1- Jaula de oro

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La casona estaba en un impoluto color blanco, desde los muros a los muebles, algunos de mármol o acrílico traslúcido, las decoraciones, luces y candelabros eran dorados, rosas azules en los floreros de porcelana, todo destaca ante el suelo de baldosa negra y las alfombras rojas de la sala y las escaleras. Las sirvientas vestidas con un largo vestido gris y delantal blanco, todas eran hermosas y etéreas... seguramente vampiros, pensó Víctor.

Ser enviado como nuevo guardia de aquel lugar era realmente más un castigo que un privilegio, como pensaban algunos. Él disfrutaba de ser un cazador, ahora le habían quitado sus armas, solo quedaba consigo su viejo rosario de cuarzo, una daga corta y el látigo de hilos de plata... pagaría una buena cantidad por tener de vuelta su magnum 47.

- ¿Señor Nikiforov? - Eso si que llamaba su atención... el muchacho frente a él no era muy alto, su rostro era serio y su postura demasiado rígida... pensó que estarían acostumbrados a recibir humanos, pero obviamente estaba equivocado, después de todo, las sirvientas evitaban mirarle y aquel chico parecía molesto. El último humano es estar allí había sido Chihoko- Preparamos una habitación nueva para usted, en el tercer piso- Aquella mansión aparte de ser ridículamente grande con tres pisos y dos pabellones que rodeaban el jardín y conectaban en él área central formando una u, albergaba a casi treinta vampiros nobles y otros de menos clase... todos seguían a Katsuki.

- Es bastante simple- Dijo al entrar a la alcoba. Una cama de dos plazas y un mueble para guardar su ropa... eso era todo además de una repisa con unos pocos libros.

- Le acogemos por obligación, no tiene nada que exigir- Vaya... así que el muchacho si tenía carácter. Víctor sonrió de lado y entró para dejar su bolso sobre la cama y la maleta en el suelo. Si algo podía destacar era el enorme ventanal tras la cama, la luz de la mañana entraba sutil por los vidrios de colores, no era un vitral trabajado en demasía, solo un simple patrón geométrico en colores morados y azules- El desayuno es a las 8, almuerzo a las 12.30, si quieres merendar te acercas a la cocina, la cena es las 19.45- Le indicó de forma casi mecánica.

- Beka...- Un pequeño niño de mejillas regordetas y cabello negro tomó al chico desde el pantalón, con suerte le llegaba a la cintura, su piel era muy blanca y vestía un conjunto azul.

- Amo, no debería estar en esta ala- Dijo tomando al pequeño en brazos, el niño inmediatamente se cómodo rodeándole con sus brazos y pegando su mejilla a la del mayor... ojos rojos. Pura sangre- Él es el nuevo guardia que envió la asociación, Víctor Nikiforov- Le indicó el joven.

- Ya veo- Los ojos rasgados del pequeño lo analizaron... podía verse como un niño, pero de seguro tendría siglos entre lo mundano, Víctor sintió un pequeño escalofrío al encontrar sus ojos a los suyos- Exteañare a Chihoko...- El rostro del menor pareció en serio apenado.

- Lo sé- Mencionó el mayor acariciando la mejilla del niño- Bueno...- Dijo esta vez mirando a Víctor- Puedes estar en toda la mansión, pero no tienes permitido el ingreso a las puertas negras- La seguridad de aquel chico parecía cambiar junto a la presencia del menor.

- Entendido, Beka- Respondió con una sonrisa.

- Otabek- Le corrigió el moreno, retirándose luego. Víctor no pudo evitar reír... más que estar ahí para vigilar, parecía haber llegado a su propia jaula de oro.

Recorrió las estancias del primer piso, encontrando dos bibliotecas y un cuarto de música, le llamó la atención una sala de ballet y un extenso inverdaredo al final del ala sur, donde cultivaban las rosas azules además de otras muchas flores, no había ninguna de ellas en la casa, quizá Katsuki comía flores... no era habitual, pero había visto aquellas costumbres en vampiros nobles.

Esos ojos, MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora