Voy a mi estudio solo para tomar una copa y quitarme el asqueroso sabor del whisky barato de ayer. Mi cabeza da vueltas de una cosa a la otra, tantas cosas que tengo que hacer y no puedo concentrarme.
Me bebo de un trago todo el contenido del vaso y sirvo uno más para empezar a relajarme. Cuando la puerta de mi estudio se abre lentamente, puedo ver a Camille de pie, desnuda.
— Ve al cuarto de juegos.
— Si, Amo.
Ella agacha la cabeza como sabe que debe hacerlo y escucho sus pasos suaves sobre la escalera. Probablemente un buen rato de coger duro hagan el truco para tranquilizar a mi mente obsesiva y perfeccionadora.
Me quito la corbata y la camisa, pero no me molesto en los pantalones, de modo que entro a mi cuarto favorito llevando únicamente la parte baja de mi traje sastre y boxers.
— Ven aquí — Ordeno señalando el piso para Camille.
Cuando ella se para junto al enrejado, traigo la cuerda roja y comienzo a atar sus muñecas y tobillos. Su frente está hacia el muro metálico, así que no puede verme mientras me deslizo buscando mi objetivo favorito.
Mi fusta.
La punta de cuero acaricia sus nalgas antes del primer golpe, que deja una hermosa línea roja sobre su piel. Exhalo tranquilidad, pero de nuevo el enojo y la ira regresan con un golpe a mi estómago.
Un golpe más.
Esta vez es más fuerte que el primero, pero Camille no grita. Ella es la sumisa perfecta para mí. O lo era. Azoto de nuevo su trasero, pero está vez el golpe hace eco en la sala.
Mi respiración es agitada cuando el cuarto golpe enrojece su piel. No tengo consideración de la fuerza que pongo a cada azote, pero la veo tensar las cuerdas que sujetan sus muñecas.
Un golpe más, solo uno, me digo a modo de justificación. Pero la realidad es que mi ira solo aumenta, también la ansiedad y mi respiración. Y lo peor, no estoy ni un poco excitado.
— ¡Mierda! — Gruño y lanzo la fusta al otro lado del salón.
— ¿Amo? — Pregunta Camille con un jadeo.
No respondo, solo salgo de ahí lo más rápido que puedo para ir a la sala por mi camisa. Ni siquiera me molesto en la corbata o el saco, solo meto los pies en los zapatos y salgo del ático.
— ¿Señor Grey? — Llamo a Taylor cuando subo al ascensor — ¿Va a salir?
Pregunta, pero ya lo sabe. El idiota seguro está viéndome ir hasta el garage en sus cámaras de seguridad.
— Si. Ve al cuarto de juegos y desata a Camille. Volveré más tarde.
Cuelgo. No tengo que explicarle a nadie lo que hago, ni le debo una maldita disculpa a la sumisa. Ella sabía lo que estaba obteniendo cuando firmó el jodido contrato.
Subo al auto más discreto de mi colección y conduzco por las grandes calles del centro. Solo un lugar en mi mente como destino. Un jodido bar de mala muerte en una callesucha de Seattle.
No es tan tarde, solo las 9 con 5, pero ya está oscuro por las nubes que aún cubren el cielo. Un cielo tan oscuro como mi jodido mal humor.
Estaciono en la calle principal para caminar el resto de la cuadra hasta la esquina y giro a mi derecha. Como supuse, el bar ya está abierto para los ebrios y desesperados oficinistas.
No me toma mucho tiempo encontrar un lugar junto a la barra, al chico latino no le toma mucho tiempo notar mi presencia, una gran sonrisa de satisfacción en su estúpido rostro.
— Bienvenido, mi amigo, ¿Qué te sirvo esta noche? ¿Whisky?
— Si.
— Debe ser realmente bueno si vuelves por más — Se ríe — No soy gran fan del whisky, yo prefiero cerveza.
Tomo el vaso en mis manos y me giro para evitar que siga hablando conmigo, como si estuviera aquí para escuchar su maldito discurso. No sé si es mi imaginación, pero con la iluminación puedo ver qué hay más hombres jóvenes que viejos malolientes.
— Siempre que Ana viene el bar se llena — Dice el chico hablador — Nos ha traído buenas ventas.
— Obviamente — Gruño molesto — Es como colgar un trozo de carne frente a los hambrientos.
El chico idiota se ríe por mí referencia, pero no estoy bromeando. Todos estos imbéciles deben estar aquí por ella, igual que yo.
Pero yo solo vengo a saciar mi curiosidad, me digo a mi mismo. Una curiosidad que además me carcome por dentro como una enfermedad que se expande por mis órganos.
¿Cómo es posible, Grey? ¿Dejaste a una sumisa perfectamente obediente por jugar al acosador con una chiquilla tonta?
Mierda. Mis pensamientos se agitan de nuevo dentro de mi cabeza, así que bebo el trago con un solo movimiento y dejo el vaso junto a un par de billetes. Tengo que salir de aquí ahora que recobré la cordura.
— ¿Te vas? — Dice el chico — Ana va a subir al escenario.
Sin poder evitarlo, doy un vistazo rápido al frente y la chica de los ojos azules aparece con un brillante vestido negro de escote pronunciado.
¡Con una mierda! ¿Cómo puede andar por ahí mostrando su piel a estos jodidos idiotas?
— Dame otro trago — gruño al cantinero.
— Enseguida.
— ¿Ella es tu novia? No deberías permitir que salga así al escenario.
— ¿Así, como? — sonríe el imbécil — Ella no es mi novia, puede vestir como le de la gana, sobre todo si eso le deja buenas propinas.
Señala un tarro de vidrio al final de la barra y los hombres casi hacen fila para dejar su dinero con mucho gusto. Dinero de borrachos...
— ¿José? — Una voz dulce me saca de mis pensamientos — El micrófono no enciende, ¿Está conectado?
La chiquilla de los ojos azules está parada junto a mí, sus ojos puestos en el chico latino. Puedo ver cómo gira su cabeza para mirarme, sus labios rojos se entreabren pero los cierra cuando suspira.
— Lo revisé hace rato, seguro debe ser un corto en la conexión. Vuelve ahí arriba, cariño, lo revisaré.
Ella deja de mirarme para asentir al chico de la barra y gira de nuevo sobre sus tacones. La tuve tan cerca, su maldito escote tan pronunciado que pude ver un discreto lunar junto a su seno derecho.
Mierda, esto no puede ser bueno.
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Oscuro (Libro #1)
Fanfic¿Amor a primera vista? Nunca quise creer en eso, no soy el tipo de hombre que cree en esas estupideces. Pero ella despertó algo más allá de lo que antes había sentido. No era amor. Era obsesión. ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los pers...