Capítulo 17

5.4K 511 47
                                    

Observo las malditas cámaras dentro del bar con atención, ni siquiera sé qué estoy buscando, solo que no puedo apartar la vista de ella. La maldita chiquilla que parece haber lanzado un hechizo sobre mi.

Cuando termina la última canción de la noche, comienza a recoger sus cosas mientras el chico latino despeja la barra y revisa las cuentas de los últimos clientes. ¿Cómo hizo el jodido Welch para poner una cámara sobre sus cabezas sin que lo notaran?

Ana se coloca su pesado abrigo marrón y le lanza una sonrisa a su amigo, que hace una seña a modo de despedida. Luego tengo que esperar al menos media hora hasta que la veo de nuevo en diferente cámara, ahora en su edificio.

— ¿Aún vives en ese pequeño basurero? — Gruño con irritación — Tienes dinero en la cuenta, ¿Por qué no consigues algo decente?

Hablo como si ella pudiera escucharme,  y aunque lo hiciera seguramente me ignoraría con todo su ser. Por fortuna, el fulano de la otra vez no ha vuelto a aparecer cerca de ella.

Cambio de planes.

Necesito terminar el contrato de Camille debido a su creciente incapacidad de complacerme. Y después hacer que la pequeña estafadora lo firme para que sea ella mi nueva sumisa en entrenamiento.

— Puedes hacerlo, Grey.

Pero... ¿Cómo? La primera ocasión tomé ventaja de su necesidad económica para atraerla, ofreciendo incluso más de lo que necesitaba y acabando así con mi única ventaja.

— Ofrece más dinero, tienes un montón acumulándose en el banco. Dale un buen uso.

Si, ¿Por qué no? Si ofrezco de nuevo podría comprarse un auto, un departamento o tomar unas largas vacaciones. Todo dependerá de su disposición para cumplir con mis exigencias.

— Creo que eso haré — Me felicito a mi mismo por la grandiosa idea.

Al día siguiente y con un contrato en blanco, espero por ella afuera del bar. Si quiero mantener esto lo más discreto posible, será mejor que mantenga mis interacciones con ella fuera de la vista de los curiosos.

Las luces del bar se apagan y el chico latino sale primero. Ana lo sigue lanzando su bolso sobre el hombro, besa la mejilla de él y comienza a caminar por la acera. Es mi momento.

Bajo de mi auto para seguirla cuando José se ha perdido en la oscuridad de la calle. Carraspeo un poco haciendo que se sobresalte y me mire, una expresión de fastidio cruza su rostro.

— Señor Grey.

— Señorita Steele, ¿Aún camina hasta su edificio? Creo que tiene dinero suficiente para un auto.

— No es su asunto — Contesta sin detenerse.

— Tal vez lo es — Detiene sus pasos para mirarme, así que sigo hablando — Tengo una propuesta qué hacerte.

— No.

— ¿No? Ni siquiera he dicho de qué trata.

— ¿Es sobre sexo? — Pregunta con la ceja arqueada.

— Si.

— Entonces no. Buenas noches, señor Grey.

Gira para seguir caminando, así que voy detrás de ella porque la condenada chiquilla se niega a escucharme.

— ¿Por qué no? Lo hiciste antes.

— Si, antes. Cuando tenía al banco respirando en mi cuello — detiene sus pasos y cruza los brazos sobre su pecho — Pero no volveré a hacerlo.

— Te daré mucho dinero, podrías tener tu propio auto de lujo, un departamento en una mejor zona, empezar tu propio negocio. El cielo es el límite.

Meto las manos en los bolsillos para parecer indiferente cuando Ana vuelve a mirarme. La información es poder, y la seguridad material es una debilidad humana. Si doy con el clavo correcto, la tendré de nuevo en la palma de mi mano.

— Estoy segura, Christian, que podría encontrar a otra voluntaria.

— Ni siquiera he dicho sobre qué es el trato.

— Créame, saber que es sobre sexo y usted me da una buena idea del asunto. Eso y la extraña habitación de su departamento son suficientes para perder el interés.

Mierda, entonces esta vez el dinero no funcionará.

— ¿Y si te ofrezco otra cosa? — Hago una mueca al tiempo que encojo mis hombros — Sé lo que pasó con tu ex novio. Yo podría encontrarlo por ti y hacerlo pagar por todo.

Un destello de furia brilla en sus ojos, pero sacude la cabeza levemente y presiona los labios. Eso tampoco va a funcionar.

— ¿Has pensado en tener tu propio negocio? Yo podría ayudarte en eso, así no tendrías que volver a este bar de mala muerte y cantar para los ebrios malolientes.

— Es como vender tu alma al diablo — Se ríe con burla.

— Entonces dime tú, ¿Qué necesitas? Te lo daré.

— ¿Por qué? ¿Por qué yo?

Buena pregunta.

— Hay algo en ti que encuentro fascinante — Digo con sinceridad — Eso y saber que solo yo te he tocado me hacen desearte como a nadie más.

— Seguro encuentra a otra chica virgen por ahí, yo no estoy interesada.

— ¿Por qué no? Lo estabas la semana pasada.

— Lo hice por el dinero, usted lo sabe. Ya no necesito hacerlo de nuevo porque salí de mis problemas — El enojo arde en sus ojos — Y no soy una prostituta a la que puede pagar cada vez que se le antoje.

Antes de que pueda decirle algo más, un taxi se detiene junto a ella y sube a él con la mayor rapidez posible, alejándose de mi.

Mierda.

— Esa no resultó buena, ¿Eh, Grey?

Balbuceo cuando se aleja. Camino de regreso a mi discreto Audi en la esquina para volver a Escala para replantear mi plan. La subestimé y tengo que admitirlo, creí que volvería a caer a mis pies pero es más orgullosa de lo que parece.

— Una digna adversaria, pero será más satisfactorio cuando por fin te tenga de nuevo, pequeña estafadora.

Las puertas del ascensor se abren en mi ático y no tengo que caminar mucho para distinguir la sombra sobre mi sofá, de esbeltas piernas y cabello trenzado con mirada suplicante.

— ¿Amo?

Mierda. ¿Cuánto más podrá ella aguantar antes de darse cuenta que no quiero tocarla? Será mejor que yo mismo termine esta mierda ahora.

— Voy a terminar el contrato, ya no te necesito — Sus ojos color miel se abren bien por la sorpresa — Puedes irte ahora.

Oscuro (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora