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Hoy era jueves y no había vuelto a encontrarme con la pequeña cotilla desde la cena del lunes.
La verdad yo había supuesto que al estudiar la misma carrera aunque estuviéramos en años distintos nos toparíamos en algún momento, sin embargo ese no parecía ser el caso.
Debía admitir que tenía ganas de verla, bueno, unas pequeñísimas ganas. Normalmente no ocurría nada entretenido en mi vida, nada al nivel de esa brujita...
Era increíble cómo esa pequeñaja podía sacarme de quicio. Yo no me consideraba una persona irritable, todo lo contrario. Solía lidiar con las cosas con total calma. No había asunto que me preocupara tanto como para perder la compostura.
Trataba con la gente de forma cortés y apersonal, sin involucrar sentimientos, sólo la razón. Pero esa... esa... esa mocosa hacía que me fuera muy difícil no poner mis sentimientos en la mesa.
La veces que habíamos hablado no me había comportado como siempre lo hago. Ella no lo sabía, nadie se daba cuenta. Pero yo podía sentirlo.
El lunes había sentido curiosidad al pasar por su habitación, curiosidad por saber cómo era el lugar dónde dormía, dónde estudiaba, dónde hacía el vago ¡Y yo no sentía curiosidad por nada! O sea, no me importaba si el cielo se estaba cayendo a mi lado siempre y cuando a mí no me afectara. Lo sé. Soy una persona egoísta.
El caso es que Hayami Ressler había hecho que sintiera curiosidad por ella. Y no me gustaba. No me gustaba el hecho de que sus palabras pasaran horas rondando en mi cabeza.
Tenía que hacer algo. Esto, lo que sea que fuera, no podía seguir avanzando.
¿Pero qué podía hacer para tener la ventaja sobre la situación?
- Perdona ¿Me alcanzas ese libro? -esa voz me sacó de mis pensamientos-
-Claro.
Tomé un libro sobre la cristalería de laboratorio y se lo pasé a la chica que tenía en frente.Algo en ella me llamó la atención: un collar con una cruz que tenía grabado el Padre Nuestro colgado al cuello.
-¿Eres cristiana? -le pregunté–
-Sí, evangélica ¿Cómo lo supiste?
Al escuchar su respuesta me vinieron algunos recuerdos a la mente de cuando era pequeño.
La iglesia frente a la que mis padres me habían abandonado sostenía el orfanato dónde crecí, y el pastor venía a buscarme todos los domingos para ir a la Escuela Dominical.
Nos hicimos muy buenos amigos (si es que un niño puede ser amigo de un adulto) y fue él mismo quién me acompañó al aeropuerto cuando mi madre me adoptó.
Sin embargo nunca entendí muy bien eso de Dios.
-El Padre Nuestro –señalé su collar–
-Ah, esto. Fue un regalo de mi novio. ¿Es bonito verdad? -me preguntó desbordando alegría-
-Sí, supongo -me encogí de hombros, entonces caí en cuenta de algo- ¿Por alguna casualidad eres estudiante de primero de bioanálisis?
-¡Sí! -exclamó asombrada- por Dios ¿Cómo lo has sabido?
-Soy estudiante de tercero y recuerdo haber estudiado mucho por ese libro en primer año -expliqué- dime una cosa ¿Conoces a Hayami Ressler?
-Sí ¿Por qué?
Las cosas estaban saliendo justo como quería.
-Soy su compañero para un proyecto pero no tengo su número de teléfono y necesito urgentemente contactar con ella.
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Adopción. [✔Serie: Significado✔]
SpiritualitéDiferentes circunstancias... Diferentes orígenes... Diferentes secuelas... Pero el mismo problema. Diferentes trayectorias... Diferentes experiencias... Diferentes sentimientos... Pero el mismo vacío. La misma salida... La misma solución... La misma...