Mis hombros se tensan desde el puto momento en que el auto se detiene en el caminillo de grava de la entrada. Bellevue. La casa de los Grey.
Exhalo ruidosamente tratando de mantener la calma, pero estar aquí con ellos me resulta tan tortuoso como escuchar a Joshua y sus estúpidas selecciones de adquisición.
¿Confío en él? En lo absoluto. ¿Por qué aún trabaja para mí? Porque he despedido a los últimos 4 imbéciles que ocuparon el puesto y él parece ser ligeramente más sensato que el resto.
Camille permanece a mi lado en silencio, como una figura de cera sin expresión. Tengo que recordarle que hoy no necesito que actúe como sumisa.
— Es una fiesta familiar, trata de no actuar como un perro adiestrado — Le gruño antes de abrir la puerta.
Abro su puerta para que baje y toma mi brazo con fuerza. A decir verdad, es la primera vez en dos años que tenemos este tipo de contacto, así que no me extraña que se aferre a mi.
La puerta se abre mientras caminamos, Grace Travelyan Grey nos sonríe desde el umbral.
— ¡Cariño! — Besa ambas mejillas cómo hace con sus amigos de la alta sociedad — Pensé que no vendrías.
— Dijiste que querías celebrar — Hago una mueca de fastidio.
Sus ojos se desvían a la mujer con el vestido verde esmeralda junto a mí. Porque si, Camille sabe resaltar su belleza con tonos tierra que la hacen ver incluso más bronceada.
— Ella es mi madre, Grace Travelyan Grey — Hago la presentación formal, aunque sé que la conoce — Madre, ella es Camille Witbell.
— Es un gusto conocerla por fin, señora Grey — Camille estrecha su mano.
La parte que más odio de todo el puto día son los abrazos de buenos deseos de los desconocidos. Todos aquí, incluido mi hermano imbécil, me resultan irritantes.
— ¿Una copa? — Mía tira de mi brazo y me lleva al extremo alejado de la sala — Es bueno verte, Christian.
— No seas dramática, ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? — Giro para darle una mirada de advertencia a Camille, que permanece de pie junto al sofá.
— En acción de gracias — Su tono de reclamo me tiene sin cuidado — Pero gracias por el regalo de cumpleaños de este año.
— ¿Si? ¿Qué te regalé? — Intentaría recordarlo, pero le pago mucho dinero a Andrea para que se haga cargo de esas mierdas.
— Un viaje a una playa española.
Antes de que pueda darle una respuesta, Elliot se detiene junto a nosotros con su puto trago verde con alguna cosa flotando en él.
— La hiciste en grande está vez — Señala con el vaso hacia Camille — ¿Cuánto te costó traerla?
Entiendo por qué lo dice. El vestido ajustado, sus senos grandes y sus pómulos altos la hacen ver cómo una modelo famosa. Su cabello castaño está perfectamente peinado en una coleta alta que se balancea seductoramente.
Mía y yo lo miramos con un gesto de fastidio, hasta que una gran sonrisa de suficiencia se estira en mis labios.
— ¿Crees que les pago a las mujeres por tener sexo conmigo? — Digo y luego me maldigo cuando lo recuerdo — Ellas se arrojan a mis brazos.
Casi.
— ¡Por favor! — Se ríe el imbécil — Seguro que es tu musculoso guardaespaldas el que te hace el amor cada noche.
Pedazo de mierda.
— Piensa lo que quieras, Lelliot. Yo conseguiré una buena mamada camino a su casa y volveré a la mía con la chica que dejé esperándome.
Mi hermana se atraganta con su copa por mi lenguaje, pero es la expresión de sorpresa del rubio imbécil la que me hace reír. Dejo la copa en el mueble detrás de mí para ir de nuevo con Camille.
Puedo ver a Elena hablando con Grace desde el comedor, inclina su cabeza a modo de saludo pero no sé aproxima a nosotros. Levanta su copa hacia mí y vuelve a su charla aburrida con mi madre.
Después de la cena, palmeo la pierna de Camille para que se levante y me siga. Murmuro una excusa rápida para despedirme de todos los presentes porque estoy asfixiándome aquí dentro.
— ¡Pero cariño! ¿Y los fuegos artificiales?
— No soy un puto niño, madre — Gruño con los dientes apretados — Vendré a verte después.
Beso su mejilla y sujeto el brazo de mi acompañante para que apresure sus pasos hasta el auto. Lo único en lo que puedo pensar es en volver a Escala y acabar con este día de mierda.
En el camino le envío un texto a Taylor, a quien dejé en Broadview vigilando a Ana. Le pido que envíe al otro chico a Escala porque tengo un nuevo plan para Camille.
— Sé que terminé el contrato, pero aún creo que podríamos retomarlo si llegamos a un acuerdo — Veo el jodido brillo en sus ojos y espero no arrepentirme — Necesito que vengas a Escala como normalmente lo hacías, cada fin de semana. Cuando termine un asunto pendiente, discutiremos un nuevo acuerdo.
— Me parece bien, señor Grey.
Ella baja en el garaje de Escala y le pido que suba hasta su antigua habitación, pero yo no bajo del auto. Cuando la he perdido de vista, enciendo el motor de nuevo para salir hacia la autopista.
— Si mantengo mi rutina con Camille, tendré una coartada perfecta.
Estaciono dentro del enrejado de Broadview y salgo del auto con un poco de ansiedad. El otro auto ya no está aquí, así que el hombre de Welch debe estar camino a Escala.
— ¿Señor? — Taylor me encuentra en el pasillo — No sabía que vendría.
— No quise quedarme, ¿Está dormida?
— Supongo que si.
— ¿Tomó su cena?
— No.
— Bien, ve a dormir. Me haré cargo.
Voy hasta la habitación y entro sin hacer ruido. Puedo ver su pequeña figura sobre la cama, cubierta solo por la sábana blanca. Me quito el saco y la corbata para lanzarlas sobre el escritorio para ir a acostarme junto a ella.
— Luces bien — Dice y abre los ojos para mirar al techo — ¿De qué fue tu cena? ¿Un negocio?
— Mi cumpleaños — Suspiro con fingido cansancio — La cena era en casa de mis padres.
Ella se incorpora en un movimiento rápido para mirarme con los ojos muy abiertos. La sabana resbala de su cuerpo dejándome ver el camisón gris.
— ¿Querías llevarme a casa de tus padres?
— Si — Estiro una sonrisa triste — Como ya dije, me gustaría poder conocerte.
— Oh — Susurra bajito.
Te tengo.
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Oscuro (Libro #1)
Fanfiction¿Amor a primera vista? Nunca quise creer en eso, no soy el tipo de hombre que cree en esas estupideces. Pero ella despertó algo más allá de lo que antes había sentido. No era amor. Era obsesión. ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los pers...