XVI - Bajo Fuego y Ceniza (Pt.1)

88 12 1
                                    

Ereas y Cocinero corrieron por las escaleras a toda prisa, resbalando y sujetándose a las paredes y peñascos para no caer. El orco no debía haber tardado en descubrir el abierto pasadizo tras la estatua, por lo que en cuanto divisaron la primera puerta, Ereas se giró hacia ella empujándola con todas sus fuerzas mientras rogaba porque nada la estuviera trabando desde dentro. Cocinero entendió de inmediato y no tardó en ayudar. Entre los dos fue mucho más fácil, la puerta cedió sin mayores dificultades, por lo que pronto volvieron a adentrarse en el castillo, esta vez sellando el pasadizo tras de sí. Ereas rogó porque el orco no hubiera advertido su treta y pasara de largo, había un largo camino hacia abajo como para que se mantuviera ocupado lo suficiente, ahora debía llegar a las mazmorras con más urgencia que nunca.

—¿Qué es este lugar? —preguntó Ereas espantado al ver hacia la oscuridad que los rodeaba. Ahí, entre penumbras, un montón de cadáveres apilados y decapitados yacían arrumados y esparcidos por el suelo. El olor a podredumbre volvió a llenar su nariz asqueado.

—¡Algunos de los criados del castillo! —exclamó Cocinero— Conocía a estos hombres —añadió con pesar— No merecían terminar así... ¡Aunque considerando...!

—¡Entiendo! —se adelantó Ereas. No quería escuchar las horripilantes cosas que pudieran haberle hecho, con lo de Austrio le bastaba para entender lo macabro del asunto, y considerando aquello, se podía decir que aquellos hombres, tal vez, habían tenido suerte. En aquellas circunstancias una muerte rápida era lo mejor, aquellas bestias era demasiado viles.

—¡Necesito llegar a las mazmorras! —encaró Ereas al cocinero con determinación. La huida lo tenía adrenalínico, pero despierto y listo para la acción.

—¡Puedo llevarte! —asintió Cocinero— Pero está un poco difícil de llegar desde aquí ¡Te advierto! ¿Qué hay...?

—¡Mis amigos! —respondió Ereas con prontitud. Necesitaba salir de allí pronto, la putrefacción y la escasa ventilación del lugar ya lo estaban mareando. Cocinero asintió dirigiéndolo hacia la puerta de la sala, la que al salir descubrieron que era más bien una especie de bodega donde simplemente habían tirado todos aquellos cadáveres que seguramente no se habían alcanzado a comer. A esas alturas era más que evidente que los goblins disfrutaban de la carne humana casi tanto como las personas disfrutaban de la del venado o res.

Cocinero abrió la puerta con verdadero sigilo, cuidándose de que nadie estuviera vigilando, salieron a un pasillo aun plagado de vestigios de la batalla allí acaecida para luego correr cuidadosamente y en puntillas para evitar el ruido, descendieron varias escaleras, recorrieron desordenados pasillos, cruzaron un par de salones y salieron a un patio, se escondieron y eludieron a algunos goblins que iban y venían o vigilaban con despreocupación las entradas, deambulaban ruidosos, chillaban y peleaban entre sí como de costumbre, por lo que la presencia de éstos les fue sencilla de evitar. Finalmente accedieron a las mazmorras, estaban en la parte baja del castillo, frente a un enorme patio atestado de criaturas que bebían, comían y jugaban a apostar a los dados, desencadenando violentas peleas y alegatos. Cocinero inteligentemente lo llevó por un acceso trasero, donde una estrecha escalera los llevaba a una puerta que daba hacia el interior, estaba cerrada, pero éste la abrió hábilmente arreglándoselas con lo que pudo.

La puerta se abrió con cautela, adentro solo dos goblins vigilaban la entrada a los calabozos, los demás engendros estaban demasiado ocupados afuera formando parte del progresivo jolgorio. Ambos jugaban distraídamente con las armas recolectadas en los asaltos, Ereas las reconoció de inmediato, eran las armas de sus compañeros, incluso estaba la espada larga que le habían obsequiado en Tormena, aquella que había alzado durante todos sus entrenamientos contra Insgar, y también estaba el báculo del mago que peligrosamente parecía esperar a que alguien lo reclamase para desatar su misterioso poder.

El Viaje De EreasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora