Capítulo 3

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La respiración se le corto, no podía concebir aquella llamada. Sintió una gran opresión en el pecho y los ojos convertirse en agua.

—D-Dime que bromeas, Hange...—rogó con voz rota. No podía creer nada.

—No, Levi. El doctor llamó a eso de las 2 de la madrugada, Eren decayó de manera....horrible.—dijo la de antojos al otro lado de la línea.—No quise avisarte al instante, porqué solo te hubiera preocupado. Pero es importante, hace ya un rato que el doctor salió, pero no quiso decirme nada, dice que quiere hablarlo directo contigo.

—Joder, Hange. Estaré ahí en unos minutos.—gruñó colgando, no deparó mucho en tomar su abrigo y salir a lado rápido, cerrando con llave. Se adentró en el elevador.

Buscó entre sus números a Mikasa, para pedirle ir a casa a cuidar de Emma.

Luego de un par de toques la azabache contestó.

—¿Qué mierda quieres, enano?—gruño Mikasa apenas tomó la llamada.

—Cierra la boca, no es momento. Necesito que te hagas cargo de Emma, yo necesito ir al hospital.—bocifero con pesadez.

—¡¿Que le pasó a Eren?!—chillo Mikasa, comenzando a vestirse para salir.—Cierra la boca, Jean, no me dejas escuchar.—cayó a su compañero mientras se ponía los pantalones.

—No lo sé aún, te aviso en cuanto me entere.—sin más colgó, se montó en el auto.

Tenía un cosquilleo extraño en la boca de el estómago, estaba ansioso, y nervioso, no quería ser pesimista, pero de alguna u otra manera la imagen de Eren muerto venía a así cabeza, comenzó a imaginar más de un diálogo con el doctor, donde le explicaban que finalmente, por la noche, el joven de 26 años había dado su último respiro.

Se estremeció, no se imaginaba una vida sin él, simplemente no podía.

Aceleró más, sin preocuparse mucho por él, solo necesitaba llevar y comprobar que el moreno seguía vivo, solo eso...

Luego de los diez minutos más largos de su vida llegó, se estacionó frente a las puertas del hospital, recibiendo una reprimenda por parte del guardia de seguridad, lo mandó al carajo y siguió corriendo hasta que encontró a Hange, sentada en una de las sillas de sala de espera.

—¿D-Donde está?—preguntó nada más llegar.

Hange tragó duro y no atinó más que a mirarlo, con la mirada perdida y un poco llorosa. Levi sintió que el mundo se le venía encima, finalmente se desplomó en el suelo, cayendo de rodillas mientras que las lágrimas salían sin poder evitarlo.

—¿Él está....

—¡No sé, no me han querido decir nada luego de que salió de la habitación!—explotó Hange, cubriendo su rostro y llorando sin pudor, ambos presentían lo peor.

—Mierda...no—murmuro el azabache.—N-no saquemos conclusiones.—dijo, guardando la poca esperanza que aún quedaba.—¿Dónde está el doctor?

—E-En el segundo piso, en la oficina...—dijo a duras penas, mientras limpiaba su naríz.—Y-yo n-no soy capaz d-de...—volvio a sollozar.

Levi se puso de pie, limpió sus lágrimas y corrió al ascensor, se sentía sofocado, necesitaba urgentemente saber qué le pasaba al amor de su vida, rogaba a todos los dioses existentes y por existir que él estuviera bien, que todo estuviera bien.

La espera de le hizo eterna, pero apenas las puertas se abrieron echo a correr en busca de la dichosa oficina.

«Por favor, por favor, por favor Eren...por lo que más quieras, no me dejes...», rogó en su interior, las manos le sudaban y no podía dejar de temblar cuando la simple idea de tener que decir adiós recurría.

Finalmente encontró la puerta, olvidó por momentos sus modales y abrió de golpe,encontrando al médico anotando algunas cosas en un par de documentos.

