encontraba, no sabía porque, pero después de lo de Mina sentía que la había traicionado.

Estaban a punto de partir cuando de pronto un elegante elfo vestido con armadura de combate y fuertemente armado se acercó cabalgando apresurado desde el interior de la ciudad, aparentemente venía desde el palacio e inmediatamente los presentes se mostraron sorprendidos. Todos los miembros del viaje ya se encontraban en el lugar, Teddy, Orfen y Gianelo montaban sus caballos, el enano refunfuñaba intentando subirse al suyo mientras exigía que nadie lo ayudara, él podía solo; en tanto Eguaz, Insgar y Ereas intercambiaban unas últimas palabras con el rey, por lo que todos se preguntaron quién podía ser aquel misterioso guerrero que venía con tanta prisa. Volundir lo reconoció de inmediato.

—¿Qué haces insensato? —le gritó molesto, cuando el elfo se encontró a la distancia adecuada. Ereas también pudo reconocerlo, era el príncipe Othila, al que llamaban el ocioso, aquel que lo había intimidado la noche anterior.

—¡Yo también iré en este viaje! —contestó Othila con tono serio.

Volundir lo miró extrañado un instante, como si no creyera lo que acababa de escuchar. Eguaz, Insgar y los demás se mostraron igual de perplejos.

—¿¡Pero tú has perdido la razón!? —exclamó Volundir sin disimular la evidente molestia que sentía hacia el sorpresivo plan de su hijo— ¡Tú no puedes ir!

—¡No, padre! —respondió Othila desafiante— Siempre has dicho que mis actos están lejos de honrar a nuestro dios y a nuestro pueblo y que debo recapacitar... pues bien ¡He recapacitado! ¡Iré en este viaje y haré lo que me corresponda hacer!

—¿¿¡¡PERO QUE...!!?? —exclamó Volundir anonadado y un tanto confundido con lo que acababa de escuchar— ¡Othila! —habló firmemente— Existen mil maneras en las que puedes honrarnos... ¡¡Se razonable!! ¡Tú no estás hecho para esto!

—Eso sólo nuestro "Valuni valunyir" puede saberlo —conestó Othila tozudo— Deja que emprenda este viaje ¡Que las otras maneras no las deseo!

—Posees la tozudez de un aduny —dijo Volundir molesto— Pero no tienes ni el orden ni la disciplina para viajar. Cada uno de estos guerreros ha demostrado su valía, probándose merecedores en cada misión que se les ha encomendado ¡¡Serás una carga para ellos!! —sentenció Volundir.

—No lo creo, padre —respondió Othila muy seguro— ¡Conozco "cada detalle" de este viaje! —dijo poniendo especial énfasis en "cada detalle", aludiendo a que sabía mucho más de lo que aparentaba— ¡Y sé que soy digno de él como cualquier otro! —agregó.

Volundir quedó perplejo y sin palabras, pudo intuir claramente que de alguna forma y pese a que todo el asunto se había tratado con la más absoluta discreción, Othila se había enterado del verdadero cometido que se pensaba llevar a cabo, y no era precisamente arribar a Flemister, que era lo que a la mayoría de los elfos le habían hecho creer.

El Viaje De EreasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora