Los caballos corrieron veloces por los campos de Morbius, los que al igual que sus amos estaban asustados. Eguaz dirigió inmediatamente al grupo por el camino hacía Um, el mismo aquel que había utilizado Ereas para llegar al castillo, su misión seguía siendo llegar a la Tierra Oscura y no podían fallar en ello, hallarían la forma de lidiar con las criaturas, debían hacerlo. Pronto las flechas comenzaron a silbar a sus espaldas, la distancia se acortaba, los huargos eran demasiados veloces, los guerreros prepararon sus armas diligentes para el inevitable encuentro.
—¡ATAQUEN HIJOS DE PUTA! ¡ATAQUEN! —vociferaba Teddy con su voz de borracho— ¡QUE ACÁ LOS ESPERO! .—No supieron cómo, pero se había logrado hacer con un cuchillo, el que manejaba peligrosamente en el aire, mientras Gianelo trataba de calmarlo sin despreocupar las riendas del caballo a la vez. Teddy en aquellas circunstancias podía transformarse en un serio problema, si caía o continuaba con su errática condición los goblins de seguro lo atraparían; o peor terminaría apuñalando a alguno de los guerreros o a sí mismo en vez de al enemigo.
Insgar, Orfen y Othila lanzaron el primer ataque, y a pesar de que éstos últimos dos debían cargar con Cocinero y el enano respectivamente, no fallaron, y difícilmente lo hubieran hecho. Los goblins eran tantos y venían tan apiñados que les bastó unas cuantas flechas para hacer caer a algunos. Othila en ese instante fue quien llevó las cosas más lejos, el decidido ocioso por primera vez mostró su valía y cediéndole metódicamente las riendas a Demethir se giró alzándose con una pierna sobre la montura para apuntar mejor, disparó tantas flechas tan rápido que los mismos que lo habían despreciado alguna vez se anonadaron, no falló ninguna, dejando un reguerío de goblins muertos y heridos por el camino. Los huargos aullaron furiosos, varias de las flechas también los habían alcanzado a ellos. Insgar, por su parte, tampoco les dio tregua, sus metódicas flechas causaron tantas bajas que los descorazonados goblins comenzaron rápidamente a temer, los guerreros habían comenzado a creer que ganarían, pero entonces vino lo peor.
—¡¡NO SE DETENGAN COBARDES!! —gritaba Teddy furioso— ¡¡LOS HARÉ PROBAR MI CUCHILLO!! .—Había cortado sus correas, llevaba su cuchillo en alto y una puntiaguda flecha le había traspasado un brazo, pero ni siquiera parecía haberlo advertido. En cualquier momento se caería irremediablemente del caballo, pese a los marcados esfuerzos de Gianelo por contenerlo.
De pronto un estremecedor rugido interrumpió la frenética carrera que hasta ese entonces habían llevado. Los goblins se detuvieron al instante. Los guerreros se giraron asustados, mirando al cielo. Ereas lo supo, aquello solo podía significar una cosa y al alzar la vista lo comprobó.
—¡¡Dragones!! —gritó Insgar aterrado.
Eguaz se giró con los ojos desorbitados, una de las pocas veces que Ereas lo vio perder la calma. Allá en el oscuro cielo tres enormes bestias volaban directo hacia ellos. Eran los dragones que Ereas había visto merodear al llegar al castillo, los mismos de los que Tinky le había advertido que se cuidara.
Los goblins al advertir tan enormes reptiles abandonaron la persecución sin más. Si hubieran sido orcos seguramente hubieran continuado su loca carrera hasta las últimas consecuencias, sintiéndose honrados de batallar y morir junto a tan sanguinarias bestias, sin embargo, ya era bien conocido lo cobarde que eran los goblins y frente a tan peligrosas criaturas preferían no arriesgarse, pues a pesar de perseguir el mismo objetivo sabían que un dragón no tendría reparos en quemar, pisotear o matar todo aquello que interfiriese con su presa. De cierta forma el sentido de autoconservación y prudencia de los goblins estaba mucho más desarrollado que gran parte de las demás criaturas de las sombras, jamás se arriesgarían a morir rostizados, por lo que ante tamaña amenaza se alejaron de regreso al castillo ofuscados, seguramente inventando una gloriosa excusa que los dejara como héroes para evitar ser apaleados por su amo, total el trabajo lo terminarían sin dudar los dragones, nada escapaba de los dragones.
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El Viaje De Ereas
FantasyEscapando de su pasado, Ereas, el último de una raza olvidada, deberá emprender la mayor travesía de su vida. Un viaje plagado de horrores y misterios, venganza y amistad... pero sobre todo, secretos y oscuras revelaciones que sacudirán su mundo y s...