—¿Cómo está Eren, Eren Jaeger?—cuestiono, ansioso, sintiendo el pulso a mil y la respiración inregular.

—Buena noche, señor Arckeman, pro favor, tomé asiento.—pidió con cortesía aquel hombre de barba blanca y ojos achinados. Levi mordisqueó el interior de sus mejillas y se sentó, retorció sus dedos sobre sus muslos mientras perdía poco a poco la paciencia.

—Por favor, dígame como está.

—Por la noche sufrió una decaída considerable, lo reanimamos por al rededor de un minuto.—dijo con parsimomia, causando amor desespero en el azabache.—Para nuestra sorpresa, veinte minutos luego de estabilizarse...despertó.

Aquellas palabras le cayeron con mayor peso, incluso pero que si le hubieran dicho que había muerto, la lengua se convirtió en peso muerto y se atragantó con su saliva mientras sentía como todo su cuerpo ardía, los ojos se le secaron y las lágrimas no tardaron en asomarse.

—Estaba muy desorientada, bastante débil y al decir verdad, confundido. Tuvimos que sedarlo, pues entró en pánico y quiso salir de la habitación, ignorando su estado delicado.—Levi respiró hondo, sintiéndose extraño, quería verlo, pero a la vez le aterraba.—Tenemos ligeras sospechas de que presente amnesia tipo 2, no es nada muy grave, pero de ser así, tomará un tiempo indefinido que vuelva a ser como era antes.

Levi negó, cubrió su rostro y se permitió llorar abiertamente, aquella palabra le había quitado un enorme peso de encima, se sentía vivo, como si de un momento a otro su corazón volviera a activarse, sus hombros se sacudieron con violencia mientras todos aquellos malos pensamientos se iban de su cabeza. Lo necesitaba, necesitaba oír su voz, sentir sus labios, mirarlo a los ojos, lo necesitaba ver.

—¿Cuándo puedo verlo?—cuestiono luego de tranquilizarse.

—Por el momento no, pero en cuanto los sedantes dejen de hacer efecto lo llamaremos.—explicó el doctor.

—G-Gracias...

...

Abrió los ojos con lentitud, se sentía muy cansado, y con el cuerpo adormilado, parpadeó un par de veces, maldiciendo la luz impactando contra sus ojos. Llevó sus manos hasta el rostro y lo tallo, sentía un ligero dolor de cabeza y piquetes en ambos brazos.

Apenas pudo ver bien miró donde sentía pinchones, encontrando más de una aguja clavada, frunció el ceño confundido.

«¿Que hago en un hospital?»pensó desorientado.

Pronto un hombre de estatura promedio y de barba blanca entró.

—Buen día, Eren.—saludó cordial.—¿Cómo te sientes?

—Y-Yo...me duele un poco la cabeza.—dijo sin saber muy bien que hacer.—¿Que hago aquí?

—Por el momento no puedo decirte eso muchacho, aún estás un poco inestable—el hombre sonrió.—, unas personas quieren verte, Eren.

Camino hasta la puerta y la abrió, mostrando a dos personas ahí, un hombre de estatura blanca y una niña de rasgos similares al hombre.

—E-Eren...—murmuró la pequeña con ilusión al ver como el castaño se sentaba.—¡Despertaste!

—Eren...—dijo el hombre de estatura baja, casi conos i aquello fuera un sueño.

—¿Quienes son ustedes?—cuestionó el ojiverde sin entender nada.

En el próximo capítulo:

—Es aquí.—musitó el mayor, mostrando el lugar.—Aquí nos conocimos.

—¿Eres alguien importante en mi vida?—cuestionó el castaño, mirando a su acompañante.

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Hola!
Aquí está el nuevo capítulo.
Para todos aquellos que me creyeron tan cruel como para matar a Eren les agradezco, jeje, se vienen más cosas gente
Los quiero!
Consejo del día:¡NO FUMEN!

VIDA (SEGUNDA PARTE DE "NUEVO INQUILINO*)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora