Matías.
Estaba dentro del templo donde suelo cambiarme, el sacerdote estaba dando su misa y pues yo estaba tranquilo pero a la ves nervioso...no estaba inquieto por lo que fuera a decir en la misa si no por lo que yo fuera a decirle a Martina cuando la vea.
"Hey Martina".— no no suena bien...
"Martinaaa".—JAJA tampoco... no sé qué hacer!
"Hola".—muy seco.
"Hola bella".—Nonono iría muy rápido.
"Viste la misa?".—aaaah.
Mi hermana y mi abuela se quedaron en la misa un rato y fueron a pasear por las calles hermosas y decoradas que estaban.
Después de que el sacerdote terminara su misa, yo fui a dar una pequeña, no duró más de 15min. Al terminar vi a Martina. No pudo estar más bella.
Le hice una señal de que iría con ella y que me esperara unos segundos.
Me cambie muy rápido y fui con ella, no pude estar más feliz, su vestido blanco largo de la parte de atrás y hasta las rodillas de la parte de enfrente, le quedaba tan bien, su peinado, ella llevaba una trenza de corona y en su cabello rizado de las puntas, sus pestañas largas y uff...que más puedo pedir con esa sonrisa que me cautiva.
—Hola Martina.
Si, eso fue lo que le dije, ella me regreso el saludo.
—¿Cómo estas?.- dije emocionado.
—Muy bien ¿y tú?.- dijo acercándose y le di un beso en la mejilla.
—También muy bien...-puse mi brazo para que pusiera el suyo.-accedió y sonreí.
—Bueno y que cuentas...
—Pues nada....me alegra mucho verte aquí y pasar esta tarde contigo.- dije y me sonroje un poco.
—A mi también..Matías?.- dijo algo dudosa.
—Háblame de tú.- sonreí
—Ay qué pena, ¿de verdad?
—Claro no le veo nada de malo.- dije, me acerqué y la vi fijamente a los ojos.
—Pues no sabría decirte...-dijo Martina sonriendo mientras yo le acomodaba un mechón de cabello.
—Que te parece si damos una vuelta.
—Claro claro aunque comer estaría mejor.- dijo riendo.
—Oh señorita, olvidaba que usted es amante te la comida.
—Háblame de tu.- de inmediato Martina soltó una enorme carcajada.
—Vamos a comer ándale.- puse mi mano en su hombro abrazándola y caminamos.
Algunas personas caminaban y se nos quedaban viendo de una forma extraña, como si vieran un fantasma, en realidad no sabía por qué.
—¿Por qué todos nos ven así?
—No lo se...bueno...
—¿Bueno?.- dijo bajando un poco el ritmo de nuestros pasos.
—Es que aquí todos me conocen.
—¿Y?.- dijo torciendo los ojos.
—Tendremos que hablar.- le agarre del brazo ligeramente con cuidado, volteando a todos lados de que nadie se percatara de esa escena, caminé con discreción hacia un lugar más apartado de los demás y puestos de comida artículos etc que atrajeran personas.
—Hey hey hey.- dijo Martina confundida tratando de no caminar rápido, repitiéndome "a donde me llevas".
—Shhh, no alces la voz o nos descubrirán.- dije susurrando más apresurado para llegar a ese lugar.
—¿Descubrir qué?.- desesperada comenzó a ponerse furiosa.—Matías ya!!! ¿Puedes decirme qué pasa?.
Solo camine un poco más despacio sin hacer tanto caso a sus berrinches, por fin estábamos más cerca de ese lugar alejado de personas, Martina comenzó a calmarse un poco.—Aquí es.- solté su brazo un poco.
—Es un lugar bello...-subió su cabeza y vió los enormes árboles alrededor de ella, un canto de pajaritos que la hizo sonreír. Una paz...vaya.
—Lo sé...-Suspiré poniendo mis manos sobre mis bolsillos caminando hacia ella lentamente.
—¿Aquí sueles acudir para tranquilizarte?—. No precisamente pero..- un sonido espantoso desde los árboles se manifiesta cerca haciendo que Martina brinque del susto y se acerque a mis brazos.—¿Estás bien?.