Esos ojos, MATAN

11- Sangre nueva

 Lilia reconstruyo el castillo en a penas un par de días utilizando su magia y a algunos cazadores que se mostraron voluntarios a prestar su sangre para ayudar a la pura sangre en recuperar su estado físico tras el desgaste de reconstruir muros de piedra y gruesos ventanales. 

— Los humanos son tan extraños...— Murmuró Yuuri, Viktor hizo oídos sordos y solo se quedó viendo cómo todo el castillo era reconstruido, los ojos del azabache aun se mostraban rojos de vez en cuando. 

Los humanos eran tan extraños para Yuuri... tan débiles y tan valientes a la vez, tan pequeños e indefensos... tan bravos y enérgicos. De sus siglos y siglos viviendo, Yuuri siempre se mantuvo viéndolos, estudiándolos; no solo por la utilidad de las granjas humanas, los bancos de sangre o las peculiaridades de los art... a Yuuri le agradaban los humanos.

Si en algún momento el tiempo se congelara y la vida quedará estática en la tierra, incluso así, los humanos envejecerían hasta morir, porque no es exactamente el tiempo lo que los envejece, si no que su propia humanidad... el poder respirar, aquel ciclo humano los mataba. No tienen opciones, el único propósito y sueño de todo humano se podría resumir a una vida digna y muerte indolora... o al menos hasta ahora ¿Podría drle a Viktor una muerte libre de dolor? Su corazón se apretaba en su pecho, al responderse claramente, que no. 

Recordaba la transformación de Eiji aun siendo un niño, el llanto del menor en sus brazos el terror en sus ojos al pasar el periodo más complicado para únicamente enfrentarse a una sed abismal, que sentía que quemaba sus entrañas... ¿Llevaría a Viktor a aquel mismo destino?

Miraba al platinado sentado en el suelo, apoyado en el muro, aguantando sus heridas, en ocasiones Viktor cerraba sus ojos, Yuuri no era capaz de saber si solo los cerraba o caya dormido de forma intermitente... de cualquier forma, se sentía incapaz de alejarse de su lado. 

— Llevare a los heridos graves a las mazmorras— Le anuncio a su hermana, que disfrutaba de uno de los oficiales de Nido Azul, mordiendo su muñeca bajo el estricto cuidado de Celestino— Llevaré a Yuri conmigo, debería de estabilizarse y reaccionar si le doy un poco de mi sangre...

— Mmm, no sé si estés de condiciones de ello, ya no hay humanos que podamos rematar— Suspiro Lilia— Sería más sencillo sin tu condición de "la máxima cantidad mortal de supervivientes"...— Yuuri simplemente frunció el ceño.

— Si no hay sangre humana, el amo nos tiene a nosotros— Otabek y Phitchit respaldaron rápidamente a su maestro, recibiendo una leve sonrisa de parte el purasangre. 

— Entonces muévanse rápido, estoy harta de los quejidos de estos cazadores...— Indico Lilia desviando la mirada. 

Utilizando un poco de su magia y con la ayuda de sus dos subordinados, Yuuri se obligo a apartarse de Viktor y comenzar a mover a los soldados mal heridos. Phitchit y Otabek le asistieron raudos, al igual que Mila.

El castillo Barovnoskaya podría ser antiguo, más sus niveles más bajos eran una fortaleza impenetrable que perduraba tras los siglos de manera intacta tal como fueron construidos, los salones y cuartos albergaban todo para una supervivencia en los subsuelos... salvo por la sangre. Entendía los sueños intermitentes a los que se sometía su hermana y aquellas pequeñas sectas humanas que criaba cuando pasaba años en pie... la sangre siempre se obtenía de mejor manera de forma voluntaria y de humanos jóvenes. 

Con los cuartos ya ocupados por los soldados, Yuuri fue en busca del peliplata, aún apoyado en los muros, con ojos cerrados. 

— Vitya...— Tomo el cálido rostro del cazador con su mano, las mejillas del peliplata se mantenían sonrojadas a pesar del frio... aquella calidez que gritaba vida en Viktor era lo que mantenía tranquilo a Yuuri a pesar de ver las heridas abiertas en la piel del otro hombre— Te llevare dentro y curare tus heridas, Vitenka— Los ojos entreabiertos dejaban ver aquella suave luz celeste que eran las pupilas del peliplata, quien asintió suavemente a las palabras del inmortal frente a sus ojos